Signos
Pues el senador José Luis Pech decidió reaccionar contra las trampas del proceso de encuestas y consultas para nominar al candidato de su partido al Gobierno de Quintana Roo.
En dicho proceso, las preferencias entre los consultados lo favorecieron por goleada a él, aunque en el promedio general haya obtenido un empate técnico con la ahora nominada -Mara Lezama, munícipe cancunense- y un saldo de menor conocimiento entre los encuestados respecto de aquella, de la que, como es obvio dado su encargo y su costosa promoción, están más al tanto de quién es que del senador.
En un primer posicionamiento tras el resultado dado a conocer por el dirigente nacional morenista, Mario Delgado, Pech aceptó la victoria de la alcaldesa aunque con una evidente y natural reserva de inconformidad que compartía, dijo, con amplios sectores militantes, de ciudadanos diversos y de la opinión pública, y por lo cual suscribía una disciplinada ‘institucionalidad’ que si bien fuese factor de unidad y compromiso con la causa del liderazgo presidencial -la llamada ‘4T’-, no significaba un pacto de adhesión con la ganadora (y con los ganadores, se entiende, representados por ella, entre los que bien habría que contar, por principio, a los principales perpetradores de la alianza de los partidos Verde y Morena, Jorge Emilio González Martínez -dueño del primero y de quien recibe órdenes directas- y Mario Delgado, que trafica los negocios aliancistas con él) ni suponía, tampoco, una aprobación convencida del ejercicio de selección y de los criterios unilaterales con que, a decir de los datos conocidos y la decisión tomada en contra de la lógica de los mismos, ese recurso, cifrado en las consultas, fue operado.
Ahora el senador anuncia una jornada de revisión de las posibles anomalías ocurridas y de la legitimidad de la candidatura ganada, ante la expansiva multiplicación de los desacuerdos y las manifestaciones de protesta que ha tenido lugar desde que Delgado hizo la muy festiva y muy contradictoria revelación (¿la más desacreditada y descalificada era la premiada?) de que dicha candidatura sería para la contendiente preferida de la sociedad Verde-Morena de su pertenencia y que controla el Niño Verde, Jorge Emilio González Martínez.
Recorrerá el senador sureño todos los Municipios para encauzar la insatisfacción y la querella mayoritaria contra lo que se considera una imposición y una arbitrariedad que vulneran la democracia interna del partido. Y perfila un derrotero sistemático de protesta con propósitos de rectificación y de reemplazo del avieso proyecto ganador y enemigo del Estado y de los principios defendidos por el liderazgo superior del país y de la causa de la llamada ‘cuarta transformación’, porque, asegura, “nada está perdido”, “la lucha aún no termina”, y “nadie podrá gobernarnos si nosotros no queremos”.
Muy bien, como dice aquel: pero ‘el senador no da paso sin guarache’. Y entre los inconformes con el proyecto de Mara Lezama y los verdes y proverdes de Delgado y Jorge Emilio para la sucesión gubernamental, hay personajes e influencias del más alto perfil que animan las razones y las iniciativas de movilización del ganador real y estafado de las preferencias para abanderar al partido presidencial en los comicios estatales que vienen.
Y desde la óptica de los compromisos aliancistas podría no ser tan remota la disposición obradorista para zanjar la disputa interna por Quintana Roo de una manera tan salomónica como ladina:
A merced y a favor de los aliados verdes se operó el proceso interno de las encuestas cuyo resultado final estuvo, en efecto, de su lado. Pero… bueno: ya las inconformidades y las protestas masivas son otra cosa. A final de cuentas, las mayorías deciden… ¿Y si el pueblo dice que se violaron sus derechos y el mecanismo de selección de la candidatura no fue del todo transparente ni democrático?… pues el pueblo tendrá razón, ¿qué no?
Quién es más que nadie para contradecir al pueblo…
Por ejemplo…
SM