Nicolás Duran de la Sierra
Si bien las buenas noticias desplazan las sombras que aún opacan el horizonte del Estado, estas no dejan de ser ominosas. Es probable que, como recién dijera el gobernador Carlos Joaquín, para finales de mayo se pueda celebrar que no hubo que utilizar la mayoría de las camas dispuestas para el coronavirus, pero no será tan rápido el proceso de recuperación económica.
Si bien con decesos, el cotejo general nos será positivo, como se espera también en el resto del país, pero la reactivación del turismo, nuestro puntal económico, en buena parte dependerá de la reactivación financiera de los Estados Unidos, que es nuestro mayor emisor de vacacionistas, y esta recuperación no se antoja cercana por el brutal impacto del Covid 19 en aquel país.
La afirmación del presidente Donald Trump en cuanto a que para reactivar la economía de su país hay que dejar atrás la “sana distancia” como método para combatir la epidemia, es una amenaza para el turismo no sólo de Quintana Roo sino de todo el orbe. “Es posible que haya algunas muertos porque la gente no esté en sus casas, pero hay que reactivar la economía”, dijo a ABC News.
Pese al más de un millón de afectados y más de 70 mil muertos, con su habitual lenguaje bélico y tras afirmar que la epidemia es un golpe peor que el de Pearl Harbor, el presidente llamó al país a “verse como guerreros” y dejar sus casas… Todo esto hace suponer que la lucha contra el Covid 19 allende el Bravo no será fácil ni será rápida, pues es previsible un conflicto político interno.
Quizá sea tiempo para que el Estado, como eje nacional del sector, amplíe su oferta a otras regiones del mundo y, en los primeros meses de la reactivación, se nutra del turismo interno. Sin duda las autoridades mexicanas de todo orden han estado a la altura del desafío, pero hay problemas que escapan a sus manos y la errática lucha contra la epidemia en Estados Unidos es una de ellas.