Cinco meses atrás, las asociaciones Chilam Group y Onca Maya denunciaron el hallazgo de 85 bolsas de plástico en el estómago de un cocodrilo muerto en la Laguna Nichupté, de Cancún, y desde entonces nada se ha hecho para garantizar la protección de esta especie.
Javier Carballar, médico veterinario especialista en fauna silvestre y representante de Onca Maya, señala que los cocodrilos están habitando un ecosistema contaminado y ni las autoridades ni las personas se están asegurando de mejorarlo.
Aunque los cocodrilos se encuentran enlistados como especies bajo protección especial, según la Norma Oficial Mexicana 059-2010, hasta ahora “no hay un esfuerzo estatal ni recursos para ello y se han mantenido las condiciones que se venían presentado”.
En octubre, cuando las asociaciones denunciaron el hallazgo de plástico en el estómago del cocodrilo, hubo indignación popular, pero actualmente las cosas siguen igual, o incluso peor. Javier Carballar afirma que el “verdadero problema es la destrucción de sus ecosistemas, unos son golpeados por lanchas, atropellados, balaceados”.
Otro problema para los cocodrilos es el desplazamiento al que están obligados, debido al crecimiento de las zonas urbanas.
Al contrario de lo que se piensa, no hay una sobrepoblación de cocodrilos en la zona norte de Quintana Roo y, en específico, en el sistema lagunar Nichupté. Y, si han sido avistados en zonas aledañas, es precisamente porque la urbanización se ha apropiado paulatinamente de su entorno.
En esta región cohabitan dos especies: el cocodrilo de pantano, que se encuentra en la zona continental, en pantanos más cerrados o en cenotes, y el cocodrilo de río o americano, que está principalmente en zonas costeras.
Tienen mala fama
Javier Carballar afirma que los cocodrilos no tienen ninguna intención de interactuar con los humanos ni atacarlos, así que, cualquier incidente ocurrido con estos animales se debe principalmente a negligencia y desinformación de las personas.
También la imagen de los cocodrilos se ha satanizado, debido a contenido de ficción o documentales que los muestran como especies peligrosas. Por ejemplo, el cocodrilo del Nilo, en África Subsahariana, o los cocodrilos de agua salada en Australia son las únicas especies que por su tamaño pudieran atacar a una presa potencial con las dimensiones de un humano.
En Cancún, dice Carballar, “podemos estar bastante tranquilos”.