El minotauro
Nicolás Durán de la Sierra
Como si se tratase de una ironía en estos tiempos en los que se busca reducir el presupuesto del INE, y en los que se anuncia una gran marcha en la capital del país en favor de la medida; acaso como burla, el instituto electoral estatal anunció recién que, para 2023, crecerá la financiación de los partidos políticos en el Estado en un diez por ciento, y llegará a los 53 millones de pesos.
Cabe destacar que en el año entrante no habrá proceso electoral alguno en Quintana Roo, y que el anuncio mismo, que se repitió en otros Estados, mete más calor a un tema ya de por sí candente: ¿Es justo pagar el alto costo de los institutos electorales y los partidos políticos en México? Salta a la vista que no.
La democracia en el país es una de las más caras del mundo
Antes de que acabe el año, según anunció el presidente López Obrador, tras modificar leyes secundarias al respecto en el Congreso federal, se reducirá el monto de financiación a los partidos políticos, pero el problema de fondo, el costo de operación del INE, continúa vigente, al igual que la designación de los consejeros del propio instituto.
Esa es la lucha sustancial.
En el caso del Estado, en el 2023, Morena recibirá casi 15 millones, seguido por el Verde, con 11 millones y medio, y el PAN, con casi casi siete millones, y por ende, el partido ahora oficial será el que más sufra la mengua presupuestal.
Esto silencia las voces que alegan que la reforma al INE es favorable al partido del presidente. El partido más afectado con la reforma sería Morena.
La marcha del próximo domingo en la Ciudad de México por la reforma del instituto, no su desaparición, tiene mucho que aportar.
La oposición no ha querido dialogar y sólo la descalifica per se, pero la propuesta puede y debe ser mejorada en las cámaras legislativas, que para eso sirven, entre otras cosas.
Hay que financiarlos, pero con medida. Los partidos no deben ser islas doradas.