Entre la legalidad, la justicia y la demagogia

Signos

Por Salvador Montenegro

Ante la ley, un sicario es tan culpable si tortura y mata a otros matones, como si tortura y mata a inocentes. Y se deben garantizar sus derechos, en los términos del Debido Proceso, como los de cualquier ser humano, porque todos los individuos son iguales ante la ley.

Para la gente de bien, un sicario probadamente despiadado es menos humano que sus víctimas inocentes y debe ser tratado como tal, como un victimario y un sádico homicida, cuyos derechos no deben cuidarse de manera igualitaria que los de sus víctimas inocentes y las demás personas socialmente útiles, los cuales deben privilegiarse en función de su muy superior calidad humana.

En un país de tan fallida institucionalidad y donde el formalismo constitucionalista suele ser no más que demagogia jurisdiccional al servicio de quienes tienen mayor capacidad de corromper y hacer daño, ¿qué debe privilegiarse: la justicia de la legalidad indiscriminada o la de la defensa prioritaria de las víctimas inocentes y de los individuos sin culpa?

Porque en el discurso oficial se establece que en el combate a la narcoviolencia debe primar la defensa de los derechos humanos y el respeto escrupuloso al Debido Proceso.

Pero en el saldo resultante de esa legalidad, y ante las inconsistencias, inercias y disfuncionalidades de los sistemas de Seguridad y de Justicia, la determinante y ortodoxa alternativa de la legalidad se torna impunidad, beneficio de los victimarios, estímulo del crimen, y atentado contra los derechos fundamentales de las víctimas inocentes y de las personas de bien.

¿Son auténticas y creíbles las proclamas de la legalidad igualitaria de tantos defensores de los derechos humanos y de quienes se oponen a elevar la fuerza armada del Estado contra las organizaciones criminales? ¿O se trata de una coartada retórica que obra contra la verdadera justicia, en un país donde se sabe que la legalidad sigue siendo más un instrumento al servicio de los poderes fácticos?

¿Hace mal, por ejemplo, el presidente Bukele, de El Salvador, en reprimir a las hordas salvatruchas para impedir los fueros carniceros de esa legión de más de setenta mil homicidas retando la precaria constitucionalidad de un país devastado por una historia de tiranías y conflagraciones intestinas sin cuento?

SM

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