“No les voy a defraudar”

La última palabra

Por Jorge A. Martínez Lugo

  • Claudia refrenda continuidad con cambio del modelo de nación que representa.

Quienes pensaban que el discurso de Claudia Sheinbaum al rendir protesta como primera mujer presidenta de México, iba a empezar a desmarcarse de su antecesor Andrés Manuel López Obrador, se desilusionaron.

Quienes esperaban que refrendara su discurso de campaña de asumir la construcción del segundo piso de la llamada cuarta transformación, aplaudieron la congruencia con el movimiento que representa, de la mujer que ganó la Presidencia con 36 millones de votos.

“No les voy a defraudar” afirmó Claudia Sheinbaum en su discurso, al reiterar lo que ha venido expresando desde el inicio de su campaña: “habrá continuidad con cambio”, recalcando que se trata de un nuevo modelo de nación, diferente al que imperaba.

LA FOTO HABLA
Una foto que habla por sí sola, sería impensable en la transición de un gobierno a otro en el último siglo. Amlo levantando la mano de Claudia, representa ese mensaje de continuidad de un proyecto, opuesto al otro modelo que se impuso desde 1982 y que hundió en la pobreza a los mexicanos y precarizó a la clase media.

El presidente saliente levantando la mano a la presidenta entrante, teniendo como fondo un pletórico Congreso de la Unión, dice más que mil palabras.

México vive –a pesar de la gobernabilidad alcanzada y con una democracia en buena salud–, un momento delicado en lo económico, ya que falta consolidar las políticas de inversión y desarrollo que tendrán muchas resistencias del neoliberalismo nacional y transnacional.

Esperemos que la irritación que les ha provocado López Obrador empiece a diluirse al no estar presente ya el objeto del odio, y comiencen a aceptar las nuevas políticas, implementadas ahora con un liderazgo femenino, pero con la firmeza con que la primera presidenta de México se ha venido manejando.

Otro problema al que se enfrenta México es la oposición tan desarticulada y tan corrupta que vivimos en México, lo cual no le hace bien a la democracia.

Una buena democracia requiere de una oposición sería, con un discurso que provenga de un plan y un proyecto de nación que la dirigencia de la oposición proponga tanto a su militancia como a toda la nación.

Pero lo que estamos viendo hoy de la oposición en México es un verdadero drama.

Los partidos PRI, PAN y en buena medida MC, están en el completo desamparo; dirigidos unipersonalmente por tribus corruptas, que no logran articular, ya no digamos un proyecto político-ideológico, ni siquiera tienen un discurso convincente; se quedaron en la oposición a todo; se estancaron en el bloqueo legislativo y se han bloqueado a sí mismos.

Una mala oposición, como la que tenemos, no le hace bien a México.

Por lo pronto, la primera mujer presidenta de los Estados Unidos Mexicanos vive ya su primer día en el Palacio Nacional y las expectativas son muy grandes para simpatizantes y opositores. Usted tiene la última palabra.

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