
Signos
Sí, en los tiempos presidenciales del autoritarismo corrupto y privatizador, donde podía robarse o disponerse del erario y los patrimonios públicos mediante Legislaturas y autoridades judiciales compradas y complacientes, el recurso ahorrado de las pensiones fue desviado en gran medida hacia otros objetivos (inversiones públicas fallidas, amortizaciones crediticias interminables, viles despojos, etcétera) con alta discrecionalidad política e irresponsabilidad presupuestaria, hasta ocasionar un desfalco fiscal desproporcionado que obligó a la bancarización de esos fondos para el retiro y a las reformas del ISSSTE del 97 y de diez años después.
Del mismo modo que con el Fobaproa zedillista, los ahorros desparecieron, en mayor medida (también se canalizaron, en parte, al pago de la deuda de los banqueros mediante el Fobaproa), y los saldos se convirtieron en fondos de administración privada (las Afores, una nueva contribución pública a los bancos) o cuentas individuales generadoras de intereses fijados por el mercado.
¿Reintegrar? Es como (además de cancelar los programas sociales) estatizar parte del sector financiero. Es como estatizar una parte de la minería o de la siderurgia o Telmex o Tv Azteca y otras empresas del Estado entregadas por Salinas a las familias que con ellas y su rentabilidad accionaria, bursátil y globalizada, pero sobre todo con el obsequio de la supresión adicional de impuestos (lo que sólo ocurre en las economías más corrompidas por Gobiernos de saqueadores), se convirtieron en una de las oligarquías más ricas del mundo.
No. La manera de (re)cobrar algo de lo quitado (o robado) a las pensiones y de hacer un poco de justicia es gravar en sus justas dimensiones esa capitalización desorbitada promovida por el Estado privatizador, la que ha dejado, además, a la cleptocracia gobernante y a partir de los porcentajes tributados como ganancias subterráneas, vastos remanentes que, en el caso de Carlos Salinas, por ejemplo, y consignando sólo un mínimo de un uno o un dos por ciento de ‘participación’ por empresa pública entregada (su hermano Raúl llegó a decir que cada negocio presidencial les reportaba ganancias del diez por ciento), lo habrían podido alzar como el hombre más rico del planeta.
Porque lo robado, robado fue. Sobre eso no puede haber ya impuestos ni recuperaciones ni sanciones ni nada. Fue legal. Constitucionalizado. Y un nuevo régimen pensionario no bancarizado ni completado con recursos del programa del Bienestar para Adultos Mayores tendría que reformularse apenas como ‘borrón y cuenta nueva’ y sin distraer un solo centavo de los ahorros públicos para el retiro. Y eso no. No hay dinero. Y no podrá resolverse ni secuestrando el país entero ni mucho menos hablando en balde con el progresismo obradorista que tanto prometió en las vísperas de su toma del Estado poner a buen recaudo la reforma calderonista de las pensiones del 2007, la que seguirá vigente, así la disidencia magisterial se haga vieja, se jubile en las calles y se olvide de las aulas para siempre.
SM