¿Alguna rebelión en la granja se cocina?

Signos

¿Romperán los verdes su alianza con Morena, como tanto suena y resuena que lo harán otros pegotes de artificial adherencia al oficialismo una vez conseguidos sus propósitos políticos al amparo de la popularidad obradorista que los hizo ganar en las urnas? ¿Quintana Roo se escindirá del mapa guinda como el de más verde corazón de control político estatal que es de toda la República, cual el de Gino, encumbrado en las ramas del limonero gangsteril del Niño Verde? ¿Estará llegando la hora de la sacudida del árbol de Morena y la caída temprana de su reseca hojarasca como en su otoño la del PRD, que fue fecundado con la izquierda que migró del PRI? ¿Ganaría sin Claudia el grupo del Niño Verde la sucesión gubernamental en Quintana Roo como lo hizo en su momento agarrado del arrastre popular y electoral de Andrés Manuel que desplazó a pripanistas y perredistas que, de cualquier modo, no gobernaban peor que ahora? (Porque en el remolino obradorista lo de menos es de qué colores ideológicos pintaras tu mandato popular si el electorado los ha legitimado pensando que al votarlos se obraría el milagro de que todos los liderazgos de los mismos colores serían iguales o, por lo menos, en algo similares aunque más baratos y vulgares. No lo han sido ni lo son en la patria de la objetiva realidad, claro está. Y, a menudo, como también ocurre en Guerrero, Sinaloa y Tamaulipas donde el narcoterror mata y manda, son todo lo contrario.) ¿Le importaría a Claudia mantener su movimiento renovador dentro del mismo esquema del partido Morena y sus alianzas? Porque los aliados ya cobraron las cuotas que se proponían participando las pobres cuotas de sufragios que, sin embargo, se necesitaban para hacer las mayorías calificadas de las reformas constitucionales prioritarias al obradorismo. Y también es cierto que los verdes saben muy bien que lo suyo son las alianzas y que por cuenta propia no llegan a ninguna parte, porque no son un partido de ideas y programas y propuestas populares y representativas sino de truhanes a la caza de las mejores coyunturas para inclinar las balanzas y cobrar las comisiones propias de las ganancias ajenas. ¿Creerían ahora poder ganar sin Claudia la sucesión gubernamental en la entidad caribe? ¿O que pueden sumar sin Morena, es decir activos opositores o desprendidos de la fuerza guinda, ahora que Andrés Manuel se fue a la quinta palencana y que ya no es lo mismo la influencia decisiva del poder de su memoria que la de su presencia viva y activa en el supremo poder del Estado? Sí, puede decirse que sin Andrés Manuel ya no se tiene el contagio electoral y el impulso del imán carismático que, por pérfidos que fueran, hacían ganar a los socios partidistas. Pero tampoco se tiene la tolerancia a esas perfidias de conveniencia parlamentaria para el obradorismo. Y, en contraparte, se tiene una vigilancia permanente sobre las probadas y sabidas conductas delictivas de los hampones seudoambientalistas. Para Claudia, que el verdemorenismo o no siga su marcha podría ser lo de menos. Ya está en el poder del Estado y habría de seguirlo estando con esos colores o sin ellos. Lo que debe importarle es la popularidad y la legitimidad de su mandato y de su causa renovadora dependiendo sólo de la aceptación de sus iniciativas y sus obras y no de la idolatría de un modo de ser y de un contagio natural con las grandes mayorías del pueblo que no tiene. Si gana eso, su causa anticrimen sería exitosa, y los verdes y delincuentes políticos similares, anexos y conexos no sólo no servirían ya como aliados sino más bien como presuntos culpables de la campaña presidencial anticrimen de Omar García Harfuch. Algunos observadores perciben, en efecto, voces, deslealtades y presumibles amenazas de deserción inconcebibles durante el liderazgo unigénito del patriarca tabasqueño. Pero acaso, también, como lo afirmara él mismo, no han medido bien la fuerza alternativa del liderazgo de la Presidenta. Y no todo es la palabra y el poder cifrado en el respaldo popular indivisible desde donde Andrés Manuel combatió a sus enemigos sin tener que asumir el poder constitucional de las instituciones. Los votos de Claudia la legitiman ahora, en términos constitucionales, mucho más que a Andrés Manuel. Y en eso tendrán que pensar quienes tienen cuentas pendientes detrás de sus proyectos fraudulentos de poder. Sí, sí, todo es especulativo. Pero el suceso histórico de un personaje de tanta fuerza popular en el país seguirá siendo por mucho un suceso tan inédito como pasado. Ahora el país podría estar en el umbral de conocer otro suceso inédito y en curso: el de una mujer dispuesta a hacer funcionar las instituciones caiga quien caiga, y contra quien pudieran equivocarse algunos grandes temerarios abusivos que, como gran parte del país, todavía no la conocen.

SM

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