La ‘oposición’ de Cuba cohabita con el partido de extrema derecha español VOX, reivindicadora de la figura y obra de Francisco Franco

Pinceladas

En los últimos meses, en varios programas de las televisoras ‘anticomunistas’ y defensores a ultranza del expresidente republicano Donald Trump, los presentadores e invitados muestran públicamente su respaldo a VOX. En España han marchados juntos por las calles de Madrid y otras ciudades en una ‘Liga Antisocialista’, no teniendo recato a la hora de llamar comunista al presidente español, Pedro Sánchez, del PSOE (Partido Socialista Obrero Español), y a la mitad de la ciudadanía del país ibérico. ‘Estos cubanos residentes están convencidos de que VOX es mayoría en España. Siguen viendo los programas que llegan a través de YouTube y Facebook a sus hogares de ‘El Paparazzi Cubano’, ‘Alex Otaola’, ‘Roberto San Martin y Susana Pérez’, amén de los shows de Carlucho y Carlos Otero…”. La campaña anti Cuba la canalizan a través de cantantes, en su mayoría reguetoneros, la nueva ‘savia’ en la lucha contra el Gobierno de la Isla. Desde algunos foros se plantea abiertamente la utilización de la lucha armada para “derribar a los comunistas” o la “intervención de Estados Unidos”…

Santiago J. Santamaría Gurtubay

Abel Prieto acusa a Yotuel Romero de marchar en Madrid junto a ‘esclavistas’ y el ex Orisha le canta las 40; “Olvidó poner que salí a marchar con 10,000 cubanos que pedían ¡Libertad!”, recuerda el intérprete de ‘Patria y Vida’ al exministro de Cultura de Cuba; Abel Prieto acusó al cantante Yotuel Romero de marchar en Madrid el pasado domingo 25 de junio junto a ‘esclavistas’ en un mensaje en Twitter en el que escribió la etiqueta #NoAlFascismo; Yotuel marchó en Madrid por la libertad del pueblo cubano junto a una figura de Vox, cuya familia tuvo al parecer ingenios y esclavos en Cuba. Se le atribuye esta afirmación: aquellos esclavos estaban mejor entonces que con Fidel Castro porque tenían empleo fijo”, escribió Prieto. Abel Prieto, sin mencionarla, hizo referencia a Rocío Monasterio, presidenta del partido VOX en Madrid. Aunque nació en la capital española, su padre es cubano. Sus antepasados fueron terratenientes en Cienfuegos, propietarios del ingenio azucarero Manuelita y dueños de la Compañía Azucarera Atlántica del Golfo, que llegó a cotizar en la bolsa de Nueva York. Tras la llegada al poder de Fidel Castro en 1959 y la expropiación de sus empresas y propiedades, la familia emigró a España. El mensaje del actual presidente de Casa de las Américas suscitó una respuesta de Yotuel Romero a través de su perfil de Facebook. “Señor Abel Prieto, olvidó poner que salí a marchar con 10,000 cubanos que pedían ¡Libertad!, punto uno. Punto dos, hubo representantes de todos los partidos que se sumaron a la manifestación. Pero claro, a ustedes, los maltratadores del pueblo, les es más fácil contar la película de que los millones de cubanos que pedimos libertad somos de unos partidos políticos u otros para vender una conspiración política que ni ustedes mismos se creen”, escribió Yotuel Romero. “Esto es derechos humanos y siento decirle que todos los partidos están alineados en condenar lo que están haciendo”, afirmó. Según Romero, se ha reunido con altos dirigentes del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y “tienen claro lo que pasa en Cuba”. “Lo que ocurre es que yo solo soy un artista utilizando mi voz para contar que es lo que pasa y desgraciadamente no puedo controlar qué consecuencias o no tomen los partidos. Pero que saben que ustedes están maltratando al pueblo, créame que lo tienen claro”, insistió.

Para Romero, Abel Prieto “tiene la necesidad una vez más” de verlo como un “negro”, para así “una vez más mostrar el racismo institucional” de “todos los que le rodean”. Más adelante dijo: “Lo que sí ocurrió y ocurre es que seis negros llamados Alexander, Randy, Maykel Osorbo, Descemer Bueno, El Funky creamos una canción que generó algo en nuestro pueblo, sin embargo, usted no ha hecho absolutamente nada relevante que el pueblo pueda recordar con cariño. Pasará a la historia como un opresor que jamás y nunca luchó por que el arte fuese libre”. Me llama la atención esta afirmación de Yotuel Romero pues debe preguntar a los artistas de los 90 las gestiones que Abel Prieto realizó al frente al Ministerio de Cultura logrando que los músicos y escritores fueran unos ‘privilegiados’ un cuarto de siglo atrás pues se les facilitó los permisos de salidas al exterior para participar en conciertos, manejo del dólar, importación de coches… Yotuel no puede echar por tierra aquellas intervenciones de Abel Prieto en defensa de sus ‘artistas’ nada agradecidos en momentos difíciles de la pandemia, abastecimiento de comida, problemas con la anergía… Muchos cubanos se sintieron “marginados” por aquellos logros de Abel Prieto y otros aprovecharon aquella ‘realpolitik’ para encaminarse por las sendas de las artes y letras más que por las ciencias…

“¿Qué quieren decir con empezar de nuevo? ¿Es la turba violenta que aparece en el videoclip la destinada a abrirle los ojos y salvarla?”

.El presidente de Casa de las Américas, Abel Prieto, denunció estos días el uso de la canción ‘Todo por ti’ de los músicos Pavel Urquiza y Daymé Arocena como propaganda política contra Cuba. Desde las redes sociales de esa institución, el intelectual de la nación caribeña aludió al empleo en el videoclip de imágenes del pueblo -término que aparece entrecomillado- cuando arremete contra un auto patrullero y contra policías quienes, la mayoría de las veces, retroceden ante las agresiones de la gente. Titulado ‘Evitemos la tentación del odio’, el texto mencionó fragmentos de la letra, en los cuales los artistas le hablan a Cuba, la convocan a que despierte y manifiestan su disposición a “empezar de nuevo por ti”. Tras ello, Prieto interpela, entre otras cuestiones: “¿Qué quieren decir con empezar de nuevo? ¿Echar por tierra la obra de la Revolución Cubana, borrarla, suprimirla, y regresar a 1958? ¿Nuestra patria ha vivido ciega durante más de sesenta años? ¿Es la turba violenta que aparece en el videoclip la destinada a abrirle los ojos y salvarla?”.

También nombró a los jóvenes involucrados en la lucha contra la Covid-19 en el país; a los médicos, enfermeras, científicos, profesionales de todas las ramas, periodistas, escritores, artistas, trabajadores manuales e intelectuales, hombres y mujeres humildes y preguntó si ellos no forman parte del pueblo. El exministro de Cultura de Cuba mencionó, asimismo, a los miles de cubanos presentes el sábado 17 de julio último en los actos de respaldo a la Revolución y aseguró que la isla “ha estado siempre dispuesta a rectificar sus errores y a cambiar todo lo que debe ser cambiado”. En este sentido, afirmó, que las transformaciones tienen como base las establecidas en la Constitución, con principios innegociables de soberanía y socialismo, y comunicó que recibe noticias de personas abrumadas por los insultos, ataques y mentiras provenientes de las redes sociales. “Muchas han decidido cerrar sus perfiles de Facebook o bloquear, no sin dolor, a familiares y amigos. Algunas de ellas se han enfermado literalmente. Me contaron de una compañera que se encerró en su cuarto, horrorizada, como si el odio pudiera saltar de los móviles e inundar su propia casa”, indicó. El presidente de Casa de las Américas recordó a una joven cantante, comprometida con su patria y talentosa, que sufrió un verdadero linchamiento en las plataformas digitales y en los medios de la contrarrevolución y cómo se siente aislada, deprimida y sola. “Tratemos de razonar con todo aquel que no sea incorregiblemente reaccionario, incorregiblemente contrarrevolucionario. Debemos escucharlo civilizadamente, darle la razón allí donde la tenga, ofrecerle toda la información y todos los argumentos y proponerle construir una comunicación no contaminada por el tóxico predominante en las redes”, acotó. Por último, convocó a evitar la tentación del odio, un camino demasiado fácil y degradante y llamó a ponerle corazón a este momento decisivo acompañado de las etiquetas #CubaDefendida y #CubaViva.

Good Bye Franco!, ‘grito’ de Luis García Berlanga, los franquistas no son capaces de movilizar más que a unos pocos frikis “y a cubanos”

Ante las desgracias, en muchas familias españolas se repetía un lema que venía de lo más oscuro de la posguerra, pero con tintes del director valenciano Luis García Berlanga: “Comer, no comeremos, pero lo que nos hemos reído”. Viendo el despliegue exhumatorio, lo parafraseé: los españoles, resolver conflictos históricos, no los resuelven, pero lo que han carcajeado. Mi hijo Andoni, quien prepara un año más sus maletas para pasar unas semanas en nuestro Cancún, en el Caribe Mexicano, y huir del eterno ‘sirimiri’ -llovizna del Cantábrico y su Golfo de Vizcaya, en Durango del País Vasco, que se caracteriza por tener un tamaño de gota pequeño dando la impresión de que las gotas flotan en vez de caer, provenientes de nubes relativamente bajas y de poco desarrollo vertical- al oír mis carcajadas, en una videoconferencia, me preguntó qué estaba viendo. “Lo de Franco”, respondí, “que es la monda”, por usar una expresión de 1975. Era un delirio el ver a Juan Chinarro, presidente de la Fundación Francisco Franco, recitando versos de Antonio Machado. Si le dejan unos minutos más, apela al mismísimo Manuel Azaña para defender a Franco. Alucinaba ver a una señora llamada Pilar Gutiérrez, presidenta de Movimiento por España, decirle a Ana Rosa Quintana: “Los demócratas somos los franquistas”, porque “Franco trajo la democracia”. Lo dijo con mucha gracia, como una humorista que imitara a una ‘maruja’ facha muy exaltada, terminó con una de las sentencias más sensatas que se oyeron en toda la mañana, de otro asistente a la expulsión de ‘Paco’ de su Valle de los Caídos: “Vamos a tomárnoslo con humor, porque Franco murió hace 44 años”. Los franquistas de toda la vida son la hostia. Se han convertido en una caterva de marginales que, ante la exhumación de su momia, no son capaces de movilizar más que a unos pocos frikis, evocadores de los personajes de los filmes berlanguianos como ‘Bienvenido Mr. Marshall’, ‘El verdugo’, ‘La vaquilla’, ‘Todos a la cárcel’, ‘Plácido’, ‘Esa pareja feliz,, ‘Calabuch’, ‘La escopeta nacional’, ‘París-Tombuctú’… Nacido en Valencia, en 1921, murió en Madrid, en el 2012.

Su cine se caracteriza por su mordaz ironía y sus ácidas sátiras sobre diferentes situaciones sociales y políticas. En la etapa de la dictadura franquista despuntó su habilidad para burlar la censura de la época con situaciones y diálogos no excesivamente explícitos pero de inteligente contralectura y consiguiendo llevar a cabo proyectos atrevidos. Sus obras son verdaderas joyas históricas e histriónicas para entender mejor los ‘episodios nacionales’ de la España que le tocó vivir: la expulsión del Rey Alfonso XIII; la proclamación de la República; el golpe de estado de Francisco Franco Bahamonde; la Guerra Civil Española; el Bombardeo de Gernika, permitido a los aviones nazis, y el cuadro pintado por Pablo Picasso; el Proceso de Burgos; la dictadura franquista y sus fusilamientos del 27 de septiembre; la muerte del Caudillo; la Transición Democrática; la Movida Madrileña de Pedro Almodóvar; la llegada de los socialistas al poder; el secuestro del gobierno, diputados y senadores, a punto de pistola y metralletas, en el Congreso de la Cuesta de San Jerónimo, el 23 de febrero de 1981, por parte del teniente coronel Antonio Tejero y sus ‘guardias inciviles’; el fin de la insurrección armada de ETA en el País Vasco; los últimos años de Juan Carlos I como el rey que reina pero no gobierna en la monarquía parlamentaria y la llegada de Felipe VI…

Francisco Franco construyó el Valle de los Caídos, cerca de El Escorial, levantado por Felipe II, cerca de Madrid, con la intención de perpetuarse

Todos los dictadores, en algún momento, quieren medirse con los faraones y construirse tumbas a la altura de sus delirios de grandeza. Cuando cae un régimen, sus lugares de entierro se convierten en un incómodo recordatorio de la huella de terror que dejaron en su país. Se trata de lápidas en las que en ocasiones aparecen flores y velas, pero que en otros casos son consumidas por la hiedra del olvido. En cambio, cuando una dictadura quiere perpetuarse y legitimarse en el presente, se construyen panteones que, a veces, llegan a dominar la vida pública de un país. Francisco Franco construyó el Valle de los Caídos, cerca de El Escorial, levantado por Felipe II, cerca de Madrid, capital de España, con la intención de perpetuarse en esta segunda categoría, aunque su régimen se descompuso rápidamente, “por culpa de la traición de su sucesor, el Rey Juan Carlos I, quien apostó por una democracia burguesa al estilo de las existentes en la Europa de Olof Palm, Willy Brandt, Jacques Chirac, François Miterrand, Sandro Pertini, Giulio Andreotti, Aldo Moro, Mario Soares… La salida de sus restos de este mausoleo mamotrético, este jueves, 24 de octubre de 2019, le coloca en un lugar al que la historia le envió hace mucho tiempo. Al igual que el chileno Augusto Pinochet, que reposa en una capilla familiar en Valparaíso, el dictador español ha pasado a la esfera de lo privado y abandonado el espacio público. A diferencia del argentino Jorge Videla, que después de morir en la cárcel por crímenes contra la humanidad fue enterrado en una tumba con un nombre falso ante el rechazo de sus vecinos, ha sido sepultado en un lugar identificado, junto a su mujer, Carmen Polo.

Aunque imposible de ignorar cuando se sale de Madrid por la carretera de La Coruña, el Valle de los Caídos nunca tuvo la presencia que alcanza el Palacio del Sol de Kumsusan, en Pyonyang, el mausoleo del fundador de la única dinastía comunista del mundo, Kim Il-sung, donde también se encuentran el cadáver de su hijo, Kim Jong-il, padre del actual gobernante y presidente eterno de Corea del Norte. La siniestra sombra de la cruz del Valle tampoco ocupó nunca un lugar insoslayable en el paisaje urbano, como ocurre con el mausoleo que alberga el cuerpo momificado de Lenin, en la plaza Roja de Moscú. Allí estuvo enterrado José Stalin hasta 1961, cuando durante el 22º congreso del partido se decidió el traslado de sus restos. Aunque no se fueron muy lejos: se enterraron junto a la muralla del Kremlin. En cambio, cuando se produce una ruptura radical con el pasado, es inevitable que el cuerpo del sátrapa se convierta en un problema. “La vida post mortem de dictadores y criminales de masas es una realidad en todo el mundo y en todos tiempos. La pregunta de qué hacer con estos embarazosos cadáveres y cómo enfrentarnos a su legado plantea grandes desafíos por sus efectos sobre la sociedad civil, incluso mucho después de su muerte. La tumba del dictador Benito Mussolini en Predappio se ha convertido en un engorro creciente para el Estado italiano, porque recibe la visita frecuente de nostálgicos del fascismo. Ejecutado junto a su amante Clara Petacci por partisanos y colgado de los pies en Milán, sus restos estuvieron en un lugar secreto hasta que su cadáver fue robado por sus partidarios y finalmente entregado a la familia. Las tumbas del rumano Nicolai Ceaucescu o del yugoslavo Tito, en la llamada Casa de las Flores de Belgrado, reciben frecuentes visitas, al igual que la del croata Ante Pavelic en Madrid, mientras que la sepultura de Slobodan Milosevic en Pozarevac se encuentra medio olvidada, pese a que el premio Nobel Peter Handke asistió a su entierro. El lugar donde fue sepultado el sátrapa iraquí Sadam Husein, ejecutado por crímenes contra la humanidad, fue destruido totalmente y circulan todo tipo de rumores sobre el destino final de su cadáver.

Adolf Hitler, el dictador responsable de más dolor y muerte del siglo XX, no quiso construirse un mausoleo, sino toda una urbe: Welthauptstadt (capital mundial) Germania. Sin embargo, se suicidó derrotado en su búnker de Berlín el 30 de abril de 1945, cuando la ciudad estaba a punto de caer en manos de los soviéticos. Su cadáver fue quemado en la puerta del refugio junto al de Eva Braun, con la que acababa de casarse. El destino de sus restos fue durante décadas un misterio. Con la Perestroika se supo que los soviéticos se habían llevado una parte de la mandíbula en una caja de puros, que se destruyeron en los setenta por orden de Leonidas Breznev. El lugar donde fueron quemados Hitler y Braun es hoy un parking cerca del antiguo muro. Solo un cartel recuerda que allí fue incinerado un asesino de masas.

“La España actual es fruto del perdón, pero no puede ser producto del olvido, y ha tardado 41 años en sacar a Franco de su mausoleo”

La exhumación de Francisco Franco del Valle de los Caídos “pone fin a una afrenta moral” que España arrastraba desde 1975, el 24 de octubre del 2019, “el enaltecimiento de la figura de un dictador en un espacio público”. Su ejecutor, Pedro Sánchez, el tercer presidente socialista desde la restauración de la democracia, ha remarcado que la decisión de acabar con el mausoleo a uno de los grandes dictadores del siglo XX ha contado con el respaldo de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial. “Hoy España cumple consigo misma”, ha sentenciado el secretario general del PSOE, que ha recalcado: “La España actual es fruto del perdón, pero no puede ser producto del olvido”. Transcurridos 80 años de la Guerra Civil, la democracia española ha tenido que darse 41 años para asentarse y poner fin a la excepcionalidad del trato reservado a Franco. Con su entierro en el panteón familiar en El Pardo-Mingorrubio, propiedad del Estado, “se da un paso más en la reconciliación” de la sociedad española y los odios heredados de abuelos y padres. “Nos costó mucho tiempo deshacernos de un régimen represor. Y casi nos ha llevado el mismo tiempo apartar los restos de su artífice del homenaje público”, ha reconocido Sánchez en una declaración institucional en el Palacio de La Moncloa pasadas las tres de la tarde del 24-O. El presidente ha dejado una hora y media más tarde un ramo con 13 rosas rojas en la tapia del cementerio de La Almudena, bajo las placas que recuerdan el fusilamiento de las jóvenes socialistas en agosto de 1939, ya finalizada la Guerra Civil, por el régimen franquista.

Sánchez ha destacado cómo “el mausoleo” del Valle de los Caídos “era más que un anacronismo y una anomalía: un agravio a la democracia española”. “Ponerle fin era un deber para las generaciones que no crecimos bajo el trauma de la Guerra Civil y el franquismo. Hoy rendimos un tributo a todas las generaciones pasadas. Y con el pensamiento puesto en las generaciones futuras proclamamos que la enseña de la democracia y la convivencia ondeará siempre en nuestra patria”, ha afirmado Sánchez. La intención del Gobierno fue exhumar a Franco “de inmediato” tras el éxito de la moción de censura en junio de 2018 contra el presidente conservador del Partido Popular, Mariano Rajoy. Los recursos de la familia del dictador aplazaron año y medio los planes de Sánchez. “Concluye así un largo proceso, que ha contado con el pronunciamiento de los tres poderes del Estado. Fue el poder legislativo, sin un solo voto en contra en el Parlamento, el que instó al Gobierno a poner fin a una anomalía en una democracia europea: la exaltación de la figura de un dictador en un mausoleo construido durante la dictadura, por la dictadura y a mayor gloria de la dictadura. Fue el poder ejecutivo el que impulsó los actos necesarios para materializar esta exhumación. Y ha sido finalmente el poder judicial el que, con el pronunciamiento del Tribunal Supremo, ha respaldado un procedimiento dotado de las máximas garantías. Así funciona un Estado democrático de derecho”, ha reivindicado Sánchez. “La España actual es fruto del perdón, pero no puede ser producto del olvido”, ha expresado Sánchez en tono solemne, recordando a los españoles que combatieron al fascismo en la Segunda Guerra Mundial, se vieron forzados al exilio tras la Guerra Civil y fueron “abandonados a su suerte” en campos de exterminio nazis, donde el régimen franquista dio su visto bueno a que fueran considerados apátridas. Pero el presidente ha hecho hincapié sobre todo en la construcción del Valle de los Caídos, levantado “con el sacrificio de miles de presos políticos” de la dictadura del ‘Caudillo’. Allí fueron conducidos los restos mortales de casi 34,000 españoles represaliados tras la Guerra Civil.  Más de un tercio de ellos permanecen aún hoy sin identificar. Muchos de ellos, ha subrayado Sánchez, reposan en ‘Cuelgamuros’ después de que sus cuerpos fueran trasladados sin consentimiento o en el más absoluto desconocimiento de sus familias. “Es una infamia que más pronto que tarde deberá también ser reparada; como habrá de serlo igualmente el que aún hoy existan miles de fosas dispersas por toda nuestra geografía. Es una aberración intolerable que debemos afrontar con decisión. Por justicia y dignidad. Pero, sobre todo, por pura humanidad. La España de hoy tiene una deuda con esas familias”, ha remarcado Sánchez.

Francisco ‘Francis’ Franco y Luis Alfonso de Borbón sosteniendo el ataúd, perfecta descripción del nacionalcatolicismo, El Caso y el Hola

En unos días, cuando el Valle volvió a abrir sus puertas, quienes accedieron se encontraron con un lugar distinto. Porque quienes yacen son ya todos víctimas y solo víctimas. Cuando el Valle volvió a abrir sus puertas simbolizará algo distinto: el recuerdo de un dolor que no debe volver a repetirse jamás y un homenaje a todas las víctimas del odio. La manera en que arrancó su discurso el actual presidente del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), favorito candidato en las elecciones generales del próximo 10 de noviembre –“En el día de hoy…”- fue la misma con que Franco inició su último parte en la Guerra Civil. Lo siguiente fueron cuatro décadas de una de las dictaduras más crueles y longevas del siglo XX en la Unión Europea y el mundo. Hay féretros que los carga el diablo y muertos enterrados personalmente por él. Eso cuando no se encarga de todo la familia Franco: de cargar el féretro y enterrarlo en otro lugar, lejos del monumento construido por el dictador para su propia gloria. De la basílica de Valle de los Caídos, con una pompa y un silencio impropios, retransmitido en directo, salieron los primeros Francisco ‘Francis’ Franco y Luis Alfonso de Borbón sosteniendo el ataúd, los dos como perfecta descripción del nacionalcatolicismo: páginas de Sucesos y páginas de Sociedad, como si a Franco lo sacasen entre El Caso y el Hola. No hubo escandaloso tropezón, ni debilitamientos repentinos, ni inoportuna torpeza; como si el Estado, con su mirar para otro lado respecto al origen de sus fortunas y sus generosas dádivas, hubiera fortalecido a los Franco para que, llegado el día, pudiesen sacar ligeros al dictador. De algo valió. Y no es mala profesión, en caso de querer una, la de portadores de dictadores muertos. Casi parece el nombre de una banda de rock.

Cuando los restos mortales de Franco salían del Valle por el aire, en tierra sus restos vivientes eran disputados por las cámaras de televisión. Unas treinta personas, en su momento más álgido, deambulaban entre el aturdimiento y el jolgorio con pancartas ultras, fotos denunciando checas de la Guerra Civil, carteles envenenados (“PP y Cs: escuchad a vuestros votantes”) y mensajes desconcertantes (“Estado Dictatorial”, decía una). “¡Señora, pero que está diciendo! ¡Señora! ¡Señora!”, gritaba una mujer llamada Pilar Gutiérrez Vallejo, hija de un ministro franquista, líder de facto del grupo de ultraderechistas que subió al Valle. Algunos periodistas, alarmados por los gritos, movieron la cabeza buscando a la destinataria de los reproches, pero no encontraron nada. Simplemente Pilar Gutiérrez estaba en una conexión televisiva enzarzándose con otra persona que escuchaba a través de los auriculares. Ella fue la que alrededor de las nueve de la mañana colgó una pancarta que ponía ‘Franco Vive’, tapó la mitad dejando Vive cuando la Guardia Civil fue a poner orden, y finalmente anduvieron ella y los suyos con la pancarta, extendiéndola frente a la puerta de Valle, como Perico por su casa.

“Esto es parte de un proceso destinado a derrocar a Felipe VI y destruir la cruz del Valle de los Caídos, símbolo de nuestra identidad cristiana”

A unos metros de “la mujer más franquista de España” se encontraba una familia que sacó una imagen de la Virgen María y se puso a rezar pasando las cuentas de un rosario blanco; si se les preguntaba algo, sonreían beatíficamente. El disparate era absoluto. Ya se había producido un accidente de circulación (un Volkswagen escarabajo empotró a un Lancia por ir mirando su conductor el espectáculo a las puertas del Valle); pasó la rama ‘rosa’ de los Franco (los Martínez Bordiú, básicamente) en una furgoneta cargada de lazos rojigualdas y ramos de flores formando la bandera de España; a una señora moqueando al pie de la carretera un agente le pidió que se fuese a otro lado; un hombre de paisano y con gorro militar ponía himnos castrenses a todo volumen en su coche y curiosos desperdigados que llegaron de todas partes (uno de ellos de Ciudad Real con su familia tras tocar diana a las cinco de la mañana) decían, literalmente, que “les da igual” lo que se hiciese con Franco. Ocho grados en Cuelgamuros, en medio de la nada, un jueves de finales de octubre. De alguna manera, sobrealimentados por los periodistas, eran unos 200 o más  allí, aquello degeneró en un grupo de animosos hinchas dispuestos a hacer el ridículo de manera inofensiva, lejos de las instituciones a las que ha llegado esa herencia con una estrategia mucho menos folclórica. Antes de eso, a las ocho y media de la mañana, José Luis Rodríguez Zapatero, expresidente izquierdista por el PSOE, y Santiago Abascal, líder de la nueva extrema derecha de Vox, hablaban al mismo tiempo en dos emisoras. El ejercicio de sincronización era casi perfecto. “Felicito al Gobierno por esta decisión y esta ejecución de una tarea difícil”, decía Zapatero a Ángels Barceló en Hoy por hoy. “Esto es parte de un proceso destinado a derrocar a Felipe VI y destruir la cruz del Valle de los Caídos, símbolo de nuestra identidad cristiana”, le decía Abascal a Íñigo Alfonso en Las mañanas de RNE. La puerta de la finca que está frente al Valle es Jaral de la Mira, donde un cartel fuera advierte que hay “ganado bravo”, justo el lugar elegido por los franquistas para manifestarse antes de cruzar la carretera hasta el Valle (les obligó la Guardia Civil porque la gente -los periodistas- empezaban a invadir la calzada). Toros bravos y vacas descansaban de mañana en un enorme prado, ajenos a la que se estaba liando fuera. La presencia de una vaca pretendida por dos astados provocó una riña entre ellos; se pegaron las testuces y se mantuvieron así, empujándose, un buen rato, mientras toros y franquistas miraban para ellos. “Poco a poco la cosa se fue relajando. Los móviles anunciaron a tres manifestantes que presenciaban el espectáculo, grabándolo, que el cuerpo de Franco estaba ya fuera de la basílica…”, explicaba el periodista Manuel Jabois para el programa especial en directo, de El País.

Días atrás estaban dispuestos a discutir sobre la exhumación de Franco cuando llegó el maître con la carta de vinos y entre estos líderes de opinión se estableció una educada polémica sobre añadas y reservas, de modo que dejaron a ‘Paco’ o ‘Patxi’, de momento en su tumba y unos eligieron un blanco seco, otros, un tinto de crianza. Con el toque exquisito del vino en el paladar alguien dijo que lo difícil no era sacar a Franco del Valle de los Caídos, sino del subconsciente de los españoles, su tumba más hermética. Luego, los comensales se enzarzaron acerca del destino que había que dar a ese siniestro panteón y a su desmesurada cruz. Entonces se acercó el camarero a la mesa con la comanda, los comensales dejaron cada uno de lado su opinión y decidieron compartir de primero una ensalada tradicional de lechuga, cebolla y tomate de Gernika, Vizcaya, para seguir con una merluza en salsa verde con kokotxas y espárragos de Calahorra, La Rioja, y un queso de Idiazábal, Gipuzkoa y membrillo de Marcilla, Navarra. Mientras saboreaban fue consensuada una posible salida. Después de sacar los despojos del dictador habría que hacerlo con todos los restos mortales de las víctimas de uno y otro bando, para entregarlos con el máximo respeto a sus familias, y a continuación abrir de par en par las puertas de la basílica para dejarla en poder de la naturaleza, de forma que primero entraran grandes bocanadas de aire puro cargado con el aroma de todas las plantas silvestres de la sierra, el espliego, el romero, el tomillo y la jara, y, una vez purificada, dejar que el tiempo a medias con la botánica la convirtieran en una gruta impenetrable llena de hiedra, helechos, zarzas, raíces y malvas, donde los esotéricos de noche pudieran extraer macabras psicofonías. En aquel almuerzo todos realizaban un esfuerzo para no estropear una buena digestión. Por eso, con Franco ya a buen recaudo, nadie osó manchar el blanco mantel con el problema de Cataluña. Todos convinieron en que para abordar tan grave cuestión había que pedir un buen chuletón de más de un kilogramo por comensal, acompañados de pimientos del piquillo asados a la brasa… Good Bye Franco!, es la consigna de Luis García Berlanga y su inseparable amigo Juan Antonio Bardem, que nos envían desde la eternidad. Los dos son considerados los renovadores del cine español de posguerra.

La losa de su sepultura en mármol de Carrara, 100,000 pesetas. “No, no, algo más baratito. Total, no voy a pasar mucho tiempo dentro”

Esta columna, que creo deben leer todos esos cubanos anticastristas para que se sitúen en la España que les acoge, no en la de Internet, que les sirve para defender su confusión entre sus deseos y la realidad, no pudiera acabarse con un chiste de Franco. Uno de ellos, es un tanto profético. En los últimos días del Generalísimo se cuenta que le estaban enseñando modelos para la losa de su sepultura.- Esta, en granito, 30,000 pesetas. Esta, en mármol de Carrara, 100,000… Pero el hospitalizado respondía: “No, no, algo más baratito. Total, no voy a pasar mucho tiempo dentro. Al poco de su fallecimiento el libro ‘Al tercer año resucitó’ fue un éxito de ventas… La ‘historia-ficción’, como la definió su autor Fernando Vizcaíno Casas, juega con la idea de la contemplación que de la sociedad española posfranquista, y de los líderes políticos como Adolfo Suárez, Felipe González, Manuel Fraga Iribarne, Santigo Carrillo, Dolores Ibarruri ‘La Pasionaria’, y Juan Carlos I ‘El Traidor’, tendría un Franco resucitado. De ahí en más se convirtió en un auténtico superventas con más de cuatro millones de ejemplares vendidos. La sátira política, la nostalgia, la ironía, el humor corrosivo, las caricaturas apenas disimuladas o explícitas de políticos y otros personajes camaleónicos y acomodaticios del momento, y la visión crítica de los años posteriores al final del franquismo caracterizan buena parte de su narrativa. Muchas de sus obras son testimonio de su nostalgia por personajes, lugares, ámbitos sociales y costumbres desaparecidas en España. Admirador del pensamiento de José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange Española, también realizó una defensa explícita del franquismo, en particular en ‘¡Viva Franco! (con perdón)’ (1980). Una de sus principales preocupaciones era transmitir su visión de dicho período, del cual afirmaba que sentó las bases para el posterior despegue económico y social español. Vizcaíno Casas sostenía que esa etapa no era transmitida con justicia e imparcialidad a las nuevas generaciones. “No se os puede dejar solos”, carcajeaba el resucitado y hoy exhumado Francisco Franco Bahamonde, nacido en El Ferrol, Galicia, en 1892; fallecido en 1975; ‘resucitado’ en 1978 -coincidiendo con la aprobación de la Constitución Democrática Española-; y exhumado y vuelto a enterrar en 2019.

El ‘Caudillo’ firmaba sentencias de muerte en batín siempre a la hora del desayuno mientras mojaba churros en el café con leche, como las del 27 de septiembre de 1975, 55 días antes de su muerte, un 20 de noviembre de 1975. Con el fallo por unanimidad de los magistrados del órgano constitucional que se encuentra en la cúspide del poder judicial español permite al Gobierno retirar el cadáver de la basílica de Cuelgamuros para enterrarlo en el cementerio de El Pardo-Mingorrubio, se abrió paso la posibilidad de terminar por fin con una anomalía incomprensible en una democracia: haber permitido durante más de cuatro décadas que un dictador permaneciera en el monumento que él mismo concibió para glorificar su régimen. La propia historia de la construcción del Valle de los Caídos, en la comunidad autónoma de Madrid, muy cerca de El Escorial, palacio construido por el rey Felipe II, un príncipe renacentista, a mediados del siglo XVI, en su basílica están enterrados los monarcas españoles, está marcada por una larga relación de terribles episodios de abuso y humillación a los presos que fueron obligados a trabajar en su edificación, lo que convertía en una ignominia aún mayor que siguiera sepultado allí el responsable del golpe de Estado que procuró terminar en 1936 con una democracia y que solo lo consiguió tras tres años de Guerra Civil en los que contó con un masivo apoyo de la Alemania nazi y de la Italia fascista.

Los despojos de Franco no hay que ir a buscarlos en su tumba, sino en el cerebro de gran parte de los españoles de uno y otro bando

Tras la II Guerra Mundial, estos dos países evitaron que existiera cualquier monumento que pudiera servir para celebrar las figuras de los líderes que encarnaron sus programas totalitarios, Adolf Hitler y Benito Mussolini. No ocurrió lo mismo en España. Franco murió en la cama y, llegada la democracia, los partidos no supieron cómo resolver el despropósito, aplazando el problema de manera insólita. Las fuerzas de derecha fueron las que más desaprovecharon la oportunidad de ser las que lideraran una iniciativa que las hubiera distanciado por completo de un régimen totalitario y que persiguió a sus enemigos con la mayor violencia. El Gobierno del socialista Pedro Sánchez, ahora en funciones, es el que podría ahora culminar, tras un recorrido cargado de situaciones un tanto esperpénticas, un proceso en el que deberían haber estado implicadas todas las fuerzas políticas democráticas. La unanimidad del Supremo ha rechazado la totalidad del recurso de la familia Franco -no solo se oponía a la exhumación de los restos del dictador, sino también a que fueran enterrados en Mingorrubio- revela hasta qué punto la polémica sobre el traslado era artificial. La sentencia rechaza también la petición de llevar a Franco a la Almudena, reforzando la idea de que prima el “interés general” frente al derecho particular de la familia de enterrar al dictador en el centro de Madrid. La Santa Iglesia Catedral Metropolitana de Santa María la Real de la Almudena, conocida simplemente como Catedral de la Almudena, es una catedral de culto católico, dedicada a la Virgen María y sede episcopal de Madrid. Construida en el emplazamiento de una antigua mezquita, la catedral de Almudena toma su nombre de la palabra árabe al-mudayna, que significa ‘ciudadela’. La catedral está ubicada en el centro histórico de la ciudad de Madrid. La grave anomalía de la ‘Transición Democrática Española’ está en vías de pasar a la historia. Quedará el monumento del Valle de los Caídos, y en la tarea de su resignificación les toca trabajar a todas las fuerzas democráticas y a las organizaciones de la sociedad civil implicadas en temas de la memoria y la historia.

Pronto o tarde, finalmente llegará el día en que la losa de 1,500 kilos de la tumba de Franco será levantada y puede que en ese momento ante la expectación general se produzca un imponente fiasco. Corre un insistente rumor de que esa tumba está vacía en las redes sociales plagadas de conspitaciones y ‘fakes news’. Si esto es así, cuando el notario levante acta de que el cadáver del dictador ha desaparecido, ante un caso tan de novela negra lógicamente al asombro seguirá una inevitable especulación llena de morbo. ¿Dónde está el fiambre? ¿Ha sido robado por sus enemigos o ha sido puesto a buen recaudo en algún lugar secreto por sus partidarios? Si la tumba está vacía y el cadáver del dictador no aparece, llegará el momento en que será necesaria la ayuda de un Sherlock Holmes de andar por casa, quien tal vez podría desarrollar una hipótesis en sus justos términos. Los despojos de Franco no hay que ir a buscarlos en su tumba del Valle de los Caídos, sino en el cerebro de gran parte de los españoles de uno y otro bando. Ahí hay que encontrarlos. ¿Los lleva usted dentro y no lo sabe? En este caso, se trataría de una película de terror. De hecho, ese cadáver duerme en el sustrato ideológico más profundo de la derecha cavernaria, que todavía se alimenta de su memoria y en el odio más enquistado de la izquierda, que no logra sacudirse de encima su fantasma. Sacar a Franco de la tumba es muy fácil. Lo complicado es exhumarlo del cerebro de gran parte de los españoles, la verdadera tumba donde se está pudriendo. ¿De verdad, viejo español, de una forma u otra, no lo lleva usted dentro? “Limpiar el panteón de Cuelgamuros es el primer paso ineludible para que la neurosis colectiva que produce su memoria comience a desvanecerse y la figura del dictador sea deglutida definitivamente por la historia…”, escribía, meses atrás, el columnista español Manuel Vicent.

Cuando en Marruecos iba al frente, antes de entrar en combate, sólo tomaba un vaso de leche y gracias a eso se salvó del tiro en la barriga

Sin duda una de las personas que conoció más profundamente la psicología de Francisco Franco Bahamonde fue Pedro Sainz Rodríguez, su amigo de juventud en Oviedo, conspirador durante la República, ministro de Educación mientras duró la Guerra Civil y exiliado monárquico después. En los últimos años de su vida tuve el placer de seguir las declaraciones de este personaje sabio y mordaz, cuya ‘biografía no autorizada’ del gallego ‘Paco’ era la más cercana a la veracidad. “Yo era catedrático de Literatura de la Universidad de Oviedo –explicaba Pedro de su amigo Francisco- y Franco durante sus permisos de África se acercaba por allí para hacerle la corte a doña Carmen y ella le daba calabazas porque su padre consideraba que la profesión de Franco era muy peligrosa. Carmencita, cualquier día te lo mata un moro ¿y qué hacemos? Ser legionario era entonces como ser torero. Paseé muchas noches con él después de cenar por la plaza de la Escandalera hasta las tres de la madrugada y Franco, todo un comandante, no paraba de gimotear, ¿se imagina usted a Franco lloriqueando y sorbiéndose los mocos con un pañuelo? y yo le decía: Nada, Paco, tu insiste y ya verás cómo al final la consigues. Como así fue”. La consiguió. Pero matar a Franco tampoco era tan fácil como creía su suegro. Cuando en Marruecos iba al frente, antes de entrar en combate, sólo tomaba un vaso de leche y gracias a eso se salvó del tiro que le pegaron en la barriga. Si se hubiera atiborrado de chorizos y cazalla como hacían otros militares para darse valor no habría sobrevivido. Era muy precavido, nunca sacaba el pecho de la trinchera y no presumía de esa cosa tan española de no querer escolta. “A mí que me pongan toda la policía que haga falta”, decía después cuando ya era dictador. Un día iba Sainz Rodríguez con Franco en aquel Mercedes blindado que le había regalado Hitler y al mirar por una ventanilla veía una cola de caballo, miraba por otra y veía la cola de otro caballo. “Mi general, el panorama que tiene usted desde este coche no es muy divertido”, comentó el ministro. Franco le contestó: “Sí, sí, pero fíjese bien, no hay forma humana de meter el brazo y de que me peguen un tiro, jí.jí.jí”.

Franco tenía muy desarrolladas sólo las virtudes menores. No era noble, magnánimo o preclaro, sino taimado, obstinado, receloso, desconfiado, con un instinto finísimo para percibir el lado malo o débil de cada persona que sabía aprovechar muy bien en beneficio propio. Por eso quedaba desconcertado cuando alguien por simple decoro se mostraba renuente a aceptar algún cargo o prebenda. “No es posible, pregúntenle, pregúntenle, investiguen, que algo querrá”. “Excelencia, realmente ese hombre no desea nada”. “No es posible -contestaba el dictador- pregúntenle, investiguen mejor y verán como oculta algo”.  Desde muy joven Franco se nutrió casi exclusivamente de las primeras experiencias que recibió en Marruecos. Este fue el principio fundamental de su vida: creer que a las personas se las somete con las dádivas o con el terror y en ambos casos hay que llegar hasta el fondo. “Al amigo, una cántara de leche de camella, al enemigo, una patada en la tripa”, se dice en la cultura árabe. Allí el concepto de adversario político no existe, si no estás conmigo estás contra mí, y esta enseñanza cainita se la trajo el dictador a España. Por otra parte desde sus tiempos de teniente africanista asimiló el boato fastuoso e impúdico del Sultán como algo natural y eso le permitió adornarse sin sonrojo con la guardia mora y vivir en un palacio con las 18,000 hectáreas de los montes del Pardo a su disposición, acordonar 20 kilómetros de un río para pescar una trucha, hacerse acompañar de un destructor de la Armada en busca de un cachalote, poner a un guardia civil de plantón cada cien metros en la cuneta desde Madrid a Cazorla cuatro horas antes de que él pasara por esa carretera a matar perdices o venados.

“Podéis volver a vuestra patria con orgullo tras bombardear Guernica, los españoles nunca olvidaremos que Carlos V era un rey alemán”.

En realidad sólo era un militar. Tenía en la cabeza una papilla somera ligada con algunas ideas extraídas de aquí y de allá del Tradicionalismo y de Acción Española, con cuatro tópicos de la Historia de España y lugares comunes sobre los peligros del comunismo, las asechanzas de la masonería y del valor patriótico que le sirvieron de adobo para su guión de la película ‘Raza’. Consideraba que toda España era un cuartel bajo su mando, por tanto a los ministros los trataba como coroneles y los dejaba hacer a su aire en su respectivo regimiento o ministerio. En principio tuvo alguna veleidad literaria pero no una ambición política. Antes del golpe del 18 de Julio el general José Sanjurjo Sacanell, marqués del Rif por sus andanzas guerreras no lejanas a Ketama, donde se producía buena parte del haschís, la marihuana, la mota que fumaban buena parte de la tropa rojigualda y la de los ejércitos de la hoy Unión Europea -todavía no había llegado la globalización de ‘El Chapo’ desde la Sinaloa mexicana-, hizo firmar un papel a todos los demás generales conjurados para que indicaran el cargo que querían cuando el Alzamiento triunfara. Franco manifestó expresamente que deseaba el puesto de Alto Comisario de España en Marruecos. Hasta última hora no se decidió entrar en la sublevación. Se sumó a ella con un telegrama al general Mola que decía así: “He sido y siempre seré fiel a la República”. Ese acto de adhesión era la contraseña de su traición. De esta forma estaría a salvo si lo interceptaban los servicios de espionaje. Previamente exigió que le pusieran 40,000 duros en Italia, una cantidad que dice mucho de su cortedad de miras.

Los columnistas le preguntaron más de una vez a Sainz Rodríguez si Franco tenía afición a la lectura. Les contestó que el general nacido en El Ferrol, un 4 de diciembre de 1892, al norte de La Coruña, y protagonista del golpe de estado contra la República constitucionalista el 18 de julio de 1936, que derivó en la terrible Guerra Civil Española, fue tal vez el único estadista del mundo que no mandó hacerse el retrato clásico de prócer con un libro en la mano. De su corto periodo de ministro Sainz Rodríguez recordaba aquella vez que estuvo arrodillado junto a Franco en un mullido reclinatorio durante una misa en la catedral de Salamanca. El dictador tenía un gordísimo misal en las manos y durante toda la misa no cambió de hoja. Se pasó todo el rato mirando por el rabillo del ojo quien entraba y quien salía. No se sabe si Franco leyó un libro entero alguna vez. Está comprobado que el misal no lo leía, pero unos días antes de que la Legión Cóndor regresara a Alemania quiso preparar el discurso de despedida sin ayuda de nadie y para eso se encerró varias tardes en una habitación donde sólo había el diccionario Espasa. Llegado el momento desde el balcón dijo a los aviadores que bombardearon la localidad vasca de Guernika, inmortalizada por el pintor malagueño Pablo Picasso: “Podéis volver a vuestra patria con orgullo. Los españoles nunca olvidaremos que Carlos V era un rey alemán”.

‘El Caudillo’ no estableció una censura ideológica, sólo machacaba a quienes se enfrentaban directamente con él o ponían en cuestión su poder

Como dictador Franco sólo tuvo una ambición sin fisuras: durar, durar, durar hasta morir en la cama y una vez muerto ser enterrado con honores de faraón y que su falo se transformara en una gigantesca cruz de granito orlada de evangelistas. Contra lo que pueda parecer a simple vista el dictador no estableció una censura ideológica. A Franco el concepto sobre el mundo le traía sin cuidado. Sólo machacaba a quienes se enfrentaban directamente con él o ponían en cuestión su poder. Por eso consideraba que su enemigo más peligroso era Don Juan de Borbón, el padre de Juan Carlos I y abuelo de Felipe VI. El comunismo y la conjuración judeo-masónica eran una coartada retórica para cubrirse. Su demonio no estaba en Rusia sino en Estoril, no lejos de Lisboa, capital de Portugal y se llamaba Don Juan. La censura moral la dejó en manos de la Iglesia. Desde los años de la guerra en Salamanca donde firmaba sentencias de muerte en batín siempre a la hora del desayuno mientras mojaba churros en el café con leche hasta las sentencias de muerte de su último septiembre de 1975, Franco se fue adaptado de forma pragmática como un galápago a la realidad cambiante del país. Cuando al final del periodo de la autarquía se abrió la caja fuerte del Banco de España y allí dentro sólo había un par de gaseosas de ‘La Casera’ y un sello de correos llegó el Opus al gobierno y Alberto Ullastres le dio unas clases a Franco para explicarle qué era la oferta y la demanda. Logró convencerle de que la peseta no era una bandera nacional que había que enarbolar con orgullo sino una divisa sometida a las leyes del mercado. “Bueno, haced lo que haya que hacer. A mí dejadme matar perdices”. A él le bastaba con refregar su victoria por las narices de los perdedores de la guerra cada 18 de Julio, incapaz como fue de olvido y perdón.

Vino la estabilización de 1959. Comenzó la expansión económica, se formó el tejido de una clase media, se fueron los emigrantes a Europa, llegaron los turistas. Cuarenta años son muchos años. Bajo la humillación de la dictadura España fue cambiando biológicamente de piel, la gente logró olvidar la caspa de postguerra, conoció también los beneficios del bienestar europeo y aunque Franco logró expirar en la cama, realmente el franquismo había muerto atropellado por el utilitario Seat 600, el ‘bochito’ de los gallegos, en plena calle a mitad de los años sesenta. El resto hasta el 20-N de 1975 fue un residuo con gases lacrimógenos. Franco murió rodeado del manto de la virgen del Pilar, del brazo de santa Teresa y de otras reliquias y objetos milagrosos, un mundo negro de José Gutiérrez-Solana que se combinaba de forma surrealista con monitores cibernéticos, tubos y cables en un circuito en medio del cual el cuerpo exangüe del dictador sólo era una parte aunque no ya la más importante. En realidad estaba posando en el lecho de la muerte para que lo fotografiara su yerno, el marqués de Villaverde, Cristóbal Martínez Bordiú, convirtiendo aquella agonía en un esperpento más de la Historia de España.

En la cartela del cuadro ‘Duelo a garrotazos’, de Goya, se explica que esa clase de pelea a muerte solo se permitía en Cataluña y en Aragón

Todo indica que los jueces del Tribunal Supremo eligieron de forma casual aquel 24 de septiembre para decidir por unanimidad que los restos del dictador Francisco Franco serán finalmente exhumados del Valle de los Caídos. Pero la ocasión era perfecta. Y Pedro Sánchez no la dejó pasar. El presidente tenía previsto su discurso anual ante la Asamblea General de la ONU justo el mismo día de la sentencia. Y fue ese uno de los ejes de su discurso, recordando la historia negra española, que provocó que este país no estuviera entre los fundadores de la ONU, en 1948, porque en ese momento España estaba aislada, alejada de los grandes países democráticos por culpa de la dictadura franquista, rechazada por todas las naciones importantes hasta que finalmente empezaron a aceptarla a finales de los años cincuenta. “Hoy, 24 de septiembre de 2019, hemos cerrado simbólicamente el círculo democrático, pues el Tribunal Supremo de España acaba de autorizar la exhumación del dictador Franco del mausoleo público en el que estaba enterrado con honores de Estado. Hoy cerramos por lo tanto un capítulo oscuro de nuestra historia y comenzamos las labores para sacar los restos del dictador Franco de donde han reposado inmoralmente durante demasiado tiempo. Porque ningún enemigo de la democracia merece un lugar de culto ni de respeto institucional. Es una gran victoria de la democracia española”, clamó el presidente.

Francisco José de Goya y Lucientes pintaba juegos de columpio y fiestas felices en la pradera, una duquesa desnuda con carne de nácar y aguafuertes llenos de brujas y ajusticiados, cartones para tapices con escenas galantes y ahorcados, capirotes de la Inquisición, el garrote vil, un asno con levita y un macho cabrío presidiendo un aquelarre. La España atroz y la de la Ilustración convivían en sus lienzos. Cuando Goya se fue a vivir a la Quinta del Sordo, hacia 1819, era un viejo lleno de cólera y sabiduría. Durante los cuatro años de misantropía que estuvo allí enclaustrado luchando contra sus demonios se dedicó a cubrir 32 metros cuadrados de pared con visiones corrosivas y pesadillas esquizofrénicas. En la cartela que acompaña al cuadro ‘Duelo a garrotazos’ se explica que esa clase de pelea a muerte solo se permitía en Cataluña y en Aragón. En el resto de España estaba prohibida. En la pintura original esa pareja de españoles raciales tiene los pies sobre la hierba, pero al pasar la pintura al lienzo desde las paredes encoladas, la restauración deplorable hizo que aparecieran con las piernas enterradas y ese error ha convertido la escena en un símbolo del violento inmovilismo español como un destino aciago. Algunos expertos opinan que Goya en los días felices había pintado bocetos de dulces vendimias con colores pastel debajo de esas pinturas negras y uno en las visitas al Museo del Prado trataba de adivinarlas -inútilmente ayudado por bulímicas copas de vino tinto de Labastida, cosechado en la Rioja Alavesa, en un nada anoréxico almuerzo en ‘Sobrinos de Botín’, muy cerca de la Plaza Mayor de Madrid, acompañado de mis sobrinos Leyre y Andoni, y nuestros eternos amigos José Fernández Lara e Isabel López, antes de viajar a Casablanca, Rabat , Salé, Fez Marraquech, Ouzazate y Zagora y adentrarnos en el Desierto del Sahara, a través de Mahmid- dentro de las nubes azules y rosas que presiden la pelea de los dos villanos.

Hoy, la sala de las pinturas negras de Goya está siempre abarrotada de espectadores que solo buscan la belleza, pero la incompetencia de los líderes políticos ha hecho que el desafío independentista contra el Estado reproduzca la escena de una España ciega con las piernas enterradas. Hubo un tiempo en que un sueño de ética y libertad unió a los catalanes y el resto de los españoles. Ignoro si todavía es posible imaginar que un delicado racimo de uvas invisible se halla en medio de esos dos bellacos que se están matando a garrotazos. Pero es incapaz de hacer otro tanto con Steve Bannon y la extrema derecha franquista que los ciudadanos creyeron derrotar en las últimas elecciones generales. En España no sé si Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se han dado cuenta de lo que han hecho. Ignoro los detalles del naufragio, aunque en este momento me traen sin cuidado. Supongo que me iré enterando, que todos nos enteraremos de las interioridades grandes y pequeñas, los relatos contrapuestos en este descomunal fracaso colectivo, pero ahora mismo sólo me importa una cosa. En la noche del 28 de abril yo creí, como millones de españoles, que había ganado las elecciones. Todas las personas que votaron al PSOE o a Unidas Podemos, se acostaron esa noche con alegría, incluso con una pizca de orgullo por un resultado electoral que significaba la derrota de la extrema derecha que gana y gana en el resto de Europa. Al día siguiente, un chiste feliz corrió como la pólvora. España es el único país del mundo capaz de derrotar a Napoleón y a Steve Bannon. Y ahora vosotros nos habéis dicho que no. Que no ganamos las elecciones. Que las perdimos. Que la extrema derecha, con sus indeseables aliados, vuelve a estar en la rampa de salida, en las quinielas del poder.

¿De dónde sacan nuestros políticos de derechas tanto veneno? ¿Por qué nuestros políticos de izquierdas no logran superar la mutua inquina y desprecio? Ese odio no se encuentra en la calle. Los españoles no nos odiamos tanto ni somos tan irresponsables en las empresas, en el trabajo, en la familia como nuestros políticos. Una vez más ese castillo que los socialistas habían levantado en la arena fue derribado por la obscena ambición de Podemos con la quijada de asno. “Una vez más el odio como desplante, como desafío, como venganza…”, comentaba amable el escritor Manuel Vicent, quien también nació en el Mediterráneo como Joan Manuel Serrat… Quizás porque mi niñez/Sigue jugando en tu playa/Y escondido tras las cañas/Duerme mi primer amor/Llevo tu luz y tu olor/Por dondequiera que vaya/Y amontonado en tu arena/Guardo amor, juegos y penas/Yo, que en la piel tengo el sabor/Amargo del llanto eterno/Que han vertido en ti cien pueblos/De Algeciras a Estambul/Para que pintes de azul/Sus largas noches de invierno/A fuerza de desventuras/Tu alma es profunda y oscura/A tus atardeceres rojos/Se acostumbraron mis ojos/Como el recodo al camino/Soy cantor, soy embustero/Me gusta el juego y el vino/Tengo alma de marinero/Qué le voy a hacer, si yo/Nací en el Mediterráneo/Nací en el Mediterráneo/Y te acercas, y te vas/Después de besar mi aldea/Jugando con la marea/Te vas, pensando en volver/Eres como una mujer/Perfumadita”.

VOX​ es un partido político español fundado a finales de 2013. Su presidente es Santiago Abascal, su vicepresidente es Jorge Buxadé y su secretario general es Javier Ortega Smith.​ VOX está calificado por especialistas como de ultraderecha o de extrema derecha, ​aunque algunos medios de comunicación de ideología conservadora lo sitúan en la derecha del espectro político. Durante las dos primeras décadas del siglo XXI, mientras en Europa crecían los partidos de extrema derecha, España constituyó una excepción lo que se atribuyó fundamentalmente a que perduraba el recuerdo de la ultraderechista dictadura franquista. Pero entre diciembre de 2018 y abril de 2019 España se equiparó al resto de países europeos con la irrupción del partido de ultraderecha VOX en el Parlamento de Andalucía, primero, con 12 diputados, y en el Congreso de Diputados, después, con 24 escaños (10.2% de los votos), que dobló en las elecciones generales de España de noviembre de 2019 cuando consiguió 52 diputados (15.09 % de los votos). Los factores que explicarían el crecimiento de VOX serían fundamentalmente cuatro, con especial incidencia del último: el hecho de que en la segunda década del siglo XXI una mayoría de electores ya no había vivido la dictadura franquista; la apertura de un amplio espacio para los temas socioculturales, campo abonado para los populismos de derechas, como consecuencia de la crisis económica española (2008-2014); la gestión de la crisis por el gobierno de Mariano Rajoy y los casos de corrupción del PP que minaron la confianza en este partido entre muchos votantes de derechas; y, sobre todo, el desafío secesionista en Cataluña que generó la tormenta perfecta que propició el gran avance de VOX.

Hay que considerar un quinto factor que explicaría por qué fue VOX el que creció espectacularmente y no otros grupos de extrema derecha. VOX  ofrece un “producto” ultraderechista diferente del que ofrecían los grupúsculos que lo precedieron en el sentido de que ni la dirección ni la ideología del partido están directamente manchadas por el fascismo ni por el régimen franquista, aun cuando sí propugnen una visión revisionista de este último. Así, VOX no es una versión más o menos moderada del neofascismo como lo habían sido la mayoría de los partidos de extrema derecha en España, sino que es una escisión radical (y nativista) del PP por lo que se encuadraría dentro de los partidos de derecha radical populista que en Europa y en otras partes han experimentado un gran auge en las últimas décadas. VOX ha conseguido llegar al poder político en solo un año (condicionando los gobiernos de Andalucía y de otras comunidades autónomas, como la de Madrid), lo que la mayoría de los partidos ultraderechistas tardan décadas en conseguir desde que cosechan sus primeros éxitos electorales. Los cubanos opositores cohabitan en España con VOX y su Santiago Abascal Conde. El tiempo les puede pasar factura.

@SantiGurtubay

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