La cosa pública…
Por José Hugo Trejo Figueroa
En 2022 la sucesión gubernamental en Quintana Roo se dará por vez primera sin que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) sea protagonista preponderante, aunque sí lo sean varios de sus ex militantes, incluido el propio gobernador Carlos Joaquín González, que tiene el sello indeleble del tricolor y su actuación asegurada en dicho proceso más que cualquiera de los otros participantes que se avizoran desde ahora.
El PRI tuvo su última actuación preponderante como partido político en la sucesión gubernamental de hace cuatro años, la cual perdió contra sí mismo no sólo al entregar la principal plaza electoral al Partido Verde Ecologista de México (PVEM), el municipio de Benito Juárez, sino al permitir la salida de sus filas de uno de los principales aspirantes a su candidatura a gobernador, Carlos Joaquín, quien al final de cuentas, abanderado por sus principales partidos oponentes, Acción Nacional(PAN) y el de la Revolución Democrática(PRD), le ganó la elección de la gubernatura al candidato priista, Mauricio Góngora Escalante.
Actualmente, el candidato priista perdedor en la contienda por la gubernatura de 2016, Góngora Escalante, se encuentra preso. En tanto que corre la misma suerte el gobernador Roberto Borge Angulo, que se opuso férreamente a que su sucesor fuera quien al final de cuentas lo sucedió y que se afanó también infructuosamente en dejar en su lugar, no al expresidente municipal de Solidaridad en desgracia, sino al diputado local José Luis “Chanito” Toledo Medina, quien pese a la fulgurante carrera política que le armó en seis años, haciéndolo diputado local líder del Congreso del Estado y luego diputado federal, terminó traicionándolo tanto a él como a su partido el PRI, pues ahora milita en Movimiento Ciudadano, vendiéndose como serio adalid de todas las causas sociales que su oportunismo olfatee.
De ahí que se sospeche que “Chanito” Toledo Medina pretenda convertirse en protagonista de la sucesión que viene, primero afianzándose como la propuesta más sólida y rentable para el partido de Dante Delgado Rannauro, en caso de que se llegue a conformar una amplia alianza partidista, en la que se incluirían el PAN y el PRD por lo menos, para enfrentar al candidato que surja del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), en el que juegan ex priistas que lo fueron formalmente y otros que no lo declararon abiertamente pero que se forjaron en los oscuros corredizos de la política underground del tricolor, durante su largo periodo de hegemonía en el poder público del Estado de Quintana Roo.
Del lado del PAN y del PRD, opositores históricos que fueron del priismo, no se observa cuadro alguno con posibilidades serias de ser protagonista en la disputa por la gubernatura que viene, no obstante ser los partidos que con el gobernador Carlos Joaquín, hicieron posible la derrota y el desmantelamiento político del PRI en Quintana Roo, sin enfrentar resistencia alguna por parte de quienes fueron gobernantes y cuadros distinguidos del tricolor.
Más fuerte y seria de lo que pudiera ser una propuesta perredista o panista, podría ser la que representa la presidenta municipal de Puerto Morelos, Laura Fernández Piña, ex priista, de no ser por las limitaciones políticas que le impone el PVEM, con el que llegó a ser la primera edil porteña, y su alianza coyuntural con Morena, que seguramente le dará prioridad a los militantes morenistas para la designación del candidato a la gubernatura.
La alcaldesa de Puerto Morelos ha sabido proyectar una imagen de gobernante eficiente y capaz en ese municipio de reciente creación en el que le tocó fundar las bases del desarrollo institucional del mismo. Fernández Piña ha ejercido un gobierno con control estricto tanto en lo político como lo administrativo, lo que le ha permitido trascender en la política estatal sin mayores cuestionamientos. Por eso destaca como uno de los principales cuadros del PVEM en Quintana Roo; aunque esto pudiera no favorecerle tanto ante la conducción que de dicho partido hace el dueño de facto, Jorge Emilio González Martínez, quien no tolera el crecimiento de figuras que le hagan sombra en la franquicia partidista que le heredó su padre.
Otra alcaldesa que sólo por serlo del Municipio más importante de la entidad, en lo económico y lo electoral, es vista como potencial protagonista de la sucesión gubernamental, es la presidenta municipal de Benito Juárez, Mara Lezama Espinosa. Ella fue de las favorecidas por la ola morenista que produjo en Quintana Roo la candidatura presidencial de Andrés Manuel López Obrador en 2018. De alguna manera es también producto radiofónico y político del influyente Grupo Turquesa, del cual es dependiente al igual que de la gracia que le prodiga el Presidente de la República; sin estos respaldos muy difícilmente puede meterse a la carrera por la gubernatura, dado que su control político del Municipio que preside es nulo, enfrentando resistencias desde la base morenista que no la concibe como una de los suyos, además de que no ha sabido concitar alianza con otros militantes de nuevo cuño del partido presidencial, que no sólo tienen más capital político sino que su control territorial sobre amplios sectores de la sociedad cancunense ha sido constante de tiempo añejo.
De ahí que Mara Lezama tenga en los tres diputados federales que influyen en su municipio, Luis Alegre Salazar, Jesús Pol Moo y Mildred Ávila Vera, a su mayor obstáculo no sólo para alcanzar una candidatura a gobernar Quintana Roo, que ella bien que ha buscado con la venia del gobernador Carlos Joaquín, sino que hasta para una posible reelección tendría serios problemas de no concertar las alianzas que le den garantía de que los cuadros morenistas van a jugársela con ella y no en su contra.
Hay otros ex priistas morenistas que están desde ahora en el juego sucesorio. De ellos nos ocuparemos en lo sucesivo…