Y ahora, los zetas de Allende

Signos

El Gobierno estadounidense está solicitando al mexicano la extradición de los hermanos Treviño Morales, jefes zetas con delitos graves por castigar en el ‘otro lado’ pero que nunca fueron perseguidos ni mucho menos sentenciados en México por la masacre de marzo de 2011 ordenada por ellos y ocurrida en Allende, Coahuila, la que pudo alcanzar los 300 homicidios -además de la destrucción de viviendas de las víctimas-, entre ellos de niños, mujeres y ancianos, aunque no existen cifras exactas y oficiales publicadas. En Estados Unidos un crimen como ese calificaría para un cúmulo de muchas penas de muerte. El Z40, en cambio, Treviño Morales, sólo fue condenado en México a ocho años de cárcel por delitos asociados a posesión de drogas y de armas de fuego prohibidas. La Fiscalía está pidiendo para el Mayo Zambada, en Nueva York, la pena de muerte, como escarmiento contra los fentanileros que abastecen a las pandillas que nutren el vicio mortífero de la vasta comunidad de desesperados drogadictos de la Unión Americana y a quienes se culpa -a los fentanileros, como el Mayo, claro está- del tumulto de muertes de los viciosos suicidas. El Estado mexicano, pues, a través de sus policías, Fiscales y Jueces ha protegido a sus criminales mayores. Y ahora queda por ver si lo seguirá o no haciendo. Claro que los jefes zetas no pagarían allá por sus masacres impunes de acá. Ya los salvaron los regímenes panistas, priistas y morenistas mientras pudieron. Y aunque no los condenarían a muerte en Estados Unidos, como quiere su Gobierno que pase con el Mayo, puede suceder que el Gobierno claudista los salve ahora de la extradición solicitada por Washington, si el Mayo es condenado a la pena capital. La extradición se demanda ahora debido a la impunidad con que México premió a los jefes zetas con mínimas penas de prisión que estarían concluyendo, y que fueron denunciados en Estados Unidos por dos testigos protegidos que antes debieron trabajar para Los Zetas, que se fueron del país huyendo de ellos y que, con esa fuga, condenaron a sus familias y allegados a la crueldad vengativa de los Treviño Morales. 

SM

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