El minotauro
Por Nicolás Durán de la Sierra
Este comentario con arreos ya del tiempo navideño, no podría ignorar la bien sazonada comidilla generada por la pugna entre Adán Augusto López, líder del senado, y Ricardo Monreal, dirigente de los diputados federales, políticos de alto nivel del aún flamante gobierno federal y los dos de Morena, para más señas.
El primero acusó al segundo de transa y el segundo reviró: pruébenmelo.
De manera sintética, tal es el meollo del conflicto, por lo menos en lo superficial, el que hace unos días llevara a Claudia Sheinbaum a decir que “no puede ser un tema de recursos el que los lleve a la discusión” y menos que se ventile en público. Bueno, la danza de 120 millones de pesos no es un tema tan menor, digo yo, sobre todo si se da entre notables del partido en el poder.
Hay quienes dicen que el problema se dio, en realidad, porque el segundo desoyó una instrucción superior en torno al presupuesto federal, y que el primero, Adán Augusto, arremetió por ello contra el débil auditivo de Monreal. Decires van y vienen, pero es difícil que entre ellos renazca la amistad, y perdón por la frase, pero la culpa es del citado espíritu navideño.
La primera de las que se avecinan
Desatinado está quien crea que Morena es monolítico, pues en su propia formación como partido se sirvió de políticos de diversa índole (de manteca, de chile y de dulce, dicho en tono coloquial) y hoy comienza a pagar las consecuencias. Esta pugna es la primera de las que se avecinan entre grupos opuestos del propio partido; es uno de los inconvenientes del caudillismo político.
Dice Ricardo Monreal, uno de los escasos indólogos que tiene Morena, que ya comenzó el deterioro estructural de su partido, y que la historia demuestra, explica, que luego del triunfo de un movimiento social, comienzan las campañas de desprestigio dentro del mismo, sobre las mediáticas. El síndrome de Caín, pues, aunque con aromas tropicales y en Facebook.
Las desventuras de Morena
Podría seguir con la breve glosa y sumar a ella a Andy López Beltrán y su misión en Morena (felices fiestas al Partido Verde), pero de nuevo reclaman sitio los aires decembrinos con sus obstinados y por demás extraños astados (renos), por lo que este comentario irá por cauces más amables y deseará a todos una navidad feliz y un 2025 espléndido en bondades. ¡Hasta pronto!