Signos
Sería un reality de fábula que Roberto Palazuelos respondiera a los cuatro vientos a Lydia Cacho, que lo acusa de peligroso delincuente en modalidades del crimen organizado tan punibles y tan propias de la industria del narcoterror, como su pertenencia a una red de lavado de dinero, despojo y robo de propiedades, y desaparición de personas, en Tulum, donde el actor y empresario tiene inmuebles hoteleros.
Protagonistas y profesionales del escándalo mediático y con grandes bocas y audiencias disponibles y proclives a su sentencioso exhibicionismo, ese choque vociferante y narcisista -en las inmediaciones sonoras del desmadre electorero y los inescrupulosos arrebatos democráticos sin ley entre los grupos en guerra de la industria partidista para apoderarse del Estado caribe del país- sería uno de los mejores y más morbosos ingredientes complementarios del espectáculo perfecto de la decadencia de nuestros días.
SM