El nuevo cambio es el del absolutismo irreplicable. Todos se han sumado a la verdad única del poder. La opinión pública diversa o divergente no tiene quién le escriba. El silencio de la sumisión es atronador. Y un Estado dominado por el repliegue crítico al dinero público y donde el hampa se impone en las oficinas fiscales, de la política y de la seguridad, puede ser cualquier cosa, menos un Estado de Derecho.