El minotauro
Por Nicolás Durán de la Sierra
En política, es raro que se presente un escenario como el que recién se dio en la Cámara de Diputados con el debate y anulación de la iniciativa de una nueva ley eléctrica del país presentada por el presidente López Obrador, la que buscaba fortalecer a la Comisión Federal de Electricidad y darle mayor peso al Estado Mexicano en la toral materia energética.
La bancada de la llamada “nueva oposición” con el PAN y el PRI a la cabeza, impidieron que se alcanzaran los votos suficiente para su aprobación, pues no bastaba la mayoría simple, que ya tenía Morena, sino se precisaba también de algunos votos del bando contrario. El veto de la iniciativa presidencial fue considerado por éstos como una gran derrota para el partido guinda.
Sin embargo -de allí el escenario inusual- la tal victoria, siendo generosos, sería pírrica, es decir, que tuvo un costo muy alto para lo que dicen que se ganó. ¿Qué ganaron? Pues que la ley anterior siguiera vigente, y para ello se exhibieron como personeros de empresas extrajeras que quieren seguir gozando de los contratos leoninos que les dejara el expresidente Peña Nieto.
¿Ello les dejaría jugosas ganancias? Pues no, porque la Suprema Corte de Justicia validó que se favorezca a la CFE por encima de las empresas privadas y facultó en algunos casos para que se revoque contratos, y ello no precisa del aval legislativo. Por eso es que el presidente días antes habló del blindaje de la empresa estatal y vaticinó que lo oposición se exhibiría como traidora.
¿Entonces, para qué ir al pleno de los diputados? Para redondear la estrategia. ¿Qué no salió? Ni modo, los responsables son los partidos de oposición, no Morena. Lo pírrico de la victoria habrá de notarse aún más, ya que la exhibición de los trafiques de éstos tendrá efectos electorales este próximo junio: la mayoría del país se teñirá de guinda. ¿Perdió el partido de López Obrador?
Por añadidura, el resultado adverso a su iniciativa en el Palacio de San Lázaro, mostró que su gobierno lejos está de ser dictatorial, sino por el contrario, que es un gobierno democrático. En este contexto, grandísima fue, pues, la victoria de la “nueva oposición”. De seguro, en el Palacio Nacional, el pasado domingo el presidente durmió tranquilo, con la nueva ley minera en mente.