Cayetana y yo

Signos

Pues sí: Cayetana (la segunda del Partido Popular -primero de la oposición- en España) es un vivo ejemplo de que el igualitarismo trasciende todo sexismo justiciero, y que la inteligencia y la estupidez, lo mismo que la nobleza y la mezquindad, tienen un reparto muy equitativo entre los géneros, y que las mujeres que son víctimas no lo son por ser mujeres ni la injusticia humana lo es por ser propia de los hombres…

(“En mi nombre no habla nadie”, dice, y se aparta de las movilizaciones feministas contra el machismo. “Las mujeres no somos bloques identitarios o monolíticos, las mujeres no somos colectivos, no todas sentimos lo mismo. Estoy en contra de caer en la colectivización de la mujer. En mi nombre no puede hablar nadie, ni hombre ni mujer. No pienso lo mismo que Irene Montero o Carmen Calvo [sólo] porque yo nací con los mismos órganos que ellas”.)

Las hembras son la parte femenina de los seres vivos y no precisan causas vindicativas como tales, porque no son un grupo ni un sector.

Los malos y los buenos espíritus están de un lado u otro de la justicia con nombres de hombre o de mujer.

El machismo no es un mal del ser masculino y por tanto su opuesto no puede ser la defensa del ser femenino.

Las ratas no son depredadoras por ser hembras, ni los ratones por ser machos.

La cultura y el desarrollo de la humanidad tienen derivaciones y particularidades genéticas, y hay, a partir de eso, habilidades y aptitudes diferenciadas, pero no supremacías intelectuales de género.

Hay mujeres pérfidas y violentas. Pero, en la manifestación de su voluntad, deben ser menos -o menos explícitas- que los hombres, porque éstos -por las características físicas de la fuerza- fueron curtidos en las luchas por el poder, la dominación y la guerra.

En todo caso, la conquista de la igualdad contra los saldos machistas de la cultura sí debe ser sectorial -contra sistemas, regímenes y grupos promotores de la injusticia-, pero sin segregaciones.

Porque defender lo femenino contra la opresión es un defecto intelectual que no es propio de las mujeres como hembras, del mismo modo que defender la opresión contra la mujer no es un defecto intelectual de los hombres –todos- como machos.

Hay aptitudes naturales de género propias de la genética, la división del trabajo y los procesos civilizatorios, pero eso no divide: suma y complementa.

Lo que confronta son las militancias y las rupturas, ideológicas y conceptuales, con propósitos facciosos o sectarios.

Los sicarios no son mejores que los orangutanes maltratadores, pero tampoco son peores que las dirigentes políticas racistas o rapaces.

“Yo puedo defender la causa de las mujeres”, respondió alguna vez Elena Poniatowska a una pregunta sobre su postura al respecto, “siempre y cuando me digan de qué mujeres se trata”. 

SM

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