(La Unión, Quintana Roo) Hasta la redacción de Estosdías llegaron varias denuncias de pobladores de La Unión, respecto a que su delegada, Eva María Hernández, está ejerciendo un control absoluto sobre las entradas y salidas de la comunidad, exigiendo dinero a cambio de darles permiso de viajar a Chetumal.
“Desde hace varias semanas que la delegada controla quien sale o entra del pueblo, aprovechando la contingencia sanitaria. Incluso hasta creó un grupo de whats para apartar lugares y traer una combi del poblado de Calderón, exigiéndote que pagues el doble del pasaje si quieres transportarte hasta Chetumal, además de su respectiva comisión”, dice María “N”, quien prefiere omitir su nombre por temor a represalias.
Esta situación ha generado inconformidad entre los casi mil 100 habitantes de este poblado que se encuentra en la zona limítrofe entre Othón P. Blanco y Belice, a casi tres horas de viaje desde Chetumal; pues la mayoría de los pobladores tiene que trasladarse seguido a la capital del Estado para abastecerse de productos o por cuestiones médicas.
“Al principio nos dijo que es por el riesgo de contagio del coronavirus, y lo entendimos. Pero desde entonces se dio cuenta que era un negocio, y se está aprovechando de ello. Tampoco deja que organicen viajes las personas que tienen su propia camioneta o vehículo, argumentando que ella tiene contacto directo con los policías del filtro de la entrada a Chetumal, y con una sola llamada puede lograr que no pasemos”, dice la mujer.
No solamente denuncian esta irregularidad: también aseguran que Eva María Hernández está acaparando los apoyos de las despensas por el Covid-19, así como otras ayudas que necesita la población tras las intensas lluvias de los últimos días, las cuales inundaron la mitad de las viviendas.
“Precisamente, ahora que iniciaron las lluvias, pedimos que utilice el dinero que manda el Ayuntamiento y el Estado para mantener en buen estado el refugio, pero no nos ha querido dar cuentas claras de ese recurso. Mientras tanto, el edificio se encuentra en pésimo estado, con muchas filtraciones”.
“En la semana pasada, cuando llegó la tormenta, varios intentamos guardarnos en el lugar, pero con las ventanas rotas, goteras en el techo y sin energía eléctrica, era prácticamente inhabitable”, concluye la mujer, quien suplica a las autoridades correspondientes a que se presenten en el lugar para poner orden.