El larguísimo adiós de Aguakan

El minotauro

Por Nicolás Durán de la Sierra

Hace unos días, en los corredores del Congreso local, la oposición aireó la posibilidad de retomar las iniciativas de anteriores legislaturas para que, en lo que se define la salida de Aguakan de Quintana Roo, se detuvieran los aumentos mensuales que aplica tal empresa a los usuarios del norte estatal, un cobro considerado hasta por los propios diputados como ilegal.

Como esperaba la oposición liderada por el Movimiento Ciudadano, la propuesta no tuvo eco ni en Morena ni en el Verde, por lo que continuará el aumento automático en el costo de los recibos, aunque eso sí, faltaba más, la bancada guinda está consciente de las fallas y abusos de tal empresa, pero fíjese usted que esta es una nueva legislatura y de seguro están muy ocupados.

El proceso para quitar la concesión a Aguakan, empresa con activos de BlackRock, acaso la mayor financiera del mundo, va para muy largo pues se negocian miles de millones de pesos y la distribuidora de agua no cederá con facilidad su mina de oro. Discursos van y vienen, pero eso no preocupa a Aguakan pues, entre tanto, su caja registradora no deja de sonar.

Es probable que, en el mediano plazo, Aguakan deje el Estado tras el pago de jugosa cantidad, y que se vuelva a concesionar el servicio -hay al menos dos empresas interesadas-, pero ello se resolverá en la capital del país, donde un grupo de expertos analizan lo “mejor opción”, sobre todo en el medular aspecto financiero, es decir, quien pagará por los platos rotos.

El adiós de Aguakan será larguísimo, sin duda, pero en lo que se va, esta legislatura podría dejar sus sonoras arengas y sus desplantes de paladines sociales versión tropical, y frenar el aumento automático en el consumo de agua potable, lo que sí está en sus manos. Como se dijo, discursos van y vienen, pero la caja registradora de la empresa no deja de sonar.

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