Con una victoria de cualquier partido, pero sobre todo del Morena, el Municipio chetumaleño terminaría, quizá, de tocar fondo (si es que no lo ha hecho)

Han sido unas semanas muy agitadas para el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y sus aliados en el capital de Quintana Roo, donde la lucha por la Presidencia Municipal no es sólo contra los candidatos de otras coaliciones e independientes, sino –y sobre todo, y de manera por demás rabiosa y sucia- entre los mismos morenistas, quienes están entrampados en una pelea de perros y dando el más indigno de los ejemplos de lo que debe ser una contienda democrática –y más que nada si se defiende la causa contra la corrupción del partido que preside el país y que gobierna en el Municipio al que se aspira dirigir-, luego de que el tribunal electoral federal ordenó retirar la candidatura de Luis Gamero Barranco por una cláusula legislativa tan poco necesaria e incomprensible que se denomina “violencia política de género”, quedando en su lugar la ‘víctima’ de este, Yensunni Martínez Hernández, la cual hizo, de su victimización y del uso doloso de la ley electoral –que de manera paradójica no concibe como delitos esos abusos de la misma ni alternativa alguna para sancionarlos, confusa y absurda como es dicha reforma, y subjetivas y arbitrarias como a menudo son las decisiones de quienes la interpretan y la imponen-, su mejor arma. Y en tan bizarro contexto electoral, detrás de los indecorosos protagonistas ya referidos hay dos igualmente inescrupulosas tribus a las que pertenecen respectivamente cada cual, y que pelean a muerte ya no tanto el Ayuntamiento -uno de los más envilecidos, endeudados e insolventes de la entidad, merced a la delincuencia priista y morenista que lo ha ‘gobernado’, y pese a su calidad de capitalino- sino el control total del Estado caribe, donde, además de todo, la alianza con los verdes y la subordinación a los depredadores fueros del Niño Verde, jefe supremo de esa alianza criminal, amenaza con terminar de hundirlo en la ingobernabilidad, la impunidad y la violencia, y donde las mafias políticas -de todos los partidos- y del narcoterror –de todas las bandas en conflicto- están conformando cada día más una unidad tan próspera como invencible, cuyo futuro no parece ser otro que el de la descomposición total y la inviabilidad de la vida civilizada, donde la guerra de la narcopolítica termine, por fin, de destruir lo que queda del Estado de Derecho, los equilibrios de la sustentabilidad urbana y social, y las reservas bióticas de lo que fue uno de los paraísos naturales más ricos y esplendorosos del planeta. Porque la violencia crece, las mafias del poder político y el ‘narco’ se apoderan de los Municipios más anárquicos y lucrativos –por los mercados turísticos, de drogas, y para el despliegue de la industria del miedo, la extorsión y todas las actividades ilegales e indebidas del expansionismo poblacional y urbano-, las instituciones y las autoridades policiales y judiciales locales son cada vez más impotentes y están cada vez más sometidas a los grupos dominantes del crimen organizado, y las federales no tienen interés en ocuparse de ese cáncer de libertinaje e inseguridad que consume los entornos regionales y locales, como los del Caribe mexicano, donde la única solución debería llegar del nivel federal y de sus Fuerzas Armadas, pero donde el partido presidencial no hace ninguna diferencia ya con sus aliados y opositores dedicados sólo a los negocios criminales del poder y donde, como nunca en la historia, la lucha electoral está al margen de los intereses populares y es dominada por el hampa. En tal contexto de nulidad constitucional, y de violencia política y gatillera -donde candidatos y sicarios cumplen con sus respectivas y a veces comunes agendas, y ya no es ninguna novedad que la sangre del Norte llegue de manera cada vez más consistente y cotidiana al Sur-, el ya excandidato morenista, victimado bajo acusaciones de machismo político –por más homosexual que sea y no menos impúdica que sea quien lo acusó de eso sólo para desplazarlo de la contienda usando a su favor el basurero legal-, Luis Gamero, cuenta, sin embargo, con el respaldo de Jorge Parra Moguel, el destituido secretario general del Morena en Quintana Roo, quien es esposo de la senadora Marybel Villegas Canché –desplazada, como Gamero, de la candidatura a otro Municipio, el cancunense-, mientras que Yensunni Martínez tiene de su lado a Humberto Aldana -rival de Parra Moguel y recientemente restituido en la dirigencia estatal del partido- y a Mara Lezama, candidata nuevamente al Municipio de Benito Juárez -cargada de evidencias inocultables y ofensivas de enriquecimiento mal habido que nadie, sin embargo, hace proceder penal y electoralmente- y quien es apoyada por el líder nacional morenista Mario Delgado y su aliado ‘verde’, Jorge Emilio González Martínez. Aunque la candidatura de Martínez Hernández luce ya segura, una probable victoria no le garantiza, ni de asomo, la gobernabilidad, puesto que la mayor parte de la planilla está conformada por gente fiel a Gamero. De modo que se repetiría, pero con los enconos más encendidos por las luchas en el lodo del proceso interno, la misma situación vivida por Otoniel Segovia, a quien el Cabildo tenía como su peor enemigo. Y tal sería la perspectiva de futuro del Municipio capitalino y que no podría ser peor, agotado como está por décadas de saqueo, inoperancia, incompetencia y corrupción químicamente pura. Y por más que la gestión municipal morenista ha sido la peor de la historia en el Municipio –que ya padeció, por ejemplo, la del hoy candidato a diputado federal, Carlos Mario Villanueva Tenorio, al que sólo le habría faltado robarse el edificio en que se encerraba-, la mayoría ‘ciudadana’, al parecer, seguirá votando por el Morena, confiada en que la popularidad de AMLO, ganada con la propuesta de la regeneración moral del país, regenera, asimismo, y por arte de magia y devota fe, a los peores delincuentes públicos que se postulen con la bandera de su causa.

Javier Ramírez

A unos días de que se lleven a cabo las elecciones más importantes del país desde 2018, los ciudadanos del Municipio fronterizo de Othón P. Blanco –cuya cabecera es Chetumal- que apoyan el proyecto de la llamada ‘4T’ o de la regeneración nacional, padecen, como lo hacen casi todos los mexicanos del país, un sórdido panorama político que fue complicado con el retiro de la candidatura de Luis Gamero a la Presidencia Municipal, tras ser acusado de incurrir en machismo político –o “violencia política de género” (¿?)- por una correligionaria enemiga que lo emboscó de ese modo, con éxito y la complacencia de la ley y la autoridad electoral que permiten dichas argucias y victimizaciones dolosas, para arrebatarle la candidatura.

La designación, en lugar de Gamero, de Yensunni Martínez, quien hasta hace poco se mantenía en la planilla de Gamero como la candidata a síndica municipal, vino a dividir aún más a militantes y simpatizantes, muchos de los cuales apoyan a esta última, mientras que no pocos de inmediato organizaron protestas a favor del otrora candidato.

Las impugnaciones no se hicieron esperar, pero es un hecho que una inminente victoria del Morena dejará a los habitantes del Municipio en peor situación –aunque no pareciera posible pero que lo es, dados los enconos acumulados y la peor ingobernabilidad que garantizan- de la que hoy se vive con Otoniel Segovia, pues todo indica que Yensunni vería limitado su rango de acción meced a que la planilla se entiende como fiel a Gamero. De modo que mayor insolvencia y parálisis fiscal, financiera, institucional y política no podría padecer el Ayuntamiento de la capital quintanarroense, ya de por sí arrasado durante décadas por algunas de las más incompetentes y corruptas gestiones administrativas del país.

Petición ante el Ieqroo, prueba en su contra

Luis Gamero Barranco

La campaña del candidato a la Presidencia Municipal de Othón P. Blanco, por la alianza denominada “Juntos haremos historia por Quintana Roo” -Morena-PVEM-PT-MAS-, Luis Gamero Barranco, quien fuera el secretario particular del edil Otoniel Segovia Martínez, transcurría sin mayores sorpresas hasta que el pasado 18 de mayo, día en que se llevaba a cabo un debate con el resto de candidatos, los integrantes de la Sala Xalapa del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) determinaron que es culpable de “actos de violencia política de género” en contra de Yensunni Martínez Hernández, y que, por lo tanto, perdía la candidatura.

Semanas atrás, la candidata a síndico municipal, Yensunni Martínez, había denunciado ante el Tribunal Electoral de Quintana Roo (Teqroo) que Gamero Barranco la menospreció por ser mujer y la amenazó con que no le permitiría formar parte de la planilla que él encabezaba.

Indicó que el 11 de marzo pasado, Luis Gamero acudió al Instituto Electoral de Quintana Roo (Ieqroo) para solicitar que sacaran a Yensunni de la planilla y se pusiera a otra persona. El Ieqroo no aceptó ese pedido debido a que Gamero no tenía autoridad para hacer sustituciones. El documento que presentó fue clave para que el TEPJF determinara que éste había hecho patente su intención de quitarla con métodos considerados como “violencia política contra la mujer” o machismo político.

De esta manera, Gamero –homosexual como persona, pero macho como político- no sólo perdió la candidatura, sino que no podrá ser elegible para algún cargo público en los próximos cinco años y cuatro meses.

Al día siguiente, Humberto Aldana, quien se autodenominaba dirigente del Morena en la entidad, se reunió con los líderes locales del partido para decidir quién sería el nuevo candidato, advirtiendo que el partido no apoyaría a Luis Gamero.

“Es lamentable este hecho, pero Luis Gamero está pagando las consecuencias de ejercer violencia política de género en contra de su compañera, la candidata a síndico Yensunni Martínez. Si impugna o no esta decisión, será cuestión suya, pero el partido no va a respaldarlo”, aseveró.

Mientras la candidatura de Othón P. Blanco se definía, Humberto Aldana recibió un revés cuando el Instituto Nacional Electoral (INE) restituyó a Jorge Parra Moguel como secretario general del Comité Directivo Estatal del Morena, advirtiendo que mientras este no presentara su renuncia de manera expresa, seguiría en el cargo, pues ni la misma cúpula nacional lo puede remover.

Lucha de tribus

Marybel Villegas y Mara Lezama se disputan el control del movimiento ‘4t’ en Quintana Roo

Unos días después, el 22 de mayo, la dirigencia del Morena presentó a Yensunni Martínez Hernández como la nueva candidata al Ayuntamiento de Othón P. Blanco por la alianza “Juntos haremos historia por Quintana Roo”, así como a Alejandra del Ángel Carmona como candidata a la Sindicatura.

Gamero Barranco, quien ya había impugnado la decisión ante la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, organizó una serie de manifestaciones en Chetumal para defender su nominación, alegando, además, que el nombramiento de Martínez Hernández era ilegal, debido a que la posición de Othón P. Blanco le corresponde a un hombre, según los acuerdos –‘de género’- suscritos ante el Instituto Electoral de Quintana Roo, lo que fue apoyado por Jorge Parra Moguel, quien afirmó que lucharían por la permanencia de Gamero y recordando que el principal testimonio a favor de Yensunni lo dio la candidata a la diputación por el Sur, Anahí González, integrante del grupo de Mara Lezama, por lo que consideró que existió “mano negra” de la munícipe cancunense con licencia y en campaña por la reelección en su Comuna.

(Recuérdese que Parra Moguel es esposo de la senadora Marybel Villegas Canché, quien perdió ante Mara Lezama la candidatura municipal, por lo que al final se trata de una lucha de poderes entre ambas mujeres por el control del Morena en la entidad.)

Al final, tanto el Instituto Electoral de Quintana Roo como la Sala Superior del TEPJF fallaron en contra de Luis Gamero, por lo que perdió la candidatura y fue inscrito en el llamado “Padrón de hombres que ejercieron violencia de género”, del INE (por absurdo y ridículo que parezca ese panteón machista fincado en honor y en justicia de las hembras).

Exhiben a Yensunni

Yensunni Martínez, candidata a alcaldesa del Morena en OPB

De igual manera, el Ieqroo aprobó, con cinco votos a favor y dos en contra, la designación de Yensunni Martínez como candidata de “Juntos haremos historia por Quintana Roo”, al considerar que no se violan los principios de paridad de género, ya que la ley –que promueve la exclusión como principio de igualdad- favorece contar con mayoría femenina y por lo tanto es posible sustituir a un macho por una hembra.

Asimismo, determinó que el novio de Luis Gamero, Arturo Ortiz Soberanis, continúe como suplente del candidato a alcalde, al considerar que no cometió delito alguno.

Por su parte, Yensunni comenzó a sentir el repudio enemigo apenas unos días después de ser ratificada como candidata, cuando se filtró en medios de comunicación un audio en el que presuntamente se le escucha ofreciendo a una persona, identificada como “don Mauro”, un cargo en el Cabildo a cambio de su lealtad y de la mitad de su sueldo “para trabajos de su estructura política”. La candidata no hizo declaraciones al respecto.

Por lo pronto, la joven Yensunni tiene sólo unos días para hacer campaña antes de la veda y las elecciones de este 6 de junio, día en el que las boletas seguirán mostrando el nombre de Luis Gamero como candidato de la coalición, por lo que, al respecto, Humberto Aldana dijo estar seguro –despreciando el género y el valor de su candidata- de que la población votaría por la “marca Morena”, sin importar el abanderado.

Y aunque este 28 de mayo el Partido Fuerza por México impugnó el registro de Yensunni Martínez como nominada del Morena, con el argumento de que el Ieqroo está violando la Constitución, las leyes y los acuerdos de paridad de los partidos. Según Fuerza por México, la coalición “Juntos haremos historia por Quintana Roo” viola los principios de paridad vertical y horizontal, porque alterna de manera errónea los géneros en la planilla de Othón P. Blanco, y además la coalición queda con siete mujeres y tres hombres como candidatos, lo cual viola la ley.

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