Mientras las actividades económicas relacionadas con el servicio y la industria han crecido de forma exponencial, 50.2% y 43%, respectivamente, durante la última década el campo del estado ha permanecido estancado.
La entidad tiene la sexta extensión territorial más grande y propicia para consolidarse como productor agrícola nacional, pero es penúltimo en superficie cosechada y en ingresos por los productos del campo.
Estadísticas Agrícolas de las Unidades de Riego, de la Comisión Nacional del Agua, revelan que cada año se siembran 7 mil 774 hectáreas, cuando el potencial es de 180 mil. En Othón P. Blanco, José María Morelos y Bacalar, no se ocupa el 84% de tierras disponibles para sembrar.
Mientras en otros estados la rentabilidad de una hectárea cosechada es de al menos 782 mil pesos, en Quintana Roo es 93 mil. En Puebla siembran cada año 139 mil 613 hectáreas y cosechan 138 mil 485 de ellas, con ingresos de 9 mil 146 millones de pesos.
Yucatán cosecha 59 mil 638 hectáreas anuales y genera 4 mil 891 millones. Quintana Roo genera 703 millones de pesos.
La investigadora Gabriela Soto Mora, de la Universidad Nacional Autónoma de México, lamenta que Quintana Roo desaproveche sus grandes ventajas para actividades agropecuarias, ya que a diferencia del 60% del territorio nacional, tiene alta calidad de suelos, fácil acceso al agua, condiciones climáticas relativamente estables y sin un relieve abrupto.
“Están apostando todo a la actividad turística, y por eso subutilizan su potencial agrícola”, dijo la autora del estudio “Diagnóstico de la agricultura en México”.
Indicó que no se debe responsabilizar solo a las autoridades, pues la población, sobre todo joven, reniega de las labores del campo para migrar hacia las ciudades turísticas, como Cancún o Playa del Carmen.
“Sin mano de obra para trabajar la tierra, y con una actividad que es mucho más redituable, no nos debe sorprender que la actividad agrícola quede relegada”.
Los reportes más recientes sobre el Producto Interno Bruto confirman el nulo desarrollo del campo en Quintana Roo. En 2010, la riqueza de las actividades agropecuarias eran de mil 930 millones de pesos. Casi una década después la cifra es de dos mil 99 millones (en 2019); dos mil 61 millones en 2020, el año de la pandemia. La variación alcanza apenas el 8%.