Signos
Por Salvador Montenegro
Después de las institucionalísimas renuncias de los muy combativos senadores morenistas José Luis Pech y Marybel Villegas a la candidatura por el Gobierno de Quintana Roo, queda más claro que el agua inmaculada que todos, absolutamente todos, los liderazgos nacionales y estatales que quieren en el poder del Estado caribe a la munícipe cancunense Mara Lezama, marchan con sus respectivas cortes militantes al triunfal ritmo de la flauta que les toca el Niño Verde, cual muy ordenados y disciplinados ratoncitos de la fábula democrática y electoral de la regeneración moral, o el canto de las sirenas de la última y definitiva de las grandes transformaciones nacionales.
¿Le habrán enseñado un expediente tortuoso a Marybel Villegas y le habrán acercado la opción de un consulado en Tonga para que no haga ruido en las inmediaciones de los verdes feudos de Dios?
¿Y será que se ha alineado también, por la fuerza de los principios de adhesión a la causa presidencialista, el disidente jefe zacatecano de los senadores morenistas, Ricardo Monreal?
¿Se estarán sacando del arcón de los amedrentamientos legendarios las eficaces prácticas de la escuela de Gutiérrez Barrios?
¿Tanto encantamiento producen las notas de la marcha del poder del Niño Verde?
¿Y por qué el tan soberbio como inútil para hacer cumplir las causas justas, el fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero, es incapaz de hacer valer la ley contra criminales de altos fueros como el célebre exdirector de Pemex, Emilio Lozoya?
¿Y por qué la ley del ‘narco’ es hoy más implacable y sangrienta que nunca jamás?
¿Cuáles son los verdaderos mandamientos y los destinatarios reales de la fuerza anticorrupción de la llamada ‘4T’, y cuáles sus excepciones para la complicidad y la impunidad?
Porque cuando el piso no es parejo, hay que esperar el más grotesco de los bailes de la justicia.
SM