Retratos de la sucesión

Signos

Por Salvador Montenegro

1. Si de un providencial perfil autóctono se trata, aparecido de pronto de la nada como un milagro salvador o un mal necesario al que agarrarse en el naufragio inevitable, con impecables oferta y lenguaje de barriada y no más que pacotilla de simplezas -y a menudo de necios improperios ofensivos- y baratijas de esas en el morral de su ‘proyecto’ de nación, por supuesto que hay uno perfecto en las filas de la oligarquía y la derecha opositora, la que con un perfil así pretende ganar popularidad y quitar simpatizantes o votantes indecisos o arrepentidos al liderazgo y al programa social del obradorismo, enemigo del salinismo privatizador y de su saqueadora y elegante chusma hereditaria, ahora envueltos y abanderados por esa execrable invención populachera resuelta finalmente en candidatura presidencial ‘ciudadana’, impuesta sin rubores ni escrúpulo ninguno por los cacicazgos partidistas defensores del poder empresarial que los financia, y que lo hace con el vasto imperio económico conquistado desde los no muy lejanos tiempos en que el Estado nacional era casi su propiedad exclusiva.

2. Si de uno de simulador izquierdista y defensor del Estado social se trata -como algunos forjados en ese salinismo repartidor de la riqueza nacional entre unos cuantos socios ingresados, por eso, al club de los más ricos del mundo-, con porte y bagaje demagogo e indumentaria de neoliberal cosmopolita y pecados de un turbio pasado político inocultable, hay un candidato a la medida en las filas progresistas, donde más parece un polizón disolvente y peligroso que un defensor confiable de la causa popular que busca continuar su estancia en el poder presidencial.

3. Y si de un perfil proclive al Estado del bienestar se trata; de trayectoria indivisible en la militancia de izquierda y en las filas del liderazgo presidencial más representativo y popular del país; formado en la alta academia y en las virtudes del conocimiento y de la ciencia, aunque sin méritos oratorios ni carisma ni recursos personales para la propaganda y el estridentismo electorero, pero tampoco con antecedentes de probada corrupción ni de mala gestión institucional y en el poder público; si de un perfil de esa naturaleza se trata, aunque dependiente en importante medida del liderazgo nacional a cuya sombra ha crecido, lo hay, asimismo, en el oficialismo que procura perpetuarse en el supremo poder de la República como movimiento de transformación nacional.

Pues hay de esas tres sopas disponibles en el menú sucesorio por el relevo presidencial, y algún otro perfil que lo condimenta y que se nutre, también dentro del oficialismo, tanto del compadrazgo y el paisanaje como de una identidad cierta, con el jefe máximo, de intereses y luchas vindicativas contra los privilegios de la corrupción y la defensa de los derechos populares, aunque también en el reverso del imán carismático y de la fuerza popular de su promotor a sucederlo, y con algunos cuestionables antecedentes y vínculos políticos en su nativo entorno regional, si bien con una acreditada formación académica y solvencia cultural.

SM

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