Comentario editorial
Claro que una cosa es hacer grandes negocios privados con los patrimonios públicos y desfalcar al Estado y a los contribuyentes fiscales respetables y cumplidos, y otra cosa es hacer grandes inversiones públicas de servicio social y propiedad estatal con la renta fiscal de los negocios privados, y rescatar de sus ruinas algunos de los bienes estatales entregados por las bandas gobernantes, a precios de remate, a sus socios de las bandas empresariales, de cuyas desmesuradas deudas insolventes, como criminales financieros que son, también los han salvado sus cómplices en el Gobierno haciendo enormes agujeros en el erosionado y ultrajado erario y convirtiendo los atracos en deudas públicas de la marca Fobaproa.
Una cosa es entregar Mexicana de Aviación al rufián de un grupo criminal como el Posadas, por ejemplo (los de Larréa, Salinas Pliego, Ancira, etcétera son de la misma plaga), sólo para que se robara sus activos y los financiamientos bancarios obtenidos bajo el falaz argumento de operarla, y para que terminara quebrándola y echando a la calle a sus trabajadores pese a haberla adquirido a microprecios infinitamente por debajo de su más pírrico avalúo, y otra cosa es exactamente todo lo contrario a lo de tal piltrafa pública y privada por la que una pequeña pero importante y creciente base social y electoral de ricos y de pobres de la misma naturaleza moral claman por su retorno a la apropiación de ese Estado enemigo del derecho y representativo de la corrupción y de la descomposición dominante en casi todos los tiempos.
Ese Azcárraga de Mexicana también fue alimentado en su codicia y su rapacidad por el poder político en Quintana Roo y fue dotado, asimismo, a precios misérrimos para la Hacienda pública local pero apreciables rendimientos privados para el liderazgo gobernante en turno, de un vasto predio de superior plusvalía turística en las inmediaciones, antes estatales, de Chemuyil, en uno de los más espectaculares ámbitos caribes, donde levantaría un hotel de clase mundial. Un modus operandi, pues, el suyo, que no sería nunca el de un empresario cabal sino el de un truhán: un pérfido ladrón corporativo de la misma especie de sus iguales gobernantes representados ahora, entre Salinas y Peña, por el grupo oligárquico denominado Frente Amplio por México, que quiere arrebatar la popularidad y el liderazgo presidenciales de López Obrador con la candidatura de una empresaria de origen indígena y procaz lenguaje populachero, detrás de cuya apariencia de cordera y exitosa y noble aborigen empresarial pretende esconder sus fauces y sus letrinas de índole y modo de ser del tipo de Gastón Azcárraga, el de Mexicana.
SM