El INE es una institución emanada de la delincuencia política del salinismo.
En una democracia civilizada y de representación plural, los procesos electorales bien pudieran organizarse y dirimirse dentro de los tres Poderes Públicos constituidos.
La institucionalidad electoral y anticorrupción autónoma expresa que esos Poderes son ilegítimos y disfuncionales, o que dicha institucionalidad, creada por los dos Poderes Públicos de elección, es artificiosa, dispendiosa e injustificada.
Porque, ¿qué puede tener de autónomo y socialmente rentable lo que emerge de conveniencias políticas particulares para ejercer funciones que los Poderes Públicos soberanos pueden cumplir?
Gracias al INE y con su aval al financiamiento prohibido de partidos y candidaturas, han gobernado al país y en el país mafias insaciables y depredadoras que lo han saqueado y ensangrentado, y a las cuales han cubierto de impunidad las masivas burocracias anticorrupción que nunca han servido para consignar y procesar a criminal público alguno, por lo que el erario invertido en ellas constituye una tragedia desmedida que debiera ser saldada con la extinción de tan monstruosos ‘elefantes blancos’.
SM