Signos
Pues sí: los “negocitos añejos” deben ser bandera opositora o causa política particular de quien los denuncia. Pero sobre todo, si lo son (“negocitos añejos”), deben ser delitos perseguibles y condenables. Si las causas delictivas que afectan el interés público sólo se quedan en pleitos morenistas de familia (de la mafia), el Morena no es mejor partido que sus opositores. Si la complicidad se torna pegamento de la unidad militante para encubrir malversaciones presupuestarias denunciadas como tales en las tribunas públicas (como la de Adán Augusto contra Monreal en el Senado, líderes parlamentarios del oficialismo) pero que, por interés político, no trascienden a los tribunales, entonces la fuerza moralizadora y anticorrupción y anticrimen que dice defender el llamado movimiento de la ‘cuarta transformación’ y que lidera la jefa del Estado mexicano Claudia Sheinbaum terminará convertida en polvo de mentiras y en tanto como lo mismo que dice combatir y cuya demagogia acabará en venenoso caldo de proselitismo electoral de sus opositores o en anzuelo del pez que por su boca muere. Porque el de la moral es el discurso más peligroso de defender en la vida de hasta el más puro de los seres. Porque las relatividades y los naturales contrastes y defectos los descubren y los callan. Y porque la defensa propia de la virtud se muta en blasfemia simultánea. Y en la política, cual mercado del poder, como en ninguna otra actividad, la mentira es la moneda de cambio más usada. La defensa del bien de los demás como principio que mueve los ideales propios es lo menos creíble en ese mundo demagogo donde las verdades verdaderas son armas suicidas de los tontos y las mejores mentiras y las mejor dichas son el alma del impulso y el éxito de los más aptos. ‘No robar, no mentir, no traicionar’ es lo mismo que arengar con la promesa de ejercer el poder con “honestidad y compromiso” o como “la renovación moral de la sociedad” del ruinoso delamadridismo. No se sostiene. No se puede, si se privilegia el interés político y se descubre el maniobreo palabrero de los delitos verdaderos que se encubren. Lo dijo Luisa Alcalde, Presidenta de Morena: ‘si descubres una irregularidad y no la denuncias, eres cómplice’. Si no terminan ante un Juez los “negocitos añejos” de Monreal acusados en la tribuna del Senado por Adán Augusto, estaremos ante una edición más de la política del espectáculo palabrero de los viejos tiempos, y a la espera de que los opositores esparzan con bombo y platillo los promocionales de su próxima campaña electoral sostenida en la moral morenista de los “negocitos añejos” monrealistas.
SM