La nota rosa
Por Flor Tapia
En días recientes, la diputada Maritza Basurto, del Partido Movimiento Ciudadano, una vez más dejó en claro su compromiso con la causa del derecho animal. Maliciosamente y en un Estado que padece un sinfín de problemas de toda índole, los diputados Hugo Alday y Alicia Tapia, quienes tienen como prioridad regresar las corridas de toros y peleas de gallos a Quintana Roo, ahora tuvieron otra ocurrencia al declarar la charrería patrimonio cultural intangible de Quintana Roo, lo que no era necesario ya que desde 2016 la UNESCO lo hizo.
El diputado Hugo Alday y su cómplice Alicia Tapia pretenden con esto abrir la puerta para que dentro de la charrería en Quintana Roo se incluyan las corridas de toros. Lo que la ciudadanía no permitirá. Realizan cualquier trastada para conseguirlo. Adquirieron compromisos que ya les fueron pagados y ahora los deben cumplir. Para fortuna de los animales y de los quintanarroenses que no queremos más crueldad contra ellos, la diputada Maritza Basurto logró que no se incluyeran dentro del reconocimiento las prácticas de maltrato contra el ganado vacuno, lo que en papel es un logro importante. Sin embargo, la propia diputada ha sido muy puntual al señalar que la PPA está facultada y obligada a prevenir, fiscalizar y sancionar las actividades que no han sido aprobadas en la charrería del Estado y que están prohibidas en la Ley de Protección y Bienestar Animal de este. También ha manifestado su descontento con el desempeño de esta misma institución para atender las denuncias de maltrato.
La defensa de los derechos de los animales redefine nuestro concepto de ciudadanía, y la inclusión de los animales en la agenda política de nuestro Estado es una exigencia ciudadana. La consideración a la vida de los animales también conlleva un sentido ético y moral. Desafortunadamente el nivel de discusión en la XVII Legislatura es deplorable. Porque si algo demuestran nuestros legisladores es que siempre lo pueden hacer peor.
A diferencia de la dupla Alday y Tapia, que están convencidos de que el Congreso es para cumplir sus caprichos y hacer negocios, la diputada Maritza Basurto cumple a cabalidad el compromiso de defender a los animales prácticamente sola.
Los derechos sirven para organizar la vida social, y los animales pertenecen a esta. No debería ser tan difícil de entender para algunos legisladores. Critican y agreden a la diputada Basurto dentro del Congreso por su noble desempeño en favor de los animales. A menos de un año de haber iniciado la Legislatura, ya aparecen por aquí y por allá más pruebas de las “ocupaciones” de algunos de estos servidores públicos. Si bien el derecho en materia animal sigue siendo conservador en nuestro país, políticos como la diputada Maritza Basurto han propuesto iniciativas en su real beneficio.
Las acciones legislativas a favor de los animales ponen freno al abuso del humano. Según datos del INEGI, en México existen 23 millones de animales, el 70% está en situación de calle y somos el tercer lugar de maltrato animal en el mundo y el primero en Latinoamérica. 500 mil animales son abandonados cada año en nuestro país y 1 de cada 10 animales domésticos es víctima de violencia.
La creciente conciencia pública respecto al maltrato animal y el repudio generalizado a las prácticas tradicionales que los lastiman, exige a los políticos mexicanos atender el tema. Por eso el trabajo incansable y solitario de la diputada Maritza Basurto resulta refrescante y esperanzador para quienes queremos un trato digno para los animales y más leyes que los protejan.