De acuerdo con los modelos de predicción meteorológica, la crítica situación de este año es comparable con las que se vivieron en 1986 y en 1962 en la mayor parte de la Península.
Incluso, hay evidencias estadísticas de que la sequía de este año se adelantó y deja sentir sus efectos desde febrero pasado. Sin embargo, se estima que este año llegaremos a sentir sensaciones térmicas cercanas a los 50 C°, con cortas temporadas de lluvias.
Consecuencias devastadoras
Sus principales consecuencias se podrían reflejar en las actividades del campo, en la extracción de agua para consumo humano y uso agrícola y, de no tomarse las precauciones suficientes, en la salud de la gente.
Los incendios son un problema adicional que ya se está presentando en varios puntos del Estado.
La situación es de suma importancia si se considera que la etapa de secas de este año empata con la de 2019 y parte de la de 2018, cuando cayeron lluvias menores que el promedio.
De acuerdo con Juan Vázquez Montalvo, meteorólogo del Comité Institucional para la Atención de Fenómenos Meteorológicos Extremos de la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady), prácticamente se fusionan tres años de escasas precipitaciones pluviales y, de acuerdo con el ingeniero Vázquez, los niveles de agua subterránea ya están bajando a los niveles mínimos.
“¿Qué lo está ocasionando? No lo sabemos. La explicación puede ser un ciclo que se está repitiendo, porque la atmósfera vive ciclos”, dice el especialista, quien durante más de dos décadas –hasta su jubilación– fue jefe del Laboratorio de Hidráulica e Hidrología y responsable del Centro Meteorológico de la Facultad de Ingeniería de la Uady.
“Pueden ser el aire seco y descendente que está dominando y las altas presiones que este año llegaron mucho antes de tiempo. Llegaron desde fines de enero, cuando normalmente lo hacen a fines de marzo o principios de abril, y adelantaron la sequía”.
Los primeros avisos
El meteorólogo menciona algunas señales de la Naturaleza sobre la situación que se avecina: los árboles Maculís florecieron en febrero, no en marzo como es lo común, y los ceibos también dieron frutos antes de tiempo.
“Las hormigas han estado chambeando igual, están llevando mucha comida a sus nidos”, abunda. “Es presagio de que viene una sequía muy fuerte y se están abasteciendo”.
El consultor en hidrometeorología hace notar que la sequía de 2020 preocupa particularmente a los expertos porque es el segundo año consecutivo en que las lluvias de enero a marzo han estado muy por debajo del promedio.