El minotauro
Por Nicolás Durán de la Sierra
Como tema central, este comentario ira por el caos de desarrollo urbano de nuestras ciudades, pero tendrá dos glosas azucaradas, es decir, amables al gusto. Una va allende el Atlántico, a España, mientras que la otra lo hará allende el Puente Nichupté, visto desde el área urbana de Cancún, donde la dorada grey hotelera porfía en pedir dinero federal para la promoción turística.
Para nadie es un misterio que el crecimiento de las ciudades del Estado es caótico o que los planes de los municipios para regular su desarrollo parecen trajes a la medida para los inversionistas, antes que útiles para procurar el equilibrio urbano, y tampoco es un secreto que entre urbanistas se diga que Cancún, por ejemplo, crece como la verdolaga: a lo ancho y a lo tonto.
Si bien con el debido tono oficial, tal fue el eje de la primera sesión para crear el Plan Estratégico Quintana Roo 2025-2050, en la que la gobernadora Mara Lezama dijo que se busca la participación de todos para hacer un proyecto bien fundado, socializado y, sobre todo, que sea respetado y defendido por todos. Y recordó: “si algo le ha hecho daño a este Estado, es la corrupción”.
No se trata del primer plan de este tipo, claro, pero lo novedoso es que se prevé la suma de la comunidad para evitar -al menos eso se desea- que las revisiones de los planes de desarrollo municipales continúen siendo fiestas inmobiliarias en las que el dinero hace naufragar al ya pobre equilibrio urbano del norte estatal hasta en sitios nuevos como Tulum.
“Poderoso caballero es don Dinero…” dijo Francisco de Quevedo, poeta del siglo XV español, y ya metidos en el tema, resulta que en las cortes de este país se ventiló hace unos días la posibilidad de “condenar” de manera oficial a la presidenta Claudia Sheinbaum por no haber invitado a su toma de protesta al rey Felipe VI, lo que tomó a la tremenda la derecha hispana.
Desde luego, la iniciativa no llegó a la cancillería y el asunto no pasó a mayores, pero así andan las cosas allá en las cortes, que son como nuestras cámaras, pero más folclóricas y hasta con panderetas y castañuelas. “El problema no es que sea rey, sino que Felipe es muy majadero”, comentan en Relaciones Exteriores, y no podemos exponer a la presidenta a un real desplante.
Para el otro tema, va un alarde de síntesis: Jesús Almaguer, líder hotelero de Cancún y ciudades anexas, dice que la Federación debe aportar para la promoción turística, mientras que la Federación dice que no, que para eso están las embajadas. Pobres hoteleros, están en la miseria y no les justan con los casi 720 millones de pesos que por año les da el gobierno estatal. Pobres.