La crisis provocada por el Covid-19 golpeó a millones de mexicanos en este 2020 que está a punto de terminar, ya sea con la muerte de gente cercana o la pérdida del empleo. Pero el crimen no se detuvo. Asesinatos, robos, violaciones y secuestros, continuaron marcando también la vida de miles. Y es que aunque el cambio de la rutina diaria de los ciudadanos derivó, por obvias razones, en un leve descenso de rubros como el robo a casas habitación, otros, sobre todo los relacionados con la seguridad sexual, el narcomenudeo y las afectaciones contra el medio ambiente registraron alzas significativas. En el caso de la zona sur, el número de ejecuciones relacionadas con la venta de drogas se disparó, mientras que en el norte, específicamente en el Municipio de Benito Juárez, los feminicidios y los ecocidios aumentaron. Y sin embargo, las autoridades encargadas de la seguridad de los quintanarroenses prefieren omitir tales hechos, para centrarse en “logros” tan insignificantes como la captura de algún narcomenudista, pagando para que los medios los anuncien a ocho columnas. Hasta ahora sólo han demostrado su incapacidad para cerrar el paso al crimen organizado en ciudades como Chetumal, que hasta no hace mucho se caracterizaban por su tranquilidad. Y, poco a poco, comienzan a salir grupos de “autodefensas” llamando a las armas para, según dicen, poner un alto a los delincuentes.
Javier Ramírez
El pasado 25 de diciembre, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública presentó su último reporte sobre la incidencia delictiva del fuero común de 2020, con cierre al mes de noviembre pasado.
Y aunque aún falta por contabilizar los delitos cometidos durante este último mes del año, los datos ya son suficientes para mostrar qué tan activas estuvieron las entidades en materia de seguridad pública.
Afortunadamente, en Quintana Roo se registró un descenso en el número de homicidios y robos, sin embargo, se tuvo un repunte significativo en delitos contra la seguridad sexual, el narcomenudeo y contra el medio ambiente, mientras que los feminicidios también aumentaron.
Homicidios, al alza en zona sur
En los últimos meses, las autoridades estatales han destacado lo conseguido en materia de homicidios, y es que hasta noviembre pasado se registraron 1,277 casos, mientras que en el mismo periodo del año pasado ya se tenían 1,379.
Sin embargo, lo que suelen omitir en sus reportes de prensa, es que las ejecuciones, si bien han disminuido, se han trasladado a la zona sur del Estado, donde a principios de marzo pasado -es decir, justo cuando inició la contingencia sanitaria- comenzó una ola de asesinatos en Chetumal, a plena luz del día. En sólo dos meses -marzo y abril- ocurrieron al menos 13 homicidios, una cifra inédita para la que solía ser una ciudad tranquila.
Los ataques armados continuaron todo el año tanto en la capital como en poblados circunvecinos, al grado de que este 25 de diciembre, una fecha en la que hasta los criminales locales prefieren descansar, la única ejecución registrada en todo el Estado ocurrió en su capital.
La violencia poco a poco ha comenzado a invadir la zona sur de la entidad, debido al auge turístico que sitios como Mahahual y Bacalar tienen, pues las bandas delictivas buscan a toda costa cubrir la demanda de droga que muchos visitantes, sobre todo extranjeros, consumen.
Benito Juárez, tierra de feminicidas
Como en todo el país, el tema de los feminicidios cobró este año mayor interés por parte de la sociedad, que cansada comenzó a exigirle a las autoridades un alto a la impunidad que registra la mayoría de los casos en la entidad.
En Q. Roo, este año la situación no mejoró para las mujeres, pues hasta noviembre pasado el Secretario Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública registró 13 homicidios de mujeres, apenas dos menos que los ocurridos en el mismo periodo de 2019.
Con ocho casos registrados hasta noviembre pasado, Benito Juárez destaca como el Municipio quintanarroense donde más asesinatos han ocurrido, lo que lo ubica en el lugar número 14 de los primeros 100 Municipios del país con presuntos delitos de feminicidio, de enero a noviembre de este año.
Las mujeres y los menores siguen siendo las principales víctimas de la violencia en el Estado, pues tanto los abusos sexuales y las violaciones aumentaron este año, al pasar de 515 a 528 y de 202 a 573, respectivamente.
Aprovecharon la contingencia
Desde los primeros meses de 2020, grupos ecologistas denunciaron diversos ecocidios a lo largo y ancho del Estado. Casos como el dragado de playas, la tala de árboles y la muerte de animales en peligro en extinción tanto en Benito Juárez como en Puerto Morelos, Tulum y Solidaridad, fueron noticias frecuentes.
Y sin embargo, las autoridades poco hicieron ya no sólo para detenerlos, sino para preservar la salud de decenas de trabajadores, desde alarifes, herreros, carpinteros y demás, quienes laboraron con el riesgo de contraer el virus.
Por ejemplo, en Puerto Cancún, en una zona de playa inaccesible para los ciudadanos, se llevó a cabo la construcción de un edificio, el dragado de arena y la modificación de la duna costera, pese a que la Secretaría de Desarrollo Territorial Urbano Sustentable (Sedetus) ordenó suspender todos los trabajos privados de construcción.
Al igual que en otros casos, los responsables de esas obras aprovecharon el poco movimiento de personas en el lugar, derivado de la contingencia sanitaria, para extraer arena en zonas de alta anidación de tortugas.
De igual manera, en el Municipio de Puerto Morelos, la asociación Puerto Morelos Sustentable envió en abril una carta al titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), Víctor Toledo Manzur, para solicitarle que se detenga la devastación de 3.5 hectáreas colindantes al hotel El Cid Spa & Beach Resort, donde varios camiones cargados de material habían estado ingresando durante las noches, aparentemente con la finalidad de rellenar el manglar.
Los ecocidios en ese Municipio son tolerados por las autoridades encabezadas por la alcaldesa Laura Fernández, quien durante sus dos administraciones se ha dedicado a cambiar los usos de suelo para favorecer a empresarios.