Con una estufa dando las últimas, los ahorros gastados, ojeras en el rostro por las madrugadas y el esfuerzo diario, pero siempre con una sonrisa que irradia esperanza, don Ricardo Villalba logró que no le clausuraran su comedor comunitario con el que alimenta a más de 400 personas de Cancún en situación de pobreza o que se quedaron sin empleo por culpa del Covid-19.
En notas pasadas dimos a conocer la intención de las autoridades municipales de Benito Juárez por clausurar este comedor (que don Ricardo inició hace 50 días, cuando decidió alimentar a las personas del Crucero que padecen hambre), primero bloqueando su paso a su humilde negocio, para después pedirle que dejara de realizar esta labor altruista ya que podría generar un brote de contagio.
“Tenemos muy presente el riesgo. Pero si no se mueren de Covid-19, estas personas se van a morir de hambre. Guardamos toda la distancia necesaria y hasta repartimos cubrebocas entre los asistentes. Todo para garantizar que no se contagien”, dice emocionado don Ricardo.
Al principio era sólo el, su familia y sus ahorros. Pero cuando se acabaron estos últimos y más personas conocieron su historia, otros comerciantes y personas de buen corazón se sumaron a su causa, apoyándolo con especie y materiales.
Hoy, don Ricardo logró vencer a un sistema “celoso” de su gran corazón. Un Gobierno que había abandonado a la población más vulnerable, pero que también existen, y también tienen derecho a vivir.