La cosa pública
Por José Hugo Trejo
Tal y como demandaban desde hace más de un mes los opositores y críticos del Gobierno que encabeza Andrés Manuel López Obrador, por fin ayer lunes 30 de marzo el Consejo de Salubridad General declaró la Emergencia Sanitaria por Causas de Fuerza Mayor motivada por la pandemia del Covid-19, cuando ya en México se superó el millar de personas confirmadas con la infección, 1094, de las cuales ya han fallecido 28.
El Gobierno federal a través de la Secretaría de Salud, según se ha venido transmitiendo día a día a través de las redes sociales y los medios de comunicación que cubren las conferencias de prensa cotidianas en Palacio Nacional, se ha apegado a las directrices marcadas por la Organización Mundial de la Salud pese a los cuestionamientos y presión de los opositores al Gobierno.
Apenas la semana pasada que el Gobierno federal declaró la entrada a la Fase 2 y exhortó a los mexicanos a mantener una sana distancia y a quedarse en casa, pues los eventos masivos fueron suspendidos desde hace semanas, los efectos económicos en miles de familias se hicieron sentir así como la resistencia de muchísimos subempleados y pequeños emprendedores y emprendedoras a acatar una disposición que los dejaría en una precariedad económica que sienten que puede ser más grave que la propia pandemia del Covid-19; resistencia que seguramente continuará ante la incapacidad financiera que tiene nuestro país y el Gobierno actual, como la tendría cualquier otro Gobierno y casi cualquier país del mundo, para hacer frente a una desmovilización completa de sus sectores productivos.
Imaginen ustedes el escenario en que se encontraría nuestro país de haberse tomado esta medida cuando los críticos y opositores del actual Gobierno lo demandaban. No lo quiero ni pensar, como no quiero pensar la situación en que estaremos dentro de 30 días o dentro de dos o tres meses si la pandemia del Covid-19 se agrava y se paraliza la vida económica del país.
De ahí la importancia que tiene que como ciudadanos responsables cumplamos al pie de la letra las recomendaciones que las autoridades federales y estatales vienen realizando desde hace semanas para sobrellevar la pandemia con el menor número de infectados posible en el corto, mediano y largo plazo.
La pandemia es grave por el número de contagios y la rapidez con que se propaga. No nos debe dar temor y mucho menos pánico, pues no implica que nos vayamos a poner muy graves o a morir todos los que lleguemos a infectarnos, aunque exista la posibilidad. El problema no es personal, es global, es lo que nos puede afectar como sociedad en caso de enfermarnos la mayoría a un tiempo, porque ningún sistema de salud tiene la capacidad para hacer frente a un escenario de esa naturaleza.
Eso lo han repetido una y otra vez las autoridades sanitarias de nuestro país. Hay que hacerles caso y cuidarnos unos a otros.
De lo que no hay que hacer mucho caso es de los rumores y de las descalificaciones que día con día también se hacen de quienes tienen la responsabilidad de aplicar las políticas públicas para la paliar la crisis sanitaria y económica que nos afecta; no hay otros ni puede haber otros en el corto plazo. Hay que seguir sus instrucciones y recomendaciones, el tiempo y los resultados que arroje su estrategia y manejo de la contingencia, serán los únicos que nos permitirán juzgarlos con mayor objetividad y justeza.
Porque durante el tiempo que llevamos de pandemia, han aflorado muchas mezquindades y oportunismo de todo tipo, tanto político, como personal, comercial y de marketing.
Y también detrás de muchas acciones que se presumen de ser generosas y filantrópicas, se exhiben intereses menos loables y más llenos de vileza y egocentrismo en medio de la tragedia que vive la humanidad ante la pandemia del Covid-19.
Lo mismo para descalificar al adversario político, como el caso del comunicado especial a propósito de la pandemia en México “Por la salud de todos ¡Actuemos!, que firmaron y publicaron en El Universal los que fueron secretarios de Salud en Gobiernos anteriores al actual, como Guillermo Soberón Acevedo, Julio Frenk y José Narro Robles, entre otros, que primero descalifican la actuación de las autoridades sanitarias y luego llaman a la unidad y dejar politiquerías.
También se exhiben quienes con el propósito de promover acciones en favor del personal médico buscan notoriedad política en estos tiempos de crisis. Por eso se promueven ellos mismos más que las acciones que son necesarias para paliar los problemas de la crisis.
Ni hablar de los que suben los precios de productos básicos o los que recortan sueldos a su personal con el pretexto de la crisis y de artistas y deportistas que promocionan sus acciones filantrópicas. Y no es que deben de dejar de hacer sus labores de apoyo y solidaridad, pero deben de hacerlas con discreción, buena fe y sin el afán de sacar provecho para su causa o para su ego…