La cosa pública…
Por José Hugo Trejo
El mayor mensaje político de la designación presidencial del senador José Luis Pech Várguez como enlace institucional entre los Gobiernos federal y del Estado de Quintana Roo para atender la contingencia del Covid-19 en nuestra entidad, difícilmente tenga algo que ver con la carrera por la sucesión gubernamental en la que hasta antes de la pandemia estaban inmersos los cuadros locales más destacados del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) que emergieron a partir de la elección federal de 2018.
El doctor Pech Várguez sabe perfectamente eso. No sólo por los tiempos, tan distantes ahora que se interpuso la pandemia luego de que ya de por sí lo eran al tener que pasar el morenismo primero por la prueba de la elección de diputados federales de 2021 antes de llegar a 2022 a la contienda por la gubernatura quintanarroense, sino por las consecuencias del Covid-19, aún desconocidas en su dimensión justa, aunque previsibles en lo desastroso que serán para la economía y la salud de los mexicanos.
Y la política seguramente también sufrirá alteraciones inesperadas hasta antes de la afectación que está causando la infección referida que nos mantiene en vilo a todos los seres humanos. Nada será igual después de que la pandemia sea vencida y nos deje su cifra final de bajas.
La gravedad de la situación por la que atravesamos en México, como en el resto del mundo, no está para estar futureando políticamente. Y un tipo tan serio y mesurado, como se ha visto en la práctica política el senador Pech Várguez, lo entiende así. De ahí que en su designación por el presidente Andrés Manuel López Obrador como enlace del Gobierno federal con el estatal en materia de combate al Covid-19 en Quintana Roo, nada tenga que ver el futuro político del chetumaleño y sí mucho su pasado como un hombre formado en la academia y forjado en la administración pública, con una vasta experiencia en la planeación y la ejecución de planes y proyectos gubernamentales.
Pech Várguez es el más mesurado y el de mayor experiencia profesional y de servicio en el sector público de todos los legisladores federales morenistas que representan a Quintana Roo. Y eso es seguramente lo que contó más en la decisión presidencial de nombrarlo enlace entre los Gobiernos federal y el de Quintana Roo para coordinar las acciones que se deben tomar a efecto de paliar la crisis sanitaria y económica que está acarreando el Covid-19 en la entidad. Nada que ver con la sucesión gubernamental y nada que ver con la política futurista, pues no se sabe qué pueda deparar el futuro inmediato para las personas y los políticos la grave contingencia sanitaria que apenas comienza a afectarnos.
Lo que sí puede especularse políticamente es la pérdida de confianza que el presidente López Obrador está manifestando con esta designación, sobre quien venía fungiendo como su superdelegado en la entidad, Arturo Abreu Marín, quien se la pasa en Quintana Roo nadando de “a muertito”, sin hacer olas y aprovechando a cuanto puede los privilegios y prebendas derivadas de tan importante encargo público, por el que tan poco hace para el Gobierno de la 4T a decir de los cuadros morenistas de la entidad…
De ahí que la crisis por el Covid-19 en Quintana Roo pudiera ser de suma letalidad para la permanencia de Abreu Marín en el encargo presidencial que tan bien ha sabido aprovechar hasta ahora…