Europeos y norteamericanos, ‘locos’ por poder nadar con el pez más grande de los océanos

Pinceladas

Unas 20,000 personas de todo el mundo eligen como destino para sus vacaciones las aguas de las islas Holbox y Contoy. Estos tiburones se han convertido en el ‘producto estrella’ de nuestra industria del ecoturismo. Aprovechan todos los veranos las grandes concentraciones de comida aprovechando el florecimiento del plancton y el desove del coral. Pescadores compaginan en verano sus bártulos de pesca con sus servicios de guías turísticos, a la vez que defienden a esta especie protegida. No hay que adentrarse mucho en el mar. Basta alejarse 20 millas náuticas de la costa, desde Punta Sam, para encontrarse cara a cara con el más grande de todos: el tiburón ballena. Verlo y tocar a este dócil gigante es una de las experiencias más extraordinarias que uno puede vivir en la mar. Su gran tamaño, y su enorme boca frontal lo hacen inmediatamente reconocible y puede ser visto vagando tranquilamente cerca de la superficie en las cálidas aguas de nuestro Quintana Roo.

Santiago J. Santamaría Gurtubay

Su alimentación se basa principalmente en plancton, aunque regularmente también se alimentan de bancos de peces pequeños y calamares. A diferencia de los tiburones peregrinos, que simplemente filtran vastas cantidades de agua a medida que nadan, los tiburones ballena activamente succionan a su presa antes de filtrarla eficientemente y, a veces, son vistos en grupo alimentándose de grandes concentraciones de comida. Aparecen regularmente en los mismos lugares en momentos específicos del año, probablemente, para capitalizar el florecimiento del plancton y eventos tales como el desove del coral. ¿Hay otros tiburones en Cancún y no tan comunicativos? Los hay, y también en Playa del Carmen, y otros lugares de nuestras costas del Caribe. ¿Son un peligro para los bañistas? La mejor respuesta la dan las estadísticas. Según el Registro Internacional de Ataques de Tiburones, que mantiene la Universidad de Florida, de los 75 ataques no provocados de tiburones a bañistas, buceadores y surfistas documentados en todo el mundo, anualmente, en la presente década, en Estados Unidos ocurrieron una media de una treintena, de los cuales un tercio se dan en las playas de la Florida. En México hubo tres en el 2011 -ninguno mortal-, de ellos dos en Cancún. Pero -y esto es lo más importante ese par de ataques en aguas cancunenses fueron resultado de lo que parece una situación peculiar que debe, no obstante, ser tomada en cuenta para adoptar medidas precautorias.

Ambos ocurrieron en la misma zona, de Punta Cancún, donde como parte de las obras de restauración de playas se construyó una escollera de 400 metros de longitud entre la orilla y unos islotes cercanos, para impedir que las corrientes que fluyen hacia el norte a lo largo del litoral se lleven la arena de las playas y las erosionen. La estructura aparentemente -y esto habrá que estudiarlo con mucho detalle modificó la circulación del agua de tal manera que hizo aproximarse más a la orilla a los tiburones que desde siempre han rondado por esa zona. Además, los depósitos de arena formaron un extenso playón que atrae a gran número de bañistas. O, para decirlo en pocas palabras: ahora hay más gente en el mar y tiburones más cerca de ella.

Algo parecido -pero incomparablemente más grave ocurrió en las cercanías de la ciudad brasileña de Recife, donde tras la construcción de ciertas obras portuarias en la desembocadura de un río se desató una ola de ataques de tiburón. Según se cree, ello se debió a que al ser bloqueado su acceso usual a las áreas de reproducción en la zona, las hembras de tiburón toro ‘Carcharhinus leucas’ empezaron a buscar otros sitios propicios, y así empezaron a congregarse en las aguas someras de una playa muy frecuentada por bañistas. En el caso de Punta Cancún, la presencia de tiburones solamente se ha observado en cierta época del año. Durante esos meses se congregan ejemplares machos de dos especies: el toro y el canhuay o galano ‘Carcharhinus limbatus’, también llamado de puntas negras por el color de sus aletas. Y fue precisamente en esos meses -el 30 de enero y el 24 de marzo cuando ocurrieron los dos ataques a bañistas. En 2012 y en años posteriores, no hubo ninguno, aunque se observaron escualos por la zona. Esto no debe hacer caer en el pánico. Si ya se sabe dónde y cuándo se observan tiburones, no hay más que establecer un adecuado sistema de vigilancia y alertar a los bañistas cuando sea necesario, como se hace en Australia, donde muchas playas son famosas por la presencia de numerosos tiburones de gran tamaño.

El más agresivo y peligroso, es el tsutsun o jaquetón ‘Carcharodon carcharias’, llamado también gran tiburón blanco

Por lo demás, no se debe satanizar a los tiburones. Como veremos más adelante, son sólo parte -muy importante además de los ecosistemas, y ofrecen un potencial hasta ahora apenas aprovechado, como atracción turística y en la pesca deportiva. Sobre todo porque en el Caribe mexicano -y en las aguas de la península en general tenemos un amplio muestrario de tipos y tamaños de escualos, desde el diminuto cazón ‘Etmopterus virens’, que apenas alcanza los 20 centímetros, hasta el colosal pero inofensivo tiburón ballena o dominó ‘Rhinchodon typus’, que llega a 18 metros, del cual ya hemos hablado y es la base de una importante actividad que beneficia a los pescadores de Isla Mujeres y Holbox que realizan excursiones para observarlo en sus zonas donde cada año forma nutridas congregaciones. Tampoco, y contra lo que mucha gente piensa, los tiburones son sanguinarios cazadores que despedazan a sus presas a dentelladas. Si bien todos son depredadores en el sentido de que se alimentan con presas vivas, algunos comen pequeños animales, como el ya mencionado dominó, que se alimenta con plancton, o el tiburón gata ‘Ginglymostoma cirratum’, que aunque puede causar pavor a quien se tope con esta mole de hasta cuatro metros o más, no representa peligro alguno para el hombre, ya que sólo come pequeños crustáceos.

Al contrario, no se debe sacar la errónea conclusión de que los tiburones son inofensivos. Entre las especies de aguas peninsulares, hay varios que se distinguen por su ferocidad. El que se considera más agresivo y peligroso, es el tsutsun o jaquetón ‘Carcharodon carcharias’, llamado también gran tiburón blanco por la traducción de su nombre en inglés. Es un verdadero coloso que puede llegar a 7.5 metros y una tonelada. Otro tiburón de tamaño similar e igualmente feroz es el alecrín ‘Galeocerdo cuvieri’. Tiene también mala fama por su agresividad el dientuso o tintorera ‘Prionace glauca’, que llega a seis metros de largo y se reconoce fácilmente por sus aletas pélvicas de bello color índigo azulado. Otros tiburones bastante agresivos, aunque no tan grandes -sólo unos 3.5 metros son el mako ‘Ixurus oxyrinchus’, el kanxoc o limón ‘Negaprion brevirostris’ y el canhuay o galano ‘Carcharhinus limbatus’. Son igualmente temibles las cornudas o martillos, inconfundibles por el extraño aspecto de su cabeza ensanchada lateralmente. Entre las especies que por aquí tenemos pueden mencionarse la ‘Sphyrna zygaena’, la ‘Sphyrna tiburo’ y la ‘Sphyrna lewini’, esta última llamada chata, todas ellas importantes desde el punto de vista pesquero.

Los surfistas corren más peligro, al estar tendidos sobre su tabla, con los brazos dentro del agua, el tiburón puede tomarlos focas

En cuanto a las probabilidades de que un simple bañista que pueda ser atacado por un tiburón, son tan pequeñas que no vale la pena preocuparse. Los buceadores, por sorprendente que parezca, corren mucho menor peligro todavía, lo cual se explica porque a través del visor observan lo que hay a su alrededor y si detectan un tiburón, pueden alejarse o protegerse de él. Quienes corren el mayor peligro son los surfistas o acuaplanistas, ya que al estar tendidos sobre su tabla, con los brazos dentro del agua para impulsarse, el tiburón puede tomarlos por una foca y lanzarse sobre ellos sin ser visto. De hecho, según el registro internacional, el 60% de los ataques han sido contra surfistas, pese a que son muchísimo menos numerosos que los bañistas y buceadores. Y si alguien pretende suicidarse poniéndose al alcance de un tiburón, tendrá que viajar muy lejos.

De las muertes registradas en los últimos años, varias ocurrieron en Australia, en la isla de La Reunión, una pequeña posesión colonial francesa del océano Índico, igual número en las islas Seychelles, también en el Índico, y otras tantas en Sudáfrica. Con ataque mortales aparecen en la lista Kenia en África y Nueva Caledonia, una colonia francesa del Pacífico ecuatorial. El sitio más próximo donde alguien murió mordido por un tiburón, fue Costa Rica… De modo, pues, que a nadie debe quitar el sueño la perspectiva de tan horrible muerte. Pero, en cambio, como decíamos, los tiburones han comenzado a ser muy atractivos para los aficionados a la pesca recreativa y cada vez es más popular el buceo para observarlos de cerca, en lo que constituye una experiencia realmente fuera de serie. Quizá la primera actividad de este tipo fueron las inmersiones en el sitio llamado Los Cuevones, cerca de Isla Mujeres, donde se apostaban ejemplares de la especie ‘Carcharhinus perezi’, conocido comúnmente como tiburón de arrecife, que permanecían quietos en el fondo, casi inmóviles, en una especie de sopor. Este anómalo comportamiento -en general los tiburones no pueden mantenerse en reposo sino que deben nadar incesantemente para hacer pasar el agua de manera forzada por sus branquias y así recibir de ella el oxígeno que requieren fue descubierto hace más de 30 años por el pescador isleño Carlos García Castilla, mejor conocido por su sobrenombre ‘Válvula’. Él informó del hecho al buzo y camarógrafo Ramón Bravo, quien realizó y divulgó las primeras filmaciones de aquellos animales, que fueron bautizados como “los tiburones dormidos de Isla Mujeres”. Pero como algunos periodistas e investigadores norteamericanos dieron difusión internacional al asunto, hay quienes creen que los descubridores fueron extranjeros y no mexicanos.

Los tiburones durmientes desaparecieron de Los Cuevones, debido a un cambio en las condiciones ambientales

En un principio se pensó que los tiburones aprovechaban las corrientes submarinas. Es decir, se instalaban en lugares, como las cuevas donde habitualmente duermen, en que la topografía del fondo hace que el agua circule a gran velocidad, y podían así recibir en las branquias un flujo continuo, como si estuvieran nadando. Ahora se sabe que, al igual que unas pocas otras especies de tiburones, sí pueden bombear agua a través de las branquias y no dependen exclusivamente del flujo forzado. Por lo tanto no están obligados a nadar todo el tiempo sino que pueden respirar aún sin avanzar ni un milímetro. Los tiburones durmientes, sin embargo, ya han desaparecido de Los Cuevones, sin que se sepa la causa. Algunos creen que fueron capturados, en tanto que otros opinan que abandonaron el lugar debido a un cambio en las condiciones ambientales. Pero el tiburón de arrecife no es tan inofensivo como podrían pensar quienes lo veían de cerca, se fotografiaban junto a él e incluso lo tocaban mientras estaba en ese letargo. El doctor George Burgess, director del Registro Internacional de Ataques de Tiburones, asegura que es el más agresivo en toda el área del Caribe y en general en el Atlántico occidental. Ataca sin provocación y sin el propósito de obtener alimento. Su agresividad, sin embargo, había pasado inadvertida porque, como no tiene rasgos distintivos que permitan identificarlo fácilmente, muchos de sus ataques se atribuían a otras especies con las cuales se le confunde, como el galano ‘Carcharhinus limbatus’. Hay que aclarar, sin embargo, que su comportamiento agresivo se ha observado cuando nada libremente, no mientras se encuentra en estado de somnolencia. No puede decirse entonces que quienes se acercan a un tiburón dormido estén coqueteando con la muerte ni cosa que se parezca. Con las precauciones necesarias, cualquier buzo aficionado, en compañía de un guía experimentado, puede contemplar ese singular espectáculo de un tiburón somnoliento.

También los grandes tiburones toro de la especie ‘Carcharhinus leucas’ se han convertido en una atracción turística en Playa del Carmen, donde en los meses de noviembre a marzo se forman congregaciones de hembras de esa especie y se ofrecen excursiones de buceo para observar estos colosos de hasta 3,4 metros de largo que, dicho sea de paso, son de los pocos tiburones que pueden penetrar a ríos y lagunas de agua dulce. La razón de que sólo haya hembras en esos grupos no está muy clara, pero -a juicio de los biólogo es posible que cuando están próximas a alumbrar los tiburoncillos que llevan en el vientre, se aparten de los machos como una estrategia de protección para evitar que al nacer sean devorados por éstos, que no hacen distingos entre otros animales y los de su propia especie.

Los pescadores mataron, en el último año, entre 30 y 70 millones de tiburones, los escualos acabaron con 12 personas

Pero, más que pensar en cómo proteger al ser humano de los tiburones, hay que pensar en cómo protegerlos a ellos del hombre. Porque la matanza de escualos en todos los mares del mundo alcanza cifras enormes. En el último año, murieron en todo el mundo 12 personas en las fauces de un tiburón. Pero en ese lapso los pescadores mataron a no menos de 30 millones de tiburones, y quizá hasta 70 millones. La cifra exacta se desconoce ya que en gran parte la pesquería comercial de estos peces es artesanal y no se lleva un registro estadístico. O bien, los capitanes de buques que los capturan sólo para cortarles las aletas -que alcanzan elevados precios y tirarlos después al mar para que mueran, no informan sobre la cantidad que pescaron. Tan grave es la situación, que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza ha enlistado casi 130 especies de tiburones amenazadas o en peligro de extinción por la sobrepesca. Casi todas ellas existen en aguas mexicanas. Mucha gente, sin embargo, no da importancia a este problema. En parte porque la injustificada mala fama de los tiburones hace que no haya mucha simpatía por ellos, y en parte porque se piensa que por ser eficientes depredadores afectan las existencias de peces de importancia comercial y acabar con ellos sería benéfico. Pero en realidad, como depredadores los tiburones son benéficos, ya que eliminan a grandes depredadores de peces y mariscos. Su desaparición, o una sensible reducción de sus poblaciones tendrían serias consecuencias en la ecología de los océanos y afectaría a la pesca comercial.

Los tiburones -dice la UICN- son muy susceptibles a la sobrepesca porque la mayoría de las especies crecen con lentitud, alcanzan tardíamente la madurez sexual y tienen pocas crías. Incluso en los más prolíficos la tasa de reproducción es muy baja en comparación con la mayoría de las especies de peces. De modo, pues, que si bien hay tiburones en las aguas caribeñas, y que muchos de ellos son agresivos y voraces, no hay que calificarlos de buenos o malos. Son simplemente escualos, y como tales se comportan. Y más que verlos como un peligro o un inconveniente hay que mirarlos como un valioso recurso que puede y debe ser aprovechado.

La estancia del tiburón ballena coincide con la apertura de las playas, tras alcanzarse el color amarillo del semáforo Covid-19

Cuando alguien habla del tiburón ballena o del pez vela en Cancún, en un momento u otro sale a relucir el nombre de Alberto Friscione, un veracruzano, nieto de genoveses, quien lleva más de tres décadas en Quintana Roo, investigando y enseñándonos del mar. Procedente de un lugar montañoso como es Jalapa, tardó 13 años desde su nacimiento en ponerse un visor en las aguas marinas de Veracruz. Estas quedaban a 130 kilómetros de su ciudad natal. “Cuando contemplé un fondo marino me dije, esto es lo que voy a hacer de mi vida”. Lo tenía claro el jalapeño cancunense. Director general de la empresa prestadora de servicios, “Sólo buceo”, ubicada en el Hotel Dreams Cancún, en la Zona Hotelera, no tuvo reparos, hace décadas atrás con una sociedad menos sensibilizada con nuestros ‘vecinos’ marinos, en declarar abiertamente que no le gustaba la pesca. El nacer en ‘La Atenas veracruzana’ y en ‘La ciudad de las flores’ tuvo mucho que ver en su amor por la naturaleza y el/la mar, aunque su niñez estuvo marcada por arroyos y manantiales como Chiltoyac, Ánimas, Xallitic, Techacapan y Tlalmecapan; ríos como Sedeño, Carneros, Sordo, Santiago, Zapotillo, Castillo y Coapexpan; y mil y un lagos artificiales y algunos naturales.

La temporada de las visitas del tiburón ballena acaba de iniciarse, coincidiendo con la apertura de nuestras playas, al lograrse alcanzar el color amarillo del semáforo del Covid-19. Estos años, la naturaleza ha sido, una vez más generosa, con Quintana Roo, al venir este cetáceo ‘acompañado’ de mantas gigantes, las Birostri, quienes se acercan al hombre e interactúan con él. Entre ala y ala hay cuatro o cinco metros de distancia y su peso ronda la tonelada. Alberto Friscione, con quien compartimos un café en la Plaza Península de la Bonampak de Cancún, se mostraba eufórico, tiempo atrás, ante el reto de desarrollar un nuevo ‘producto’ con las mantas gigantes.

Una especie protegida de 15 metros y 12 toneladas en nuestras aguas de Quintana Roo, en otros lugares se les captura por su aceite

Estos tiburones se han convertido en el punto central de la industria del ecoturismo. Nadar junto al pez más grande del mundo se puede hacer realidad en pocos destinos como Australia y Belice; sin embargo, el área entre Isla Holbox e Isla Contoy es el más privilegiado. La presencia de los tiburones ballena en el verano se debe al agua cargada de nutrientes que genera una gran cantidad de alimento disponible, por este fenómeno este lugar se convierte en el mejor para observar a través de un recorrido en lancha la dinámica de la especie”.  “El tiburón ballena es el pez más grande que existe en el planeta, puede crecer hasta los 15 metros de longitud, o más, y podría pesar hasta las 12 toneladas. El tiburón ballena es una especie protegida en nuestras aguas. Actualmente se le sigue capturando en otros lugares, especialmente para comercializar la gran cantidad de aceite que guarda su hígado (un macho adulto puede contener hasta 1,600 litros de aceite) o bien para comer su carne. Pero esas personas no tienen en cuenta que su valor es otro, ya que resulta ser un óptimo atractivo turístico”.

Alberto Frisccione llegó como otros tantos buzos a las tibias aguas del Caribe, pero después de sentir el candor de este mar, decidió quedarse para hacer de esa aventura su pan de todos los días… Acompañados de un experto en el tema, sus clientes reciben toda la información necesaria para entender el comportamiento de esta especie, y una vez familiarizados, descienden del bote acompañados de un guía para esnorquelear y ver de cerca al tiburón ballena. Su tamaño es imponente. Hay gente que teme acercárseles. No hay problema alguno, ya que este tiburón se alimenta exclusivamente de diminutos organismos conocidos como plancton, por lo que son completamente inofensivos para los humanos”.

“Es muy dócil y gentil, no se asustan cuando se les aproximan buzos o nadadores, es una experiencia única e inolvidable”

Los mejores meses para ‘compartir’ con estos fantásticos animales son junio, julio, agosto y septiembre. “El tiburón ballena es el pez más grande que existe en el planeta, es realmente imponente, pero a pesar de su aspecto, es muy dócil y gentil, no se asustan cuando se les aproximan buzos o nadadores a ‘snorquelear’, con ellos, es una experiencia única e inolvidable, por eso la recomiendo al cien por ciento…”, nos recalca Alberto Friscione. La situación económica internacional está atravesando unos momentos de gravísima crisis, derivada de la pandemia. Las investigaciones a nivel mundial para dar con las vacunas y medicamentos que neutralicen al coronavirus -se barajan fechas próximas- han devuelto el optimismo para 2021… “La dura crisis apenas se dejó sentir en el trabajo con el tiburón ballena”, nos comentaban varios pescadores de Isla Mujeres y Puerto Juárez, días atrás. Saben que gracias a estas fieles visitas del tiburón ballena aparcarán por unas horas sus artes de pesca, convirtiéndose en ‘guías turísticos’. Muchos de ellos han recibido cursos para servir de protectores de esta especie, tan importante para sus economías familiares.

El tiburón ballena volvió a las aguas próximas a Cancún, semanas atrás. Pudimos ver los rasgos anatómicos de estos animales. Su vientre es totalmente blanco, mientras que su dorso es de un color grisáceo, más oscuro que la mayoría de tiburones, con multitud de lunares y líneas horizontales y verticales de color blanco o amarillento, de tal forma que se asemeja a un tablero de ajedrez. Estas manchas representan un patrón único en cada espécimen, por lo que se utilizan para identificarlos y para censar su población. Su piel puede llegar a tener 10 centímetros de grosor, su cuerpo es hidrodinámico, alargado y robusto, y presenta varios resaltes longitudinales en la cabeza y dorso.

Pakistán capturó una pieza de 22 toneladas, en 1947, hay otras leyendas populares de auténticos ‘monstruos’, no hay pruebas científicas

Su cabeza es ancha y aplanada y en sus laterales se sitúan dos pequeños ojos, detrás de los cuales están los espiráculos. Su enorme boca puede llegar a medir 1,5 metros de ancho, capacidad suficiente para albergar a una foca nadando de costado y en sus mandíbulas, se hallan multitud de filas de pequeños dientes. Tiene cinco grandes pares de branquias, cuyas hendiduras son enormes, posee un par de aletas dorsales y aletas pectorales, siendo estas últimas muy poderosas. La cola de estos seres puede medir más de 2,5 metros de lado a lado, en los tiburones ballena jóvenes, la aleta superior de la cola es más grande que la aleta inferior, en cambio la cola de un adulto tiene forma de media luna y es la que les proporciona la propulsión. Sin embargo, el tiburón ballena no es un nadador eficiente, pues utiliza todo el cuerpo para nadar, lo cual no suele ser frecuente en los peces, y por ello se desplaza a una velocidad media de 5 kilómetros por hora, una velocidad relativamente lenta para un pez de tan enorme tamaño. El espécimen más grande del que se tiene registro fue capturado el 11 de noviembre de 1947, muy próximo a la isla de Baba, cerca de Karachi, Pakistán. Medía 12,65 metros de largo y pesaba casi 22 toneladas, sin embargo, existen muchas historias de tiburones ballenas más grandes, se mencionan longitudes de por encima de los 18 metros, que, por otra parte, no son nada extrañas en la literatura popular, pero no existen registros ni pruebas científicas que sustenten su existencia.

En 1868, el botánico irlandés Edward Perceval Wright, mientras veraneaba en las islas Seychelles, observó algunos especímenes de tiburones ballena, y aseguró haber visto ejemplares de más de 15 metros de longitud, e incluso alguno que sobrepasaría los 21 metros. En una publicación de 1925, Hugh McCormick Smith describe a un tiburón ballena de enorme tamaño atrapado en una trampa de bambú para peces en Tailandia en 1919. El tiburón era demasiado pesado como para desembarcarlo en tierra firme pero Smith estimó que su longitud era al menos de 17 metros, y que su peso rondaba las 37 toneladas, más tarde se exageraron estas cifras, llegándose a afirmar que medía 17,98 metros y pesaba 43 toneladas, incluso ha habido avisos de tiburones ballena de 23 metros. En 1934, un barco llamado “Maurguani” se topó con un tiburón ballena mientras navegaba por el sur del Océano Pacífico y le golpeó, lo que hizo que quedara bloqueado en la proa del barco. Se cuenta que medía 4,60 metros por un lado del barco y 12,20 metros por el otro. De todos modos, no existe documentación fiable sobre ninguno de estos hechos, por lo que siguen siendo poco más que ‘leyendas marinas’.

Maduros sexuales, a los 30 años, son centenarios, un ‘parto normal’ es de varias crías pero pueden llegar a decenas

El tiburón ballena es una de las tres especies de tiburones que se alimentan mediante un mecanismo de filtración de agua junto con el tiburón peregrino, y el tiburón boquiancho. Se alimenta principalmente de fitoplancton, necton, macro algas, y kril, pero a veces también lo hace de crustáceos como larvas de cangrejo, calamares y bancos de peces pequeños, como las anchovetas, sardinas, caballa y atún. Los numerosos dientes de que dispone no juegan ningún papel determinante en la alimentación. De hecho, son de reducido tamaño. El tiburón ballena succiona gran cantidad de agua, al cerrar la boca la filtra a través de sus peines branquiales, en el pequeño intervalo de tiempo entre que cierra la boca y abre sus peines branquiales, el plancton queda atrapado en los dentículos dermales. Este mecanismo de filtración previene el paso de todo fluido entre las branquias, todo lo que mida más de 2 ó 3 milímetros de diámetro queda atrapado e inmediatamente engullido. Se ha observado que estos tiburones emiten una especie de tos, se trata de un mecanismo de limpieza para expulsar la acumulación de partículas de alimentos en las branquias. Esta especie, a pesar de su enorme tamaño, no su- pone ningún peligro para el ser humano. Son bastante cariñosos, y suelen ser juguetones con los buceadores.

Los hábitos reproductivos de los tiburones ballena no están muy claros. Se trata de seres ovovivíparos. Las crías salen del huevo en el interior de su madre, que les da a luz vivos. Los tiburones recién nacidos suelen medir entre 40 y 60 centímetros de longitud, pero se sabe poco de ellos, ya que los ejemplares jóvenes se dejan ver muy raramente y no se han realizado estudios morfométricos, ni se sabe mucho de su tasa de crecimiento. Se cree que alcanzan la madurez sexual en torno a los 30 años -miden entonces unos 9 metros- y que viven de media unos 100. Un ‘parto normal’ es de varias crías pero pueden llegar a decenas. El tiburón ballena es el objetivo de la pesca artesanal y de la industria pesquera en varias zonas costeras del mundo donde se deja ver ocasionalmente. La población de esta especie es desconocida, pero está considerada por las Naciones Unidas, en su Convenio sobre la Diversidad Biológica, como una especie en estado vulnerable. México la considera especie amenazada habiendo una normativa en pro de su cuidado. Este cetáceo está de moda en las ofertas turísticas de todo el mundo. Los europeos y norteamericanos están ‘locos’ por venir a nuestras aguas y nadar junto al tiburón ballena…

Los cetáceos se marcan con ‘etiquetas’, Proyecto Dominó, en verano se nutren del placton de nuestras aguas así como de las huevas de bonito

Tras la locura desatada en Holbox, con la ‘fiebre del tiburón ballena’, Jaime González Cano, Rafael de la Parra, Javier Ayala, Marcelo Cupul, Francisco Remolina y Alberto Friscione se dedican en cuerpo y alma a conocer más del gigantesco ‘vecino’ y sus andanzas por los mares de mundo. Comienzan a marcarlos con ‘etiquetas’ donde se le pone un número al cetáceo, a la vez que el nombre del Proyecto Dominó. Se pudo monitorearlos. Hoy los satélites dominan el ‘Dominó’. “Creíamos en principio -nos relata Alberto Friscione- que se iban por la Corriente del Golfo que se crea entre México y Cuba y se dirigían hacia el norte, rico en plancton… Nos llevamos la sorpresa de que no era así, sino que se dirigían hacia aguas de la Florida, de otras islas del Caribe, de Honduras y Belize. Se da un caso único en el pueblo belizeño de Placencia, donde existe un arrecife que se conoce como ‘Claden Spiidd’. Aquí llegan en febrero y permanecen en marzo y abril comiendo huevas del pargo Cubera. En Placencia de Belize existen grandes manchas de grandes pargos, quien viven a profundidades de más de 50 metros. En esos primeros meses del año, suben en espiral hacia aguas menos profundas de unos 40 o 50 pies -10 o 12 metros- para desovar. Sueltan los huevos para que sean fertilizados. Los tiburones ballena aprovechan esta circunstancia para hacerse con esta que es su principal fuente de proteínas. La doctora norteamericana Raquel Graham, máxima autoridad en las investigaciones reside en Belice. Después toman rumbo hacia aguas profundas de Quintana Roo, a 200 y 300 metros de profundidad. En verano se nutren del placton de nuestras aguas, así como de las huevas de bonito.

Aunque Holbox era la referencia mundial del tiburón ballena, en sus aguas turbias de placton, en otras de Cancún, Isla Mujeres, Chiquilá…, comenzaron a detectarse también comunidades… “La más amplia se descubrió en el conocido como ‘Mar Azul’ cercano a Isla Mujeres. Se da la circunstancia que en este lugar las aguas son menos turbias pues hay menos placton y la visibilidad es mucho mejor…”, seguía explicándonos Friscione. “Nuestras aguas tienen la mayor concentración de tiburones ballenas en el mundo”, se muestra tajante en la corta tertulia, a pesar de que los minutos transcurridos. El tiempo efectivamente es relativo, máxime con Friscione. Este año del 2020 hemos divisado cerca de medio millar de tiburones ballena…

@SantiGurtubay

@BestiarioCancun

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