Comentario editorial
Lo extraordinario del caso es que en un país dominado por la corrupción y el narcoterror, sin cultura de la ley y donde la impunidad judicial es cercana al cien por ciento de los casos consignados como criminales, ahora mismo se impone, como rigurosa condición democrática, la generalización de la censura de la ley en las declaraciones políticas para evitar delitos tan peligrosos y violentos como los de la palabra, en los procesos políticos donde lo que cuentan son, justamente, las palabras.
SM