‘Spillover’, del escritor estadounidense David Quammen. La pandemia del coronavirus y la ‘infodemia’

El Bestiario

Desde hace años, para los expertos y cualquier persona informada, el estallido de la siguiente pandemia era una cuestión de tiempo, y su origen, evidente: un virus latente en animales que diera el salto al ser humano como el SIDA o el H1N1 que causó la gripe de 1918, el ébola, el SARS, el virus de Marburgo o la gripe aviar. En esta obra de referencia internacional, el estadounidense David Quammen se sumerge en la historia reciente de esas enfermedades zoonóticas, y persigue su rastro en compañía de los mejores científicos del mundo en la selva centroafricana, las cuevas de China meridional o las azoteas de Bangladés, pero también en los sofisticados laboratorios cuyo personal investiga virus letales bajo las más altas medidas de seguridad. Aunque ‘Contagio se lee como un thriller, repleto de incidentes, pistas e interrogantes, a la vista de la crisis desatada por la aparición de la nueva pandemia su lectura no solo resulta apasionante; es imprescindible. “David Quammen es el mejor escritor de historia natural; sus libros impresionan por su precisión, su energía y su escritura brillante y evocativa…”, comentan de él en el periódico The New York Times. La pandemia se convierte en ‘infodemia’. La crisis del coronavirus dispara la difusión de bulos. Los Gobiernos de Andrés Manuel López Obrador en México y Pedro Sánchez en España identifican millares de ellos. El más sonado en las últimas horas en nuestro país, transmitido por Televisión Azteca, en el noticiario del periodista Javier Alatorre.

Santiago J. Santamaría Gurtubay

Pocas horas después de que el Gobierno de México decretara la emergencia sanitaria por el Coronavirus, una comunicación importante comenzó a circular entre los 70,000 empleados del poderoso Grupo Salinas, un emporio de negocios financieros, comerciales y de comunicación, servicios de seguridad y energía. “Hoy, más que nunca, México nos necesita”, decía el texto. Era una orden de Ricardo Benjamín Salinas Pliego para que sus empleados siguieran trabajando. Era uno de los empresarios más cercanos al presidente López Obrador jaleando a la desobediencia de las instrucciones del Gobierno en plena pandemia. “Hoy estamos mal: las calles vacías, todo cerrado, las escuelas y hoteles vacíos, parques sin gente. Esto no puede ser. La vida debe continuar”, dijo Salinas Pliego a finales de marzo a sus empleados. El anuncio pretendía sacudirse “el miedo que nos han metido” y luchar para evitar que la economía mexicana se desfonde. Desde entonces, un mensaje similar ha sido propagado en los informativos de su cadena, TV Azteca, comprada a precio de saldo tras ser privatizada en 1993 por el Gobierno de Salinas de Gortari. TV Azteca es la segunda cadena con más audiencia del país, un canal principalmente consumido por los estratos más populares del país, la misma base de votantes de López Obrador. “Ya no le hagan caso a López Gatell. Sus cifras se volvieron irrelevantes”, dijo el conductor del noticiero de la noche sobre las ruedas de prensa del subsecretario de Salud, que ejerce de portavoz del Gobierno ante el coronavirus.

Las declaraciones, que han causado un fuerte revuelo en México, fueron respondidas al día siguiente por López Obrador: “creo que se equivocó mi amigo Javier Alatorre. Fue una actitud no bien pensada”. Una reacción muy templada en comparación con la actitud beligerante que suele tener el presidente con las críticas de los medios. “Aliados de la mafia del poder” o “prensa fifi” son descalificativos habituales, pero que pocas veces recaen en los periodistas del TV Azteca. En medio de la polémica, Salinas Pliego se convertía esta misma semana en el segundo hombre más rico de México. Tiene por encima solo a Carlos Slim en la última actualización de la lista Forbes. Al frente del Grupo Salinas, ha logrado desbancar a la poderosa minera de Germán Larrea y aumentar su patrimonio hasta cerca de los 11,700 millones de dólares. Todo esto en 2019, un año complicado para hacer negocios en México.

Salinas Pliego recibió de López Obrador contratos millonarios en dólares para encargarse de  los sistemas de videovigilancia de la capital

Mientras la economía mexicana se despeñaba hacia su primera caída (0.1%) en una década, Salinas acumulaba concesiones del Gobierno Federal como del Ejecutivo de Ciudad de México, ambos en manos del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). La sintonía de Salinas Pliego con López Obrador se remonta varios años atrás, desde que éste era jefe de Gobierno de la capital mexicana (2000-2005). La madrugada del 2 de julio de 2018, el empresario fue uno de los escasos invitados al apartamento de López Obrador para celebrar el arrasador triunfo en las presidenciales. Brindaron aquella noche con whisky junto a quienes se convertirían en figuras claves del Gobierno obradorista: Alfonso Romo, jefe de la oficina de la Presidencia, y Julio Scherer, el consejero jurídico del presidente. Entre las jugosas licitaciones que las empresas de Grupo Salinas ha conquistado durante el año pasado destaca la de Total Play, la división de telefonía e Internet, que obtuvo en marzo dos contratos para gestionar los sistemas de videovigilancia de la capital por 40 millones de dólares.

En agosto, Seguros Azteca venció en la licitación de las pólizas que cubren los accidentes en la calle de policías y funcionarios capitalinos: casi 3 millones de dólares, un 19% más que el costo fijo anual del contrato durante los últimos seis años. Esta misma división de seguros fue elegida para cubrir “todos los bienes muebles e inmuebles” de la secretaría de Educación por más de 42 millones de dólares. El ministro de Educación de López Obrador, el expriista Esteban Moctezuma Barragán, fue presidente de la Fundación Azteca de Salinas Pliego durante 17 años.

“Ricardo Salinas tiene dinero, pero tiene dimensión social”, defiende el presidente AMLO su sintonía con el empresario de los pobres

La medida más polémica en la relación del Gobierno de Morena con el Grupo Salinas ha sido la adjudicación directa a Banco Azteca de la gestión del pago de los principales subsidios, la gran bandera social de López Obrador, con un presupuesto de más de 12,000 millones de dólares. El nuevo sistema borraba del tablero a organizaciones veteranas de la sociedad civil que llevaban años gestionando estas ayudas, pero incluía como nuevo jugador a uno de los bancos que más quejas acumula ante los organismos de defensa del consumidor por las altas tasas de sus créditos y sus métodos de recobro, que suelen incluir visitas domiciliarias. Cuando la comisionada de Competencia Económica criticó la adjudicación directa que benefició a Banco Azteca en un artículo periodístico, la empresa de Salinas Pliego pasó a la ofensiva. Los abogados de la compañía la denunciaron ante un órgano de control interno repudiando su opinión. La maniobra fue ampliamente considerada como una muestra de amedrentamiento a una especialista en materia antimonopolios. Pero Grupo Salinas sabe jugar rudo cuando se necesita.

“Ricardo Salinas tiene dinero, pero tiene dimensión social”. Así suele defender López Obrador su sintonía con el empresario, quien forma parte además de su consejo asesor empresarial. La razón que el Gobierno ha repetido para concederle la gestión de los subsidios ha sido sobre todo la red de más 4,000 sucursales de Elektra diseminadas por las zonas más populares del país. Elektra es el germen del imperio Salinas. Heredada de su padre, se trata de una sui generis integración de comercio minorista y servicios financieros concentrada en la población pobre no solo de México, también tienen presencia en Centroamérica y Estados Unidos. Ese parece ser el vínculo más fuerte entre el político y el empresario. Ambos tienen el mismo mercado. Los pobres como clientes y como votantes.

“Las tiendas abiertas todo el día, y para venderle a gente de bajos recursos había que hacerlo a plazos y con pagos semanales”

Las críticas al modelo de Salinas son, en todo caso, una constante. Es difícil encontrar la dimensión social de un negocio que aprovecha los agujeros de la bancarización y la informalidad de un país con casi la mitad de su población viviendo bajo el umbral de la pobreza para ofrecer créditos personales muchas veces por encima del 50%. Salinas Pliego cumple más bien con los parámetros de la aristocracia económica mexicana. Pertenece a una poderosa saga familiar de la ciudad de Monterrey, el corazón industrial del país, y sus negocios han prosperado al calor de privatizaciones y concesiones públicas. Los orígenes de su fortuna se remontan a principios del siglo pasado, cuando su bisabuelo abrió una fábrica de camas de latón.

“Ya entonces se dieron cuenta de que las tiendas tenían que estar abiertas todo el día, y que para venderle a gente de bajos recursos había que hacerlo a plazos y con pagos semanales”, explicaba hace cinco años en una entrevista a este diario el entonces director del Banco Azteca, Luis Niño de Rivera, nombrado en 2019 presidente de la patronal bancaria. El banco heredó esas prácticas comerciales. Abren todos los días del año, de nueve a nueve. Su créditos se pagan cada semana, en vez del plazo mensual estandarizado por los bancos. Un ritmo que el Salinas Pliego no quiere perder ni siquiera en los tiempos de la Covid-19.

David Quammen: “Somos más abundantes que cualquier otro gran animal. En algún momento habrá una corrección”

Son las cinco de la tarde en Bozeman, pequeña ciudad de Montana (EE UU), donde los espacios son vastos y el distanciamiento social no necesita imponerse a la fuerza, porque forma parte del paisaje desde tiempo inmemorial. David Quammen, de 72 años, cultiva su jardín cuando suena el teléfono. “Paseamos al perro por el barrio, saludo a los vecinos desde la otra acera y en tres semanas no he estado más cerca de seis pies (dos metros) de otra persona, a parte de mi esposa”, dice este veterano reportero y divulgador científico que hace años recorrió los cuatro rincones del planeta persiguiendo a los virus zoonóticos, es decir, que saltan de los animales a los humanos. El resultado fue ‘Spillover’. ‘Animal infections and the next human pandemic’ (Contagio, en la traducción español que la editorial Debate publica el 23 de abril en ebook y el 14 de mayo en papel). El libro fascina y espanta. Por lo que cuenta: el mundo de las infecciones de origen animal. Y por lo que predice: una pandemia humana muy parecida a la del virus que causa la Covid-19. Ahora es una de las obras de referencia para entender el ente microscópico que ha paralizado al mundo.

¿Le sorprende lo que está ocurriendo? “En absoluto. Todo -el virus procedente de un murciélago que después pasa a los humanos, la conexión con un mercado en China, el hecho de que se trate de un coronavirus- era predecible. Es lo que los expertos a los que entrevisté para mi libro me decía”.

“La ciencia y la tecnología adecuada para afrontar el virus existe. Pero no había voluntad política y, por tanto el dinero”

¿Nada le sorprende? “Sí: la falta de preparación de los Gobiernos y los sistemas sanitarios públicos para afrontar un virus como este. Me sorprende y me decepciona. La ciencia sabía que iba a ocurrir. Los Gobiernos sabían que podía ocurrir, pero no se molestaron en prepararse”.

¿Por qué? “Los avisos decían: podría pasar el año próximo, en tres años, o en ocho. Los políticos se decían: no gastaré el dinero por algo que quizá no ocurra bajo mi mandato. Este es el motivo por el que no se gastó dinero en más camas de hospital, en unidades de cuidados intensivos, en respiradores, en máscaras, en guantes”.

Sin esta falta de preparación, ¿no estaríamos todos confinados? “En efecto. La ciencia y la tecnología adecuada para afrontar el virus existe. Pero no había voluntad política y, por tanto, el dinero, y la coordinación entre gobiernos locales y nacionales, y entre Gobiernos en el mundo. Tampoco hay voluntad para combatir el cambio climático. La diferencia entre esto y el cambio climático es que esto está matando más rápido”.

¿Por qué el murciélago se vincula al origen de tantos virus, desde el SARS hasta el ébola, y también el SARS-Cov-2? “Los murciélagos parecen sobrerrepresentados como anfitriones naturales de estos virus peligrosos. Por varios motivos. Primero, están sobrerrepresentados en la diversidad de los mamíferos. Una de cada cuatro especies de mamíferos es una especie de murciélago”.

¿Esto significa que hay muchos murciélagos? “No es simplemente que haya muchos en cuanto al número, sino que hay una gran diversidad de murciélagos. Y es posible que cada diferente especie de murciélago tenga sus propias especies de virus. Esta diversidad de especies ofrece un margen amplio para la diversidad de virus”.

“Esta pandemia es una oportunidad terrible para educar, para entender nuestra relación con el mundo natural”

¿Qué otros motivos explican que los murciélagos sean el origen de tantos virus? “Los murciélagos viven mucho. Uno del tamaño de un ratón puede vivir 18 o 20 años. Un ratón vive uno o dos años. Los murciélagos anidan juntos en colonias multitudinarias. He visto 60,000 en una cueva, todos apretujados. La longevidad y la masificación son circunstancias óptimas para que los virus pasen sin cesar de un individuo a otro. Y otra cosa: hay pruebas ahora, aunque no es seguro, que indican que los murciélagos tienen sistemas de inmunidad que han evolucionado para ser más hospitalarios ante cuerpos ajenos”.

Y cada vez están más cerca de zonas urbanas, ¿no? “Así es. En particular los grandes murciélagos de los trópicos y subtrópicos. Estamos destruyendo sus hábitats y ellos buscan comida en áreas humanas donde haya huertos y árboles frutales en los parques. Todo esto les acerca a los humanos, lo que, a través de sus heces y su orina, aumenta las posibilidades de que los virus se extiendan directamente o a través de los animales domésticos.”

¿Debemos temer a los murciélagos? “No, no. Son animales bellos, magníficos, necesarios para la integridad de los ecosistemas. La solución no es quitarnos a los murciélagos de encima sino dejarlos en paz”.

¿Cómo? “Esta pandemia es una oportunidad terrible para educar, para entender nuestra relación con el mundo natural”.

“Pandemias virales interrumpen, por ejemplo, explosiones de población de insectos que parasitan árboles, hay una analogía con los humano”

¿Somos responsables los humanos de lo que está ocurriendo? Sin duda. Todos los humanos, todas nuestras decisiones: lo que comemos, la ropa que vestimos, los productos electrónicos que poseemos, los hijos que queramos tener, cuánto viajamos, cuánta energía quemamos. Todas estas decisiones suponen una presión al mundo natural. Y estas demandas al mundo natural tienden a acercar a nosotros a los virus que viven en animales salvajes”.

¿Es la revancha de la naturaleza? “No lo diría así, porque soy un materialista darwiniano. No personalizo la naturaleza. No creo en una naturaleza con N mayúscula capaz de revancha ni de emociones. Los humanos somos más abundantes que cualquier otro gran animal en la historia de la Tierra. Y esto representa una forma de desequilibrio ecológico que no puede continuar para siempre. En algún momento habrá una corrección natural. Les ocurre a muchas especies: cuando son demasiado abundantes para los ecosistemas, les ocurre algo. Se quedan sin comida, o nuevos depredadores evolucionan para devorarles, o pandemias virales las derrumban. Pandemias virales interrumpen, por ejemplo, explosiones de población de insectos que parasitan árboles. Ahí hay una analogía con los humanos”.

¿Somos como estos insectos? “No. Somos mucho más inteligentes que los insectos de la selva. Debemos ser capaces de ver lo que se nos viene encima y transformar el choque en un reajuste de nuestra manera de vivir en este planeta”.

“El virus que causa la Covid-19 es uno de los virus de más éxito del planeta, junto a la cepa pandémica del VIH”

“Ofrecemos más oportunidades que nunca a los virus”, escribe usted. “Porque somos más y porque estamos más conectados entre nosotros. Cuando entramos en la selva y capturamos a un animal salvaje -un roedor, un murciélago, un pangolín, un chimpancé-, y este animal tiene un virus, y este virus salta hacia nosotros, y descubre que en nuestro interior puede replicarse, y que puede transmitirse de un humano a otro… Cuando ha ocurrido todo esto, a este virus le ha tocado el gordo. Se ha metido por una puerta que le ofrece una enorme oportunidad. Porque somos 7,700 millones de anfitriones potenciales para ellos y porque estamos hiperconectados: la peste bubónica mató quizá a un tercio de la población europea, pero en el siglo XIV no podía pasar a Norteamérica ni a Australia. El virus que causa la Covid-19 es uno de los virus de más éxito del planeta, junto a la cepa pandémica del VIH. Y nosotros le hemos invitado a tener tanto éxito.

¿Qué ha aprendido en los últimos tres meses sobre los virus? “Algo que me sorprende es que, hasta ahora, este virus no está evolucionando demasiado rápido. Algunos científicos, como Trevor Bedford en Seattle, han tomado muestras de varias personas en diversos momentos y en distintas partes del mundo, y han dibujado un árbol genealógico del virus. Han descubierto que los genomas del virus no varían mucho en el espacio y el tiempo. El virus no cambia porque no necesita hacerlo. Está teniendo tanto éxito -yendo de un humano a otro, en todos los países del planeta- que, desde el punto de vista de la evolución, no está sometido a ninguna presión para cambiar: ya le va bien siendo como es.

“El distanciamiento social y el confinamiento tienen un efecto en el virus, tendrá menos éxito hasta que tengamos una vacuna”

¿Durante cuánto tiempo puede tener tanto éxito? “Hasta que tengamos una vacuna. En este momento, es posible que intente evolucionar. No es que lo intente en realidad, porque no tiene intención, solo es un virus. Pero por selección natural es posible que, accidentalmente, encuentre maneras de esquivar la vacuna. Y entonces empezará la carrera para encontrar vacunas mejores y nuevas. Pero es lo que ya hacemos con la gripe: necesitamos una vacuna nueva cada año porque cambia constantemente”.

Mientras tanto, ¿el distanciamiento social y el confinamiento tienen un efecto en el virus? “Sí. Al confinarnos, le retiramos una oportunidad de extenderse de manera tan amplia e intensa como ha hecho hasta ahora. Una manera de pensar en pandemias es la siguiente. En toda población de víctimas potenciales, hay personas susceptibles al virus. Hay personas infectadas por el virus. Hay personas muertas. Y hay personas que se han recuperado. Y, una vez que se han recuperado, es más difícil que sean reinfectadas. De modo que se llega a un punto en el que el número de muertos es alto, el número de recuperados es alto y el número de infectados puede ser todavía alto, pero el número de personas susceptibles puede ser relativamente bajo y estar disperso. En ese momento, el virus que se encuentra en los infectados no tiene oportunidades de contactar con los susceptibles”.

¿Y entonces? “En este punto, la pandemia tiende a terminar”.

Los primeros mensajes engañosos se centraban en tratamientos contra la enfermedad y ahora son arma de confrontación política

La pandemia de coronavirus ha alumbrado un nuevo fenómeno: la llamada infodemia. El término, referido al contagio de noticias falsas relacionadas con esta crisis, ha hecho fortuna en Bruselas, en la Unión Europea, para clasificar un tipo de desinformación que ha dejado de ser residual. Las bolsas de cadáveres apiladas en un supuesto hospital español, el falso Boletín Oficial del Estado con un calendario de desescalada del confinamiento o los remedios caseros para curar el coronavirus son solo tres ejemplos del océano de bulos que inunda estos días móviles y tabletas, más utilizados que nunca en los hogares. El Gobierno español del socialista Pedro Sánchez, blanco de muchos de esos ataques, ha identificado más de un millar de bulos relacionados directa o indirectamente con la enfermedad, según fuentes del Ejecutivo de Madrid. Si se aíslan los de corte meramente sanitario, suman ya 200. En Europa, uno de cada cinco casos de manipulación rastreados desde 2015 guarda relación con la Covid-19. Y los análisis no son exhaustivos. Esas pinceladas dan una idea de que la oleada de intoxicación informativa -en sus múltiples facetas- desborda la capacidad de reacción de las instituciones. Los primeros mensajes engañosos se centraban en tratamientos contra la enfermedad. Más tarde empezaron a proliferar las teorías conspirativas sobre el origen del virus (soldados estadounidenses, investigadores chinos…). Finalmente el fenómeno ha adquirido entidad propia en España como arma de confrontación política. Tanto el PSOE como Unidas Podemos, integrantes del Gobierno, han acusado en la fiscalía a Vox de propagar esas mentiras.

“El Coronavirus constituye una especie de tormenta perfecta para que arraigue la desinformación, se funda en el muy humano miedo”

La excepcionalidad que impone el coronavirus constituye una especie de tormenta perfecta para que arraigue la desinformación. “Se funda en una característica muy humana, que es el miedo. Y, como la ciencia tampoco tiene todas las respuestas, eso influye para dejar de creer en la evidencia científica. A eso se le suma la variante política, en un país con una enorme polarización, con un Gobierno débil y una oposición que está en las antípodas. En ese contexto, la desinformación es un arma”, explica Clara Jiménez, fundadora de Maldita.es, uno de los principales verificadores de datos en España e integrante del grupo de expertos sobre desinformación que creó la Comisión Europea en 2018. Como pista sobre la magnitud de estas prácticas, Jiménez explica que, antes de la crisis, su organización recibía unas 250 consultas diarias sobre hechos dudosos. Ahora suman entre 1,500 y 2,000. La web ha desmontado 432 mentiras vinculadas al coronavirus. Conscientes de los riesgos de desestabilización que entrañan esos comportamientos, la Unión Europea y la OTAN tratan de sumar fuerzas para desmontar esas redes. Porque el fenómeno tiene dimensión internacional, con pautas que se repiten en todos los países. “Hay algo en esta crisis que se presta mucho a la desinformación. ¿Qué estrategia y qué objetivos hay detrás? El desprestigio de las instituciones de intermediación, tanto las Administraciones públicas como la propia prensa. Se daña la legitimidad del sistema”, alerta Manuel Muñiz, secretario de Estado de España Global. Este departamento, dependiente de Exteriores, aglutina buena parte de los esfuerzos para diseccionar y combatir el problema.

Muñiz evita concretar si la huella de Vox o de otros actores políticos es perceptible en esta propagación de bulos, pero advierte de que “hay cuentas en redes sociales con actividad anómala, que una persona real sería incapaz de producir”. “Son cuentas de reciente creación, con capacidad de generar muchos retuits para provocar un determinado estado de opinión”, detalla. Pese a defender la necesidad de actuar, otras fuentes gubernamentales admiten las dificultades de esta estrategia porque la línea entre combatir la manipulación y censurar contenidos resulta en ocasiones “demasiado fina”, precisan. El principal foco de combate está en Bruselas, en una unidad creada en 2015 para combatir la desinformación. Las fuentes consultadas en el Servicio Europeo de Acción Exterior, del que depende la unidad contra la desinformación (EUvsdisinfo), son reacias a concretar si la virulencia es mayor en España, pero ofrecen este dato: el canal español de Russia Today, cadena financiada por el Kremlin, es la duodécima cuenta más compartida en redes como Twitter y Facebook en lo relativo al coronavirus. Este medio ha difundido, entre otras, la teoría de que militares estadounidenses pudieron haber llevado el virus a Wuhan, origen de la pandemia.

La OTAN, también afectada por este tipo de campañas, se afana en combatirlas. “Tenemos que actuar, pero no podemos responder a la propaganda con propaganda, sino con hechos”, explica Carmen Romero, su vicesecretaria general adjunta de diplomacia pública. Romero constata que estos mensajes llamativos, con información negativa, tienen gran impacto. “La desinformación puede calar mucho más en gente joven o en sectores vulnerables”. Casi todos los expertos consultados coinciden en destacar el enorme papel de las plataformas y las redes sociales en la diseminación de estos contenidos. Marta Peirano, experta en manipulación masiva, es la que más claramente lo expone. Frente a las dificultades que señalan las instituciones para identificar las fuentes de intoxicación, Peirano replica: “Las plataformas sí pueden verlo porque ocurre en su territorio”. Esta investigadora compara el comportamiento de las compañías “con el de los paraísos fiscales”, que escapan a la regulación. Y previene contra la tentación de ver solo sesgo político en la multiplicación de esos mensajes. “Lo importante es que los algoritmos favorecen los contenidos escandalosos porque la gente los comparte más. Lo político y lo comercial se retroalimentan”, argumenta. El resultado de esa repetición masiva de mensajes tiene un efecto perverso en el usuario: fomenta, en palabras de Peirano, la ilusión de consenso, consistente en razonar que, si tanta gente lo comparte, debe ser veraz.

El contenido audiovisual resulta más difícil de rastrear que el escrito y se propaga rápidamente por WhatsApp sin dejar rastro

Las plataformas se defienden con el argumento de que colaboran con las autoridades para frenar la propagación de bulos. Google, líder del sector, esgrime que, en las búsquedas sobre la enfermedad, se muestra en primer lugar la información básica que ofrece la Organización Mundial de la Salud. Más compleja resulta la evaluación de YouTube, su canal de vídeos. Fuentes de Exteriores detectan una “derivación de toda la campaña de ataque hacia Youtube y Tiktok [la red china dirigida a adolescentes]”. El motivo es que el contenido audiovisual resulta más difícil de rastrear que el escrito y se propaga rápidamente por WhatsApp sin dejar rastro. Una portavoz de Google asegura que la plataforma ha eliminado ya “miles de vídeos”. Fuentes comunitarias precisan que han sido 15,000 en la UE, pero que los sospechosos superaban los 100,000. De entre todas las redes, WhatsAapp es la que más recelos suscita porque su contenido solo es visible para quien lo recibe, con mensajes encriptados. Paradójicamente, esta red ha tenido que emitir un comunicado a cuenta de los “rumores falsos” que interpretaban como censura su decisión de limitar el reenvío masivo de mensajes.

La incidencia de las noticias falsas a cuenta del coronavirus resulta cada vez más palpable. Un estudio del Reuters Institute divulgado esta semana sitúa a los ciudadanos españoles como los que más responsabilidad atribuyen a los políticos en la diseminación de falsedades sobre el coronavirus, incluso por encima de los estadounidenses. Y solo el 40% considera que el Gobierno le ha ayudado a entender la pandemia, el porcentaje más bajo de los seis países analizados. Respecto a las fuentes de información, el 55% de los españoles encuestados para este trabajo declara usar búsquedas de Google, y el 40%, de Facebook, para informarse, bastante más que en Alemania o Reino Unido. De las seis muestras, los encuestados en España son quienes más respaldan la afirmación de que el coronavirus se creó en un laboratorio (el 29%), una de las teorías que confunden sobre su origen. Por otro lado, el Instituto Poynter, que alberga la red internacional de verificadores International Fact-Checking Network, registra más de 3,000 casos en su base de datos, escritos en 40 idiomas. Más de 800 son en español, relativos a España y a países latinoamericanos.

“Con la mentira se busca desde generar alarma social hasta la desestabilización política, geopolítica o incluso económica”

Que el coronavirus es un arma biológica desarrollada por Estados Unidos. O por China. O por el Reino Unido. O por Rusia. O por Irán. O que fue creada en un laboratorio canadiense y robada por dos espías chinos. O que es mucho menos letal que la gripe. No, mucho más mortífero que la gripe. Y así, según los registros de Maldito Bulo, hasta más de 200 mentiras o informaciones falsas -solo en español- sobre el SARS-CoV-2, el nuevo coronavirus que ha infectado a más de 300,000 personas de más de 150 países del mundo, desde el pasado diciembre. Esta infodemia, o desinformación que se expande más rápido que el virus, está repleta de embustes contradictorios y disparatados o curas tan milagrosas como ineficaces. También algún engaño creíble y, por tanto, peligroso para la salud pública. Pero ¿a quién interesan todas estas mentiras?

“Cualquier desinformación siempre responde a una intencionalidad. La clave está en descubrir qué se busca con la mentira, desde generar alarma social a través de una gamberrada hasta la desestabilización política, geopolítica o incluso económica”, explica Carme Colomina, experta en desinformación y políticas globales e investigadora del CIDOB (Barcelona Center for International Affairs). Por ello, entender quién está detrás de la elaboración de un bulo, o a quién beneficia, puede ayudar a desenmascararlo… ¿A quién beneficia la avalancha de bulos sobre el coronavirus? “Hay una parte de algunos de estos bulos que es como una broma”, asegura Carme Colomina. Un ejemplo de ello es la carta falsa difundida sobre la suspensión de clases en Castilla y León, antes de que efectivamente sucediera. “Si hace 20 años se hacían llamadas anónimas a los institutos para anunciar una falsa alarma de bomba y evitar, por ejemplo, un examen, en esta ocasión se ha difundido una carta falsa anunciando que se tienen que cerrar todos los centros educativos de un lugar”, apunta la experta en desinformación como ejemplo de mentira que trata de aprovecharse del desconcierto.

Un análisis reciente realizado por News Guard, un sitio web periodístico que califica la credibilidad de portales de noticias, concluye que “la información errónea sobre el brote de coronavirus está superando claramente la información fiable en cuanto a su difusión e interacción en las redes sociales de todo el mundo”. De acuerdo con el estudio, al menos 142 páginas webs “han publicado información falsa y potencialmente peligrosa” sobre el brote de SARS-CoV-2 en Estados Unidos, el Reino Unido, Francia y Alemania -la investigación solo abarca estos cuatro países-. Como ejemplo, News Guard cita el caso de Zero Hedge, un blog económico de Estados Unidos, aficionado a las teorías de la conspiración y difusor, entre otras páginas, del bulo sobre el robo del coronavirus de un laboratorio canadiense. Entre el 1 de diciembre (un mes antes de que estallara la crisis sanitaria) y el 28 de febrero logró 2.1 millones de reacciones en redes sociales. Durante el mismo periodo, según News Guard, el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos tuvo 175,000 interacciones, pese a que la web cdc.gov es el primer resultado que aparece en Facebook al buscar la palabra “coronavirus” en el país norteamericano.

Los bulos que mataron a Cleopatra, una investigación de universidades europeas rescata las falsedades de los dirigentes romanos

El senador Lucio Sergio Catilina nunca quiso quemar Roma, pero gran parte de los ciudadanos de la ciudad así lo creyó, lo que le costó la vida. El político romano Escipión Nasica le hizo una broma a un campesino sobre sus excesivamente callosas manos, pero la anécdota denigrante se extendió y se deformó, así que perdió las elecciones para convertirse en edil. Julio César nunca cruzó el río Rubicón -la frontera entre Italia y la Galia- con un inmenso ejército; sin embargo, eso creyeron sus adversarios, que huyeron despavoridos. Y hasta Marco Antonio y Cleopatra terminaron sus vidas por una burda falsedad que no pudieron detener. El artículo científico ‘Noticias falsas, desinformación y opinión pública en la Roma republicana’, de Francisco Pina Polo, profesor de Historia Antigua de la Universidad de Zaragoza, explica que la propagación de bulos también se empleó con fines interesados en la Antigüedad. La publicación del experto forma parte de un proyecto de investigación de varias universidades europeas denominado ‘False testimonianze, copie, contraffazioni, manipolazioni e abusi del documento epigrafico antico (Testimonios falsos, copias, falsificaciones, manipulaciones y abusos del antiguo documento epigráfico). Pina Polo recuerda que “la expansión de estas falsedades ha existido siempre a lo largo de la historia, y en todo caso lo que ha ido variando es el modo en que han sido difundidas”. Ahora, la diferencia fundamental radica en el fulminante poder de propagación instantánea que tienen las redes sociales.

En la Roma republicana (del 509 al 30 antes de Cristo), las asambleas populares (contiones), servían “como principal megáfono para la propagación entre la población de ideas, propuestas de ley, anuncios de todo tipo y ataques políticos”. “Un discurso pronunciado en una contio podía, por lo tanto, servir como punto de partida para transmitir una información”, pero los falsos rumores que surgían provocaban su rápida difusión. El político, escritor y filósofo Cicerón ya alertó de la importancia decisiva de estos rumores, sobre todo en época electoral, hasta el punto de que podían arruinar la reputación de un político o cambiar el signo de una batalla. Por ejemplo, el historiador griego Plutarco relata que, en el 49 a. C., Julio César marchaba supuestamente hacia Roma con un enorme ejército (en realidad eran solo 300 jinetes y 5.000 infantes) para atacar a su enemigo Pompeyo Magno. La falsa noticia de su gigantesco ejército provocó el pánico y el caos en la ciudad. Sus habitantes huyeron. “Finalmente, Pompeyo, ante la imposibilidad de conseguir información fidedigna sobre las tropas del enemigo”, abandonó también Roma y dejó vía libre a César.

Marco Antonio supuestamente había dejado escrito que quería ser sepultado en Alejandría, en Egipto, donde convivía con la reina Cleopatra

Otro ejemplo es el del tribuno de la plebe Tiberio Graco, quien en el 133 a. C. quería que se aprobase una ley agraria justo cuando el rey Átalo III de Pérgamo acababa de morir y dejaba al pueblo de Roma su fortuna. Graco propuso que esa enorme cantidad fuese destinada a financiar su reforma. Pero muchos senadores se opusieron y comenzaron a acusarlo de querer convertirse en tirano. El senador Pompeyo le acusó entonces de recibir de Átalo una diadema real, como si fuera un rey. Pompeyo “no aportó ninguna prueba, ni afirmó haber visto personalmente la entrega, simplemente dijo que sabía que se había producido”, recuerda Pina Polo. El rumor se extendió por Roma. Graco fue asesinado y su cadáver tirado al río. El consulado de Cicerón en el año 63 a. C. quedó marcado por una supuesta conjura. Cicerón presentó su lucha contra el senador Catilina, el presunto traidor, como su gran triunfo. Primero, sacó a la luz una conspiración que nadie había visto y luego acabó con ella. En varios discursos en el Senado y ante el pueblo, subrayó el peligro que representaba para la supervivencia de la res publica que Catilina y sus hombres lograran tomar el poder. Según él, la alternativa era o la libertad que él mismo encarnaba o la tiranía de los supuestos conjurados.

Cicerón buscó en sus discursos causar pánico en la población. “Catilina no era sólo una criatura depravada y deshonesta”, según la versión no contrastada del filósofo, “que aspiraba a poner fin a las instituciones de la República, sino que, además, quería destruir físicamente la ciudad”. Cicerón no ofreció ninguna prueba, ni dijo en qué basaba su acusación, ni explicó con qué propósito Catilina quería quemar Roma, pero lo acusó una y otra vez de querer hacerlo. Convirtió la eliminación de Catilina, no sólo en un problema político, sino ante todo de supervivencia para Roma. Catilina fue, finalmente, eliminado. Cicerón terminó vanagloriándose de haber salvado personalmente Roma de su destrucción por el fuego: “Yo he conservado íntegra la ciudad y sanos y salvos a los ciudadanos”, clamó. Y un último ejemplo de “manipulación pública”. Marco Antonio, en el 32 a. C., hizo testamento en vida. Octaviano -el futuro emperador Augusto- se enteró de que sus últimas voluntades estaban custodiadas por las sacerdotisas vestales y se hizo por la fuerza con ellas. Leyó solo algunas de sus partes en el Senado y en una asamblea popular. Destacó, sobre todo, las cláusulas relativas a sus funerales, ya que Marco Antonio supuestamente había dejado escrito que quería ser sepultado en Alejandría, en Egipto, donde convivía con la reina Cleopatra. Octaviano creó así de Marco Antonio una imagen de “lacayo de Cleopatra absorbido por el lujo oriental”. Fue la antesala de la declaración de guerra, de la victoria del futuro Augusto en la batalla de Accio frente a la flota de los amantes, de la muerte de Antonio y del suicidio de Cleopatra.

Pánico en 1938 por la versión radiofónica de la novela ‘The War of the Worlds’ (La Guerra de los Mundos), dirigida por Orson Welles

“Hay por lo general una estrecha relación entre bulo, rumor y miedo. El miedo suele desembocar en enfado, incluso odio. La indignación activa el deseo de castigar a quien ha sido identificado como enemigo. El bulo entendido como noticia está en el origen del rumor que permite modelar la opinión pública y contagiar el pánico, a partir del cual era factible en Roma justificar la muerte de Graco, la represión de los catilinarios o la guerra contra Antonio”, señala Pina Polo. O de cualquier otra cosa en el siglo XXI. Francisco Pina Polo destaca que lo que hay que tener en cuenta es la “propia dinámica de transmisión de una información más allá de los canales oficiales”. Y recuerda que en 1938, la versión radiofónica de la novela ‘The War of the Worlds’ (La Guerra de los Mundos) de H. G. Wells, dirigida por Orson Welles al frente del The Mercury Theatre on the Air, provocó en Estados Unidos el pánico ante una presunta invasión de marcianos. Pero un reciente libro ha mostrado que la ola de pánico no fue tan generalizada como siempre se ha dicho. “La mayoría de oyentes entendieron correctamente que se trataba de una ficción, entre otras cosas porque el programa estaba anunciado previamente como una teatralización radiofónica. En realidad, el pánico parcial se produjo cuando las personas que creyeron realmente que la invasión estaba teniendo lugar transmitieron el bulo a otras que, a su vez, lo asumieron como cierto e impulsaron un rumor imparable hasta que la realidad se impuso horas más tarde”. Fue, por lo tanto, “la transmisión del miedo individual lo que generó un miedo colectivo irreflexivo, a pesar de que esas personas tenían la posibilidad de telefonear a los periódicos, a la radio o a la policía para mejor informarse de lo que sucedía”, señala el profesor de la Universidad de Zaragoza. “A partir de estas premisas y reflexiones basadas en nuestra propia época, se pueden volver los ojos a la Roma republicana”.

¿Cómo sería un mundo en el que no existieran Bill y Melinda de la Fundación Gates ante los ataques de Donald Trump contra la OMS?

La política ficción, o historia alternativa, es un género minoritario pero poderoso. Recordaba estos días Javier Sampedro Pleite, científico y periodista español una novela de los primeros noventa, ‘Fatherland’, del periodista británico Robert Harris, que planteaba un mundo de gran realismo cuya única premisa ficticia era que Hitler hubiera ganado la guerra. Sampedro se doctoró en genética y biología molecular, y fue investigador del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa de Madrid y del Laboratorio de biología molecular del Medical Research Council de Cambridge… La victoria del nazismo es una de las experiencias más turbadoras y desoladoras que tuvo Javier Sampedro como lector, y no la releería ni por un millón de libras esterlinas. ¿Qué habría pasado si los mejores cerebros científicos del mundo se hubieran apuntado a la Alemania de los campos de exterminio en lugar de salir pitando de allí? Que la bomba atómica habría acabado en manos de Adolf Hitler. ¿Y qué si una operación estadounidense de rescate a la República española hubiera llegado a buen fin? Pues que Franco habría perdido la guerra y España se habría ahorrado la miseria corrupta y sanguinaria de cuarenta años de paz, y habría conservado a la mayor parte de su talento cultural, político y científico.

Política ficción. Y ahora preguntémonos cómo sería un mundo sin Bill y Melinda Gates. Empecemos por la realidad antes de plantearnos esa historia alternativa. Fiel a su pasado de empresario del ladrillo, Donald Trump ha lanzado toda su obesa maquinaria contra la Organización Mundial de la Salud (OMS) y en particular contra su jefe, Tedros Adhanom Ghebreyesus, microbiólogo y antiguo ministro de Salud de Etiopía. El estridente inquilino de la Casa Blanca ha encontrado ahí un filón, un enemigo al que abatir, un tipo de raza dudosa al que imputar todos los males que lastiman a su querida America first, America first, America first, esquivando así las evidentes responsabilidades que él tiene en la crisis de su propio país.

Trump sostiene que el doctor Tedros ha gestionado fatal la pandemia, lo que sería un buen debate si no lo planteara justo el que la ha gestionado peor, y justo ninguneando los criterios de la OMS, como no hace más que repetirle su heroico asesor científico Anthony Fauci. Tal vez para apoyar su farol, Trump anuncia que va a interrumpir su ayuda financiera a la OMS, que supone unos 400 y pico millones de dólares anuales, tal vez un 15% del presupuesto global de la organización médica de Naciones Unidas. Un buen mordisco a lo más parecido a una autoridad mundial que tenemos en esta pandemia, y que tendremos en las próximas. No hablemos ya del sarampión, la malaria, el ébola y la polio, cuyas campañas de vacunación dependen casi por entero de la OMS en África y los países en desarrollo. La Fundación Bill y Melinda Gates ha anunciado de inmediato que compensará más de la mitad de ese agujero con 250 millones de dólares para proyectos, lo que resolverá la crisis financiera de la OMS junto a las previsibles aportaciones de otras corporaciones privadas, y tal vez de los Gobiernos. Es muy de agradecer, pero ¿cómo sería un mundo en el que no existieran Bill y Melinda? Pensadlo.

Con ‘El maleficio’ del escritor español Manuel Vicent, una emotiva columna periodística, quiero terminar este El Bestiario. Vicent describe cómo desde la camilla que los lleva al hospital se preguntan por qué su esfuerzo ha sido inútil y en medio de la peste se ha instalado el virus del odio… “Nacieron en plena guerra civil, engendrados bajo una lluvia de hierros; fueron amamantados con el odio y destetados con el miedo y el pan de serrín. Cuando llegó la paz, los niños de la guerra supieron muy pronto que unos habían ganado y otros habían perdido y que su destino iba a ser muy distinto en aquella España, una, grande y libre, partida en dos, la del hambre y la del beneficio, la de los descampados con chavales perdidos como perros sin collar y la de los chicos gorditos y bien peinados, quienes llegado el momento unos irían al instituto o al colegio de curas para hacerse dirigentes, amos y señores, otros a la fábrica o al arado para acabar siendo obreros, jornaleros y servidores. Crecieron aplastados por el mismo silencio, pero un día hubo una feliz conjunción de los astros y aquellos niños de la guerra, que ya eran jóvenes obreros y estudiantes, hijos de vencedores y de vencidos, sintieron la necesidad agónica de sacudirse del encima el yugo de la dictadura. Juntos pelearon bajo los gases lacrimógenos, sufrieron cárceles y torturas, pero no cesaron de unir sus fuerzas en la conquista de la libertad, a la que se sumaron jóvenes de derechas que también necesitaban la democracia para respirar. El resultado fue una explosión de dicha, de bienestar, de prosperidad y de acracia creativa que se produjo en este país durante dos décadas como nunca la hubo en nuestra historia, desde los romanos, gracias al espíritu de aquellos niños nacidos en una guerra civil y que ahora están muriendo en una pandemia. Desde la camilla que los lleva al hospital se preguntan por qué su esfuerzo ha sido inútil y en medio de la peste se ha instalado el virus del odio, como un maleficio histórico, que añade a la incertidumbre del Gobierno el rencor más abyecto de la oposición hasta envenenar al país de nuevo con el espíritu de Caín”.

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