Tremendos, la lección y el mal día

Signos

La elección judicial ilustra, sobre todo, el pedestre nivel de raciocinio de los arrogantes forjadores de una reforma perfilada en el absurdo de entender que se podía votar alegremente en la plena oscuridad de lo votado; que muy amplios sectores populares se empeñarían en hacerlo pese a la ignorancia casi absoluta de lo que se les pedía democratizar.

Porque todo el mundo podría creer en la corrupción omnímoda del sistema de Justicia tanto desde las experiencias particulares propias padecidas o conocidas como desde las denuncias noticiosas vertidas en la opinión pública sobre los incontables casos de impunidad de todo tipo que han identificado siempre a México como uno de los países más corruptos, impunes, violentos e inseguros de la Tierra.

Pero que los liderazgos superiores del morenismo y del poder presidencial dieran por hecho una gran afluencia de electores del ‘pueblo’ en favor de centenares de candidatos a lo desconocido (en los intrincados laberintos del Poder Judicial, siempre incomprensibles en sus complejidades y retorcimientos constitucionalistas y ahora exigidos de renovación para su saneamiento con ese voto de la ignorancia sobre el mismo) sólo es comprensible como una tremenda estupidez política.

SM

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