Desde que asumió la Presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador fue claro al asegurar que su administración se apegaría a los principios de no intervención, el respeto a la soberanía y la autodeterminación de los pueblos. Y aunque se ha ceñido a ellos, también ha apostado por la unión y el desarrollo de los países del centro y sur de América, sobre todo de aquellos que se han mantenido oprimidos por las políticas estadounidenses, y de los que cada año emigran miles de personas para tratar de llegar a los Estados Unidos, quedándose la mayoría de ellas en México. Decisiones como dar asilo político temporal al exmandatario Evo Morales y otorgar 30 millones de dólares al gobierno del salvadoreño Nayib Bukele para implementar en ese país el programa “Sembrando vida”, han sido fuertemente criticados tanto por el gasto como porque a pesar del discurso el único viaje que el mexicano ha hecho ha sido a Estados Unidos, para reunirse con el entonces mandatario Donald Trump. Pese a esto, López Obrador no cede en sus intenciones de ver concretada la formación de un organismo que sustituya a una inútil OEA y apoye, para empezar, el levantamiento del bloqueo a Cuba y un trato más justo de Estados Unidos y Canadá para los países más pobres de América, para lo cual la presidencia “pro temporare” de la Celac es una plataforma perfecta.
Javier Ramírez
La celebración el pasado 18 de los corrientes, en la Ciudad de México, de la sexta cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), fue un marco más que ideal para que el presidente Andrés Manuel López Obrador reforzara su intención de construir en la región un organismo que funcione de manera similar a la Unión Europea, para sustituir a la Organización de Estados Americanos (OEA), misma a la que no ha dudado en descalificar por servir a los intereses de los países del norte, principalmente a los de Estados Unidos.
Asimismo, cumpliendo su papel de mediador, lanzó nuevamente un exhorto al gobierno del estadounidense Joseph Biden para que retire el bloqueo que mantiene sumido a los habitantes de Cuba en una precaria situación económica.
Pese a esto, la reunión también demostró que existen fuertes diferencias entre los mismos integrantes, como se pudo observar con las críticas lanzadas en contra del presidente venezolano Nicolás Maduro y la ausencia de los homólogos de Argentina, Brasil, Colombia y Chile –estos tres últimos de derecha-, sin los cuales realmente no puede haber mayores avances en el intento de unificar a América Latina.
Refuerza AMLO apoyo a Cuba
Los mandatarios de 29 de los 33 países que integran la Celac estuvieron llegando a la capital del país desde la noche del 17 de septiembre o incluso desde antes, como el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, quien fue partícipe junto con el presidente Andrés Manuel de las celebraciones por la Independencia mexicana, lo que provocó la molestia de varios grupos políticos y ciudadanos, incluidos cubanos residentes, quienes consideraron la visita como un insulto a la democracia. En este sentido, el mandatario mexicano resaltó que a Díaz Canel recibió el mismo trato que han recibido otros jefes de Estado que han visitado México.
En un acto previo al desfile conmemorativo, el presidente cubano aprovechó para destacar que la isla enfrenta una campaña de odio, desinformación y mentiras propagadas mediante las redes sociales, así como los embates de una guerra multidimensional, con un bloqueo que se ha recrudecido con más de 200 medidas en plena pandemia.
Por ello, agradeció el apoyo que México siempre ha tenido con Cuba, desde los orígenes de la Revolución Cubana, y ahora con los trabajos que Andrés Manuel ha emprendido desde la presidencia pro temporare de la Celac para defender tanto a la isla como a los países más afectados por lo que llamó una “recolonización neoliberal”.
Previamente, el jefe del Ejecutivo mexicano pidió “respetuosamente” al presidente estadounidense Joseph Biden que ponga fin al bloqueo económico a Cuba, además de que pidió a la comunidad cubano-estadounidense buscar la reconciliación, haciendo un lado los intereses políticos.
“Se ve mal que el gobierno de Estados Unidos utilice el bloqueo para impedir el bienestar del pueblo de Cuba con el propósito de que éste, obligado por la necesidad, tenga que enfrentar a su propio gobierno”, agregó. “Si esta perversa estrategia lograse tener éxito… se convertiría en un triunfo pírrico, vil y canallesco”, dijo Andrés Manuel.
El presidente indicó que había invitado a su homólogo estadounidense a México, en el marco de los 200 años de la Consumación de la Independencia este próximo 27 de septiembre, pero éste no podrá venir por motivos de agenda y en su lugar se espera la llegada del secretario de Estado, Antony Blinken, por lo que se espera que Andrés Manuel aproveche la ocasión para reafirmar su petición al gobierno estadounidense.
Maduro robó la atención
Al día siguiente hizo su llegada otro mandatario polémico, Nicolás Maduro, quien no había confirmado su participación en la Cumbre de la Celac. Marcelo Ebrard, titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores, fue el encargado de recibirlo en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
Si la visita de Díaz-Canel molestó a los detractores, con la de Maduro el enfado aumentó, al considerar que México no debería permitir apoyar dictaduras.
Pero la participación del venezolano no sólo molestó a la derecha mexicana, sino también a algunos jefes de Estado, entre ellos el de Paraguay, Mario Abdo Benítez, quien señaló en el evento que su presencia en la misma “en ningún sentido ni circunstancia” representa el reconocimiento de su gobierno al “señor Nicolás Maduro”. “No hay ningún cambio de mi gobierno y creo es de caballeros decirlo de frente”, aseveró.
Esta declaración fue secundada a su manera por el uruguayo Luis Lacalle, quien indicó que participar en la cumbre no significa ser “complaciente” con países donde “no hay una democracia plena y se utiliza el aparato represor para acallar las protestas, cuando se encarcelan opositores”. “Con voz tranquila, pero firme, debemos decir con preocupación que vemos gravemente lo que ocurre en Cuba, en Nicaragua y en Venezuela”, expresó frente a sus homólogos.
Nicolás Maduro respondió invitando a los países de la región a que sean testigos de los comicios municipales que se realizarán el próximo 21 de noviembre. “¡Vayan!, vean al dictador Maduro cómo convoca a la elección número 29, toda la oposición se ha inscrito. Bienvenidos y que gane quien tenga que ganar”, apuntó, al tiempo que indicó: “le digo al presidente de Paraguay: ¡ponga usted la fecha, el lugar y la hora para un debate sobre la democracia en Paraguay, en Venezuela y América Latina!, ¡Ponga usted, presidente Lacalle, la fecha y el lugar!”.
Salida de la OEA, de las principales peticiones
Durante su participación en la cumbre, donde los jefes de Estado expusieron sus planes para combatir la pandemia del coronavirus, los problemas migratorios y otros conflictos propios o no de la región, Andrés Manuel no dudó en plantear nuevamente la creación de un organismo internacional que sustituya a la Organización de Estados Americanos (OEA), al considerarla una lacaya de los intereses de países poderosos. Dijo que “es ya inaceptable la política de los últimos dos siglos, caracterizada por invasiones para poner o quitar gobernantes al antojo de la superpotencia. En ese espíritu, no debe descartarse la sustitución de la OEA por un organismo verdaderamente autónomo, no lacayo de nadie, sino mediador, a petición y aceptación de las partes en conflicto”.
La propuesta, dijo, es construir algo semejante a la Unión Europea, pero apegado a la historia, realidad e identidad de los países latinoamericanos. Y recordó que esta propuesta ya se la ha hecho al presidente de Estados Unidos, porque a ese país le conviene que la región sea fuerte económicamente y no sólo en lo militar.
Andrés Manuel ha tenido desde hace años serias diferencias con la OEA, problemas que se acentuaron en agosto pasado, cuando el secretario general del organismo con sede en Washington, Luis Almagro, recibió a los dirigentes nacionales de los partidos Acción Nacional (PAN), Revolucionario Institucional (PRI) y de la Revolución Democrática (PRD), Marko Cortés, Alejandro Moreno Cárdenas y Jesús Zambrano Grijalva, respectivamente, quienes acusaron al gobierno federal de permitir la intromisión del crimen organizado en las elecciones del pasado 6 de junio, así como el uso faccioso de las instituciones, el hostigamiento en contra de las autoridades electorales y la persecución a los medios de comunicación.
Andrés Manuel negó todas las acusaciones y, además de sugerir a la oposición a buscar un líder, ofreció recibir a una delegación de la OEA, ONU o cualquier otra organización internacional, para que indaguen si son verdad las aseveraciones de los referidos dirigentes partidistas.