El más exitoso crimen organizado

Signos

Como bien se sabe, el Niño Verde es un delincuente genial.

Es el jefe de jefes en Quintana Roo.

Y al amparo de la causa de la regeneración moral obradorista, su banda lucra más que nunca.

¿Votos para las reformas constitucionales del obradorismo que harán la transformación del país y pondrán fin a la cultura de la corrupción legada por el PRI? El Partido Verde tiene sólo unos cuantos, pero esos hacen la diferencia.

(Mientras, la banda y su patriarca vitalicio se mueren de risa:

Los predicadores de la resurrección moral requieren de la corrupción de los verdes, que abrazan su causa a cambio de grandes y sucios negocios de poder.

¡Que viva México!)

La de los verdes es la banda más lucrativa del crimen organizado, en efecto.

Quintana Roo es el más rentable de sus feudos gracias a la venta de su alianza al partido presidencial, cuyo caudillo fundador, Andrés Manuel López Obrador, y con el beneplácito de una popularidad democrática y de rangos de idolatría que ningún otro líder ha tenido nunca en la historia nacional, hizo posible que, a falta de capacidad y liderazgo de los legionarios fundacionales de su militancia local, su vasto poder de decisión sin réplicas ni contrapesos fuese usufructuado por los verdes, como representantes suyos -los de la regeneración moral- para hacer del Estado caribe un patrimonio propio; un sueño, ese, que el Niño Verde, cuya sede esencial es Cancún (territorio a su medida, por su anarquía y alta ingobernabilidad), no había podido cumplir porque los Gobernadores, aún los más asociados con él y cómplices suyos, como Félix González Canto y el ahora preso Roberto Borge Angulo, tomaban para sí la mayor parte del botín de la rapacidad política en una entidad -de alta dispersión cultural, poblacional y de opinión pública, y acaso la de la conciencia ciudadana más fragmentada en términos identitarios y por tanto más desunida del país- donde la era democrática sólo ha significado anarquía y despojo a manos llenas de los grupos gobernantes estatales y municipales sin una sociedad civil que haya podido impedirlo.

Y ahora la banda tiene un Poder Legislativo que no podía ser más a modo; que ni siquiera discute, cual encomienda parlamentaria superior, las reformas que se aprueban. Porque son ahora las que más convienen al negocio de poder del grupo verde: las suscriben por anticipado y sobre el vil mayoriteo o el absolutismo numérico calificado.

Convierten, asimismo, decisiones que debieran ser judiciales y del más alto interés público, en dictámenes arbitrarios aprobados del modo más inconsulto por orden expresa de la oficina jurídica del Poder Ejecutivo (y donde todo patrimonio inmobiliario, por ejemplo, como en la última legislación, puede ser sujeto de expropiación según la autoridad lo determine; es decir, según lo precise el interés de la banda de los verdes desde cualquier proyecto propio que puede ser argumentado y aprobado por la arbitrariedad legislativa).

Y hasta las reformas constitucionales del obradorismo y promulgadas con los votos decisivos del partido del Niño Verde -como la del Poder Judicial de la Federación, que debiera ser replicada en los Estados como principio de transformación integral del corrompido sistema de Justicia del país- pueden ser traicionadas sin pudor en la entidad caribe, donde el impuesto titular del Tribunal Superior de Justicia, por ejemplo, Heyden Cebada Rivas, un notario público sin expediente meritorio alguno en el sector judicial, es blindado por una orden inapelable del Ejecutivo que es cumplida a cabalidad por la servidumbre legislativa para que pueda permanecer en su encargo años y años sin someterse al sufragio ciudadano ordenado por la reforma judicial federal, que debiera replicarse en la estatal, según el mandato del Constituyente mexicano.

Y así, también, el chiapaneco Fiscal General del Estado, Raciel López Salazar, por disposición del poder del Niño Verde puede, del mismo modo, mantenerse por el tiempo que a los intereses particulares de su grupo convenga, por más que la obradorista Presidenta de la República, Claudia Sheinbaum, pretenda garantizar, desde su convicción y su proyecto de transformación republicana -que se propone sustentar en nuevas reformas constitucionales-, que los servidores públicos de la nación no se reelijan y lucren lo menos posible no perpetuándose en sus cargos y no convirtiéndolos en reductos de poder para sí mismos y para las mafias que los llevan hasta ahí con el mismo propósito, el de beneficiarse de ellos.

Nunca el ideal del Niño Verde de hacer de la entidad caribe su feudo absoluto de control se había consumado y materializado de manera tan exitosa como ahora, con el mito obradorista de la regeneración moral, en cuyos afanes políticos han contado, la causa y sus liderazgos fundamentales, con la alianza de la más hábil y depredadora de las bandas del crimen organizado del país, la que comanda el Niño Verde, el mismo célebre sujeto que fuese librado de toda culpa por el entonces Gobierno de Beto Borge -a través de la que fuese Procuraduría General de Justicia del Estado- y pese a todas las evidencias en su contra, de la violación y el asesinato de la búlgara Galina Chankova Chanet, lanzada al vacío desde una terraza del departamento de lujo del Niño Verde en el piso 19 de la Torre Esmerald Cancún, de la Zona Hotelera, el 2 de abril de 2011.

Según publicaron algunos medios de comunicación locales en su momento, como el semanario ‘Luces del Siglo’, “Galina Chankova tenía apenas unas horas de haber arribado al aeropuerto de Cancún, procedente de Ámsterdam, Holanda, en compañía de Gergana o Ivanova Ralitsa, contratadas por una agencia de modelos para que esa misma noche trabajaran en la fiesta organizada por el exdirigente del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), Jorge Emilio González Martínez”, hoy día, el jefe de jefes de Quintana Roo y uno de los artífices del éxito de la regeneración moral en el país.

SM

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