El Minotauro
Por Nicolás Durán de la Sierra
Cancún, Quintana Roo. Dícese que el bíblico Job fue ejemplo de paciencia, pero el presidente López Obrador no se queda atrás en lo que respecta a explicar una y otra vez que la ruta que va de Cancún a Playa del Carmen del Tren Maya no tocará los ríos subterráneos de la zona y mucho será el “desastre ambiental” que augura un grupo a ecologistas de nuevo cuño y sospechosa procedencia.
En una reciente conferencia matutina, casi con palitos y bolitas, el presidente detalló el trazo de este tramo, ‘y en verdad os digo’, ya con tono bíblico, que no entendió el que no quiso entender.
Vamos, hasta sus detractores reconocieron que “ahora sí que se explicó el presidente”, como si antes no lo hubiera hecho, pero bueno, se trata de una salida decorosa de ellos ante el respetable.
De la vocinglera farándula que clama contra del tren, ya para dejar el tono bíblico y para que estos se sientan a gusto, que los atienda Will Smith, quien tanto gusta del diálogo.
En la misma conferencia recordó que recién se anunció la siembra de cien mil hectáreas de árboles en el Estado y la dotación de mil nuevas hectáreas de selva para el área protegida del parque El Jaguar, en Tulum.
Una obra del tamaño del Tren Maya, de cerca de mil 500 kilómetros de vías por todo el sureste, con un costo de 230 mil millones de pesos, sin duda enfrentará retrasos y problemas, como ocurre, pero ello natural.
Los roces que se dan en el norte del Estado, los que se airean en las redes y la prensa, son explicables por la ferocidad de los intereses económicos de la zona.
Ni más, ni menos.
El proyecto original, el que se ha ajustado a la geografía de los sitios por donde pasará el tren, origen del retraso, habla de la vocación ecológica del gobierno federal y el explicar a todos la obra, dice de su tez democrática.
Por cierto, la manifestación de Impacto Ambiental, la MIA, la autoriza el gobierno federal… y pues ya va siendo hora de que autorice una a sí mismo. La paciencia de Job.