Claudia y los demás

Signos

Entre lo que la Presidenta informa y lo que informan los gobernantes estatales y municipales de su partido o de la oposición se abre una brecha representativa que define lo que son y lo que valen ella y los otros en sus respectivas investiduras; un trecho enorme respecto de los Gobernadores y los Presidentes Municipales menos peores, y un abismo creciente y cotidiano frente a los demás.

Claudia informa. Los otros se exhiben, entre la mediocridad y la propaganda de lo inútil: el espejo en el que no se ven, del que no aprenden y tras el que siguen de largo. Y por lo que siguen sin advertirse valores distintivos en el quehacer de gobernar más allá de las siempre pírricas y contadas excepciones. Cada vez menos visibles. El ejercicio del poder político no deja de ser ahí, en los regímenes locales, el negocio particular de siempre, sin que sea reemplazado por el del verdadero servicio público o el que se jura cumplir en nombre y en favor del llamado interés general.

Las “mañaneras” o conferencias matutinas presidenciales de prensa han sido una estrategia exitosa e invencible de propaganda y comunicación oficial. Son foros de expresión presencial únicos entre los líderes de Estado, por el poder mediático y político que han contribuido ha favorecer como recursos de opinión pública, de imagen y de popularidad de sus emisores. Y requieren altas dosis cotidianas y madrugadoras de energía y convicción ideológica de los líderes nacionales para preservar y consolidar dichos foros como mecanismos noticiosos primarios del acontecer federal, de convencimiento popular sobre las iniciativas de Estado en torno del mismo, y de conveniente y segura promoción presidencial.

Porque antes la información y la propaganda oficiales eran tan embusteras como soporíferas y antipopulares. Y esas letanías insoportables cambiaron de formato y de voceros presidenciales. Mutaron a fuente, voz y presencia coloquial del Presidente mismo, ‘en vivo y en directo’. Y a más: a una fuente y una voz y una presencia desacralizadas y contrarias a su previa imagen de ornamento escénico y artificiosa solemnidad. Se acabaron la impostación y la impostura. Se generó un interés amplio y auténtico en torno del panorama informativo oficial.

Pero la mudanza sólo fue posible desde el carisma y la popularidad de un Presidente de la República que hablaba como pueblo y era aceptado y seguido en sus diatribas contra los ‘enemigos del pueblo’, que las crecientes y luego abrumadoras audiencias partidarias terminarían asumiendo como sus propios enemigos; es decir que los enemigos del Presidente eran los de las grandes mayorías que hacían también las grandes audiencias de las “mañaneras”. Y los voceros de la oposición y los opositores, todos los ‘enemigos del pueblo’, fueron reduciendo su presencia pública y su influencia política, fueron incrementando su rabia y el repudio contra ellos, fueron aislándose y atomizándose, fueron desesperando y agotando y pervirtiendo sus recursos críticos, fueron redundando en maldiciones e improperios y lugares comunes, fueron autodestruyéndose en su falta de propuestas y alternativas de valor, fueron exhibiéndose como la nadería intelectual e ideológica que son, y fueron siendo cercados por ‘el pueblo bueno y sabio’ y por las razones y las sinrazones y las arengas de guerra de su líder y predicador.

La fuerza de la propaganda abrió los cauces de la información necesaria. Había más escarnio contra el enemigo que información. Pero la información tenía más peso que la del conglomerado mediático enemigo que, a su vez, disparaba ahora lombardas envenenadas contra las verdades oficiales que antes, financiado por los adversarios bajados del poder por el obradorismo, cantaba como inapelables verdades absolutas.

La propaganda fue el abono más fértil de las “mañaneras” obradoristas. La consigna fervorosa del cambio en la sabiduría del pueblo fue el ariete contra los verdugos usufructuarios de la corrupción.

Pero la heredera del poder presidencial de la seducción no era ni carismática ni retórica ni oriunda de las tradiciones populistas de la izquierda tricolor. Era científica, académica, dialéctica y contraria a las idolatrías políticas y de toda fe. Y debía mantener la fidelidad del público mediante nuevas estrategias de divulgación, de promoción y de convencimiento de sus verdades, donde a falta de las proclamas políticas y de la propaganda beligerante y sardónica que fortalecieron la dinámica de la información, era menester elevar la calidad de los contenidos y de los recursos conceptuales de la nueva fase presidencial con un modelo diferente y más sistemático e ilustrativo y novedoso y a la medida del bajo perfil de la nueva dirigente nacional. Y así la trinchera ideológica no ha desmerecido en combatividad, sólo ha cambiado sus arsenales oratorios, comunicacionales y pedagógicos por unos más informativos, mejor programados, menos improvisados, más rigurosos y con mayores niveles de producción para ampliar la cobertura y la diversidad de su interés. Y tampoco ha desmerecido en audiencia y su vocera no sólo no ha desmerecido en popularidad sino que linda ahora en el ochenta por ciento de aprobación. Y por eso y de manera comparativa los Gobernadores y los Presidentes Municipales enseñan cada día más el cobre de su mísera invención representativa, sin valores informativos ni de propaganda con poder de influencia popular propia. Los verdes del verdemorenismo ‘aliado’ son ahora exhibidos por el obradorismo morenista y perseguidos en su visible catadura delictiva, mientras los fieles cuatroteístas siguen postrados en la impotencia del ejercicio de un poder que solo ganaron en las urnas a la sombra de la popularidad de Andrés Manuel, por quien en realidad cruzaron los electores las boletas con el nombre de los candidatos de su partido, fuesen quienes fueran, y que ahora, con pírricas diferencias en apenas dos o tres casos, gobiernan igual que sus opositores.

De modo que mientras Claudia construye en cien días de mandato una diferencia sustantiva en el llamado segundo piso del obradorismo con nuevas formas de hacer y de informar, la casi totalidad de los demás gobernantes de la República se hunden en la continuidad ominosa de lo mismo. 

SM

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *