El Minotauro
Nicolás Durán de la Sierra
Luego de jaloneos y cabildeos con Gobiernos y empresas farmacéuticas de Europa y Oriente, para este febrero arribarán a nuestro país casi cinco millones de vacunas contra el Covid-19, con las que se pretende cumplir con el proyecto de proteger contra esta enfermedad a la mayoría de mexicanos para mediados de año, una meta que, aunque ambiciosa, se presume posible.
El retraso en la llegada de las vacunas, mismo que han protestado tanto por nuestro país como por Alemania y Francia, no sólo han sido por los retrasos de Pfizer, una de las grandes farmacéuticas, sino también por el acaparamiento que han hecho del fármaco Inglaterra y Estados Unidos, práctica que ha sido calificada de “muy egoísta” por la Organización Mundial de la Salud.
Las maniobras de estos países, ya esperadas por buena parte de la comunidad internacional, han sido paliadas por el Centro de Acceso Global a Vacunas, o Covax, que busca asegurar que todos tengan acceso rápido a estas, sin importar su nivel económico. Tal afán, como se ve, no ha sido suficiente. Por tal vía es que México recibirá pronto una gran dotación de vacunas AstraZeneca.
De modo paralelo, México, junto con otros países, desde el inicio de la epidemia además tendieron puentes con Rusia y China, los gigantes científicos de Oriente, para explorar estos mercados y es por ello que pronto nos llegarán vacunas rusas Sputnik V y chinas CanSino. El mercado de la salud es eso, un mercado, y es feroz. No existe la solidaridad de los países ricos.
En este contexto resultan risibles las andanadas de una oposición cada vez más yerta, a la que la lucha del país contra la epidemia les parece deleznable. Por cierto, para el marzo por venir se espera inicie la aplicación en nuestro país de la vacuna AstraZeneca, la que ya inició su envasado en México y desde donde se distribuirá a diversos países de América Latina.