México vive desde hace varios años una crisis de inseguridad que ninguna administración federal, sin importar el partido político al frente, ha podido detener. La violencia generada por los grupos del narcotráfico se ha convertido en algo prácticamente cotidiano en varias partes del país, donde desde niños se preparan para resguardarse ante las balaceras. Y así como los pocos cuerpos de seguridad que no han sido corrompidos por el crimen hacen su trabajo para proteger a los ciudadanos, cientos de reporteros exponen sus vidas a diario para informar y denunciar a los delincuentes que amenazan la paz, ya sea de una pequeña comunidad enclavada en las montañas o de una metrópoli como Monterrey, la Ciudad de México o Cancún. Y si hay algo a lo que los criminales temen, más allá de la arremetida del Ejército o cuerpo policiaco, es al hecho de una persona los exponga como los cobardes que son, muy alejados del ‘glamour’ con el que son dibujados en series de televisión y películas. Ya sea si los gobiernos les otorgan medidas de seguridad o no, aquellos reporteros marcados por el narco han terminado sus días bajo los disparos de sicarios. Algunos de manera rápida, posiblemente saliendo de sus casas o lugares de trabajo. Otros no corren con tanta suerte y son ‘levantados’ para ser torturados, mutilados y, quizá lo más doloroso para sus familias, desaparecidos. La inacción e/o inoperancia de las autoridades de los tres órdenes de Gobierno no han hecho más que elevar una estadística que debería causar vergüenza a todos: 141 periodistas han perdido la vida a manos del narco en los últimos 20 años. Lamentablemente, con la política actual de la Cuarta transformación, ese número no ha hecho más que crecer.
Javier Ramírez
“Haré que te comas tus palabras”, amenazó en un video el líder del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), Rubén Oseguera Cervantes, alias ‘el Mencho’, a la conductora de televisión de Milenio Noticias, Azucena Uresti, molesto porque, según él, da información falsa sobre sus enemigos, las autodefensas del Estado de Michoacán.
Las palabras del capo, llenas de arrogancia, son un ejemplo de cómo los líderes del narco se sienten intocables ante un Gobierno federal que se ha enfocado por completo en tratar de acabar con los males que orillan a jóvenes y adultos a adentrarse al crimen organizado, y no en desmantelar de una vez por todas dichos grupos. Una política que no ha funcionado de ninguna manera, pues sólo ha incrementado el asistencialismo, mientras la violencia continúa rampante en todo el país.
Lo peor que puede hacer el Gobierno mexicano es dejar que los narcotraficantes le tomen la medida permitiendo amenazas tan impunes como las que ‘el Mencho’ lanzó, mientras por un lado se mantiene concentrado en sinsentidos como exigir perdón a los colonizadores o señalar a los detractores de todos los males del país cada vez que se tiene la oportunidad.
Más muertes, en sexenios de Calderón y Peña
El número de reporteros asesinados en México de acuerdo con la organización Artículo 19 es de 141 -de los cuales 130 han sido hombres- desde el año 2000 a la fecha, es decir, desde el sexenio del panista Vicente Fox Quesada, hasta el actual del morenista Andrés Manuel López Obrador.
Los Estados con más casos son Veracruz, con 29; Tamaulipas, Oaxaca y Guerrero, con 14, y Chihuahua, con 13.
Les siguen Sonora y Sinaloa con 6, Michoacán con 5, Quintana Roo, Tabasco, Coahuila y Estado de México con 4, Durango con 3, Zacatecas, Jalisco, Guanajuato, Puebla, Nuevo León, Morelos, Ciudad de México y ambas Baja California con 2, y San Luis Potosí, Nayarit y Chiapas, con uno.
Las administraciones de Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto han registrado hasta ahora el mayor número víctimas fatales, con 48 y 47, respectivamente, mientras que con Fox sólo ocurrieron 22 casos y con López Obrador ya hay 21.
Sin embargo, la misma Secretaría de Gobernación (Segob), encabezada por Olga Sánchez Cordero, ha reportado que desde que inició el sexenio de Andrés Manuel 43 periodistas han sido asesinados, es decir, el doble de los que registra Artículo 19 y otras organizaciones como Propuesta Cívica.
En este sentido, la dependencia reconoció siete de los 43 fallecidos estaban protegidos por el llamado Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, el cual les brinda apoyo para su seguridad. En total, dijo, unas mil 478 personas, entre reporteros y defensores de derechos humanos, son beneficiarias del referido mecanismo, aunque sólo seis entidades (Ciudad de México, Puebla, Guanajuato, Guerrero, Colima y Veracruz) tienen organismos locales de protección.
Amenazas del ‘Mencho’
Con esta tendencia de periodistas muertos al alza, era de esperarse que las palabras de Rubén Oseguera Cervantes generarán repudio general, especialmente en los comunicadores, quienes expresaron su solidaridad hacia la agraviada, Azucena Uresti, de Grupo Fórmula.
Y es que en el video subido a redes sociales el pasado 9 de agosto, el narcotraficante, rodeado de integrantes del CJNG, criticó al canal Milenio Televisión porque según él no están contando la verdad de los grupos de autodefensa que luchan contra ellos en Michoacán. Aseguró que dichos grupos son también narcotraficantes, ligados a Los Viagras, banda rival del CJNG.
Señaló que no quería coartar la libertad de expresión, sino pedir que la cobertura sea pareja, y lanzó una amenaza en contra de la referida periodista diciendo: “Donde sea que estés doy contigo y te haré que te comas tus palabras, aunque me acusen de feminicidio, porque no me conocen a mí, Rubén Oseguera Cervantes, yo no soy cobracuotas ni extorsiono”.
Ese mismo día, Azucena Uresti agradeció el apoyo de sus compañeros de profesión, de su audiencia y de las autoridades, comentando que siempre ha buscado el equilibrio de la información, comprobando datos para poder presentar hechos precisos, por lo que ella y su equipo seguirán haciendo su trabajo como hasta ahora.
Al día siguiente, el presidente Andrés Manuel expresó su solidaridad con la periodista, e indicó que dio instrucciones al subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración, Alejandro Encinas, para que atienda personalmente el caso y se le brinde protección.
Asimismo, afirmó que su administración siempre protegerá a todos los periodistas, a dirigentes sociales y a todos los ciudadanos, pues el Gobierno Federal, a diferencia de los anteriores, ya no protege a grupos de la delincuencia organizada ni de cuello blanco.
Las amenazas de ‘el Mencho’ hacia los trabajadores de Milenio, El Universal y Televisa, no son poca cosa, pues la Administración para el Control de Drogas de los Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés), lo coloca como un objetivo prioritario dentro de los 10 más buscados, por encima incluso de Ismael ‘el Mayo’ Zambada y Rafael Caro Quintero, ambos del Cártel de Sinaloa, por lo que ofrece una recompensa de 10 millones de dólares a quien aporte información que permita su captura.
De pequeñas empresas, los más afectados
Los crímenes en contra de los comunicadores se dispararon en el sexenio de Felipe Calderón, cuando la decisión de golpear el avispero sin una estrategia clara comenzó a generar matanzas a lo largo y ancho del país, tanto del lado de los narcos como del propio Ejército y las policías.
Ante la necesidad de cubrir estos eventos, decenas de personas, muchas de ellas sin ser periodistas de profesión, empezaron a registrar los casos que ocurrían en su entorno. Esto obviamente provocó la molestia del crimen organizado, que comenzó a amenazarlos para que dejaran de cubrir los hechos. Muchos decidieron hacerse a un lado por miedo a que ellos y sus familias resultaran lastimadas, pero otros decidieron correr los riesgos.
Fue así que desde el 1 de febrero de 2000 comenzó a contabilizarse el número de reporteros muertos, con la ejecución de Luis Roberto Cruz Martínez, reportero del medio Multicosas, de Tamaulipas. De 2000 a 2002 ocurrieron tres muertes cada año, en 2003 sólo uno, cuatro en 2004, tres en 2005 para cerrar la administración de Vicente Fox con 10 en 2006.
Lamentablemente, la mayoría de los asesinados o desaparecidos han sido periodistas que trabajaban por su cuenta o en medios pequeños locales alojados en blogs o en las redes sociales. Los comunicólogos de los grandes corporativos -o al menos la gran mayoría de ellos- se mantenían con una aparente sensación de seguridad, hasta hoy, a causa de las descaradas advertencias del ‘Mencho’.