Signos
¿De veras, la vacuna rusa contra la pandemia y la defensa editorial de su promoción -como factor virtuoso en favor de la salud, y como un bien y un derecho humano universales y contrarios, en efecto, a las ruindades y las naturales simulaciones democráticas y humanitarias de Occidente y su genética colonialista-, tienen pinta de misiles soviéticos intercontinentales como para que se les descalifique en la víspera -y como si fueran armas de destrucción masiva de una reedición de la Guerra Fría-, a partir de más supuestos y argumentos retóricos y mezquinos, que de protocolos científicos y sanitarios?
¿Puede considerarse más peligrosa la vacunación con el fármaco más inmediato salido de los laboratorios en este mismo verano, que la progresión de los contagios y su mayor letalidad global probable hacia las temporadas invernales?
¿No cortaría, su éxito probable, las cadenas de transmisión, y ser menores sus riesgos frente a la expansiva masividad del virus?
¿Es más enemiga de la OMS -y de la comunidad internacional que se supone representa- esta vacuna que la declaración de guerra y la ofensiva suspensión de fondos de los Estados Unidos a dicha institución de la ONU?
SM