Carlos Cabal Peniche, Carlos Canabal Ruiz y su relación de negocios turbios al amparo del poder en Quintana Roo

La última palabra

Por Jorge A. Martínez Lugo

La fusión del poder político y el económico privado, sigue siendo una práctica que goza de cabal salud: el caso Tulum, con la dupla Castañón-Barbachano.

La familia de Carlos Canabal Ruiz y la de Carlos Cabal Peniche tienen una larga cauda que desde Tabasco alcanza a Quintana Roo, mediante la práctica de corrupción neoliberal de la fusión del poder político con el poder económico privado. Esa práctica contra la que tanto lucha la 4T.

Ambos, son prototipo de ese modelo que en Quintana Roo goza de cabal salud, entre empresarios foráneos que recién llegan al Estado y se convierten en gobernantes de la noche a la mañana y sin pasar por una elección, sino a través de las “suplencias”.

Carlos Cabal Peniche hizo negocios con el exgobernador de Quintana Roo, el tabasqueño David Gustavo Gutiérrez Ruiz, como socio del banco BCH que tuvo un desenlace fraudulento, a través del cual, fue el financiero principal de la campaña de Roberto Madrazo a la gubernatura, cuyas cajas y cajas de comprobación del fraude fueron asentadas en el Zócalo de la Ciudad de México.

CANABAL-JOAQUÍN-ALOR-ESTRADA

Ahora es el otro Carlos, Canabal Ruiz, quien ingresa a prisión por el delito de fraude financiero, además de los que cometió en Quintana Roo, en Cancún para ser preciso, en donde fue presidente municipal “suplente” durante un breve tiempo, que fue suficiente para cimentar negocios a su favor y de los suyos, al amparo del poder de Carlos Joaquín González, de Francisco Alor Quezada y del niño verde Remberto Estrada Barba.

Incluso se le tuvo que retirar la concesión del monopolio de la recolección de basura, por irregularidades que estaban ocultas por el amparo del poder, pero que ya eran insostenibles.

El tema dará mucho de qué hablar, pero no se puede soslayar hacer el paralelismo de lo que acontece hoy en Quintana Roo, con el “modelo Canabal” de hacer negocios desde el poder en detrimento del erario, del pueblo y hasta de sus socios empresarios que terminan siendo sus víctimas.

Es inevitable abordar el caso Tulum, porque no se puede mirar a otro lado mientras persista la práctica de la fusión del poder político con el poder económico privado.

La dupla Diego Castañón-Eugenio Barbachano, pinta del mismo color. Ambos recién llegados al Estado, provenientes no de Tabasco sino de Nuevo León, tierra de Jorge Emilio, empresarios que vienen a incrementar fortuna como Canabal, que llegaron al poder a través del modelo de la “suplencia”. No fueron elegidos por el voto, sino cobijados por el carisma de Marciano Dzul, cuyo capital ahora pretenden usufructuar, incluso dividiendo a la misma familia del difunto alcalde y a su estructura.

Es un tema del que hablaremos en futuras entregas, porque no se puede cerrar los ojos ante la persistente evidencia del rumbo que puede tomar la joya de la corona turística de la Riviera Maya, tan apetecida por variopintos intereses privados desde el poder público. Usted tiene la última palabra.

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