Signos
Por Salvador Montenegro
El debate en torno de la Guardia Nacional es un debate muy retórico, muy mexicano y muy inservible.
Por supuesto que la paz social y el ejercicio de la legalidad requieren del despliegue de la Fuerzas Armadas del Estado y de la fuerza de la institucionalidad judicial, para que acaben con el poder de fuego y con la impunidad complaciente con que lo ejercen las poderosas bandas criminales.
Por lo menos el Presidente ha terminado por entender que la tropa debe salir, perseguir, matar y atrapar sicarios; que el encierro de los soldados en sus cuarteles sólo favorece la violencia, amparada en la corrupción, la complicidad y la incompetencia policial y gubernamental.
Pero liarse en hipocresías legislativas sobre lo poco civilizado y democrático que resulta convivir con los militares en las calles es de tontos deslenguados.
¿Se ven mejor las hordas homicidas?
¿Que la Guardia Nacional sea de orden civil o militar hace menos militares a sus integrantes?
Y sí, por supuesto, por las corruptas tradiciones mexicanas es más probable que se corrompan menos en las Fuerzas Armadas que como fuerzas policiacas.
Pareciera que el debate está sólo entre militarizar la vida pública o mantenerla criminalizada.
Acabar con la narcoviolencia es lo que importa. Es la que mata las libertades y la integridad institucional que debe garantizarlas y regularlas.
Si con la tropa se consigue servirá de algo. La palabrería civilista es basura químicamente pura.
SM