La nota rosa
Por Flor Tapia
La mujer ha participado en cada movimiento social y revolucionario de la historia, cuando a la par de cuidar un hogar, decidió también ser ciudadana. Su acceso a espacios de toma de decisiones ha sido largo y queda mucho por recorrer, sin embargo, las políticas públicas con perspectiva de género avanzan. La participación de las mujeres en la política ha marcado una significativa diferencia. La igualdad de género debe ser más que una tendencia, porque la correcta formación política de la mujer se traducirá en legitimidad y efectividad en el entorno que se desarrolle. La equidad de género es cuestión de educación.
Las habilidades políticas no tienen género. La fiabilidad, la preparación y la honestidad no se adquieren por ser mujer. No somos mejores humanos sólo por ser mujeres. Esta ceguera de género ha llevado al poder a mujeres indignas de representar a otras. Los últimos procesos electorales en el país han demostrado cuántas mujeres han participado con el único objetivo de adquirir poder y dinero. El abuso contra la mujer también puede provenir de otra. El nefasto ejemplo de la exvelocista y exsenadora Ana Guevara, titular de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade), contra otra deportistas es un claro ejemplo. El ejercicio de los derechos políticos de la mujer debe protegerse, pero éste viene junto con otras obligaciones.
Al proceso electoral que en 2024 llevará un hombre o a una mujer a la Presidencia de la República, varias mujeres han levantado la mano. Sus nombres son bien conocidas al igual que sus deslucidos desempeños. El 52 por ciento de la población en México son mujeres y el 66 por ciento de la ciudadanía que votó en las pasadas elecciones federales también son mujeres. Y no podemos olvidar que en la mafia del poder de antes y ahora, también han participado mujeres. México ya es conocido como un país feminicida. Irónicamente las mujeres del poder morenista apoyan incondicionalmente cada acción del presidente Andrés Manuel López Obrador contra colectivos feministas, contra mujeres periodistas o contra mujeres con cáncer. Esto las coloca bajo una política patriarcal sin perspectiva de género.
La directiva ejecutiva de la ONU Mujeres, Sima Bahous, afirmó este 2023 que las mujeres siguen siendo una minoría como jefas de Estado y gobierno, pero no se trata de llenar espacios políticos solo con faldas. Si de algo carecen las mujeres en Morena es de autonomía, porque no toman decisiones de manera libre. Morena es un partido machista que le ordena a sus funcionarias qué hacer, cómo pensar (las que tienen esa capacidad) y a quién atacar.
Por instrucciones de Palacio Nacional, han desaparecido programas sociales como las estancias infantiles, las escuelas de tiempo completo, los centros de atención psicológica para atender a mujeres víctimas de violencia, así como los refugios a los que podían acudir, y se le recortó presupuesto al Instituto Nacional de las Mujeres. En un país donde el 70 por ciento de las mujeres mayores de 15 años han sufrido violencia (INEGI) resulta inconcebible que las mujeres morenistas que cacarean ser feministas, hayan permitido estas arbitrariedades en perjuicio de mujeres de escasos recursos. Aunado a esto, para este 2023, 17 millones de mujeres no tienen acceso a servicios de salud.
Las preguntas que deberíamos hacernos las mujeres mexicanas son, ¿qué va a mejorar con una mujer en el poder?, ¿el país va a mejorar mágicamente porque una mujer sea presidenta del país? Porque en todo el país gobiernan mujeres, y en muchos casos de manera desastrosa. ¿Las políticas sociales hacia las mujeres van a mejorar con una presidenta morenista, con los antecedentes que ya existen del trato hacia las mujeres? Ha sido el movimiento feminista el que ha reclamado al presidente de la Nación que 10 mujeres sean asesinadas al día, mientras las feministas de Morena han callado. En la actual administración federal los feminicidios han crecido 111 por ciento. La reflexión de las mujeres votantes tendría que ser si por el simple hecho de ser mujer Claudia Sheinbaum, que no ha podido gobernar la Ciudad de México, debe ser impuesta como candidata a la Presidencia de la República. Porque siendo mujer ha demostrado su indiferencia y falta de sororidad al referirse a las feministas y madres buscadoras como vándalas. Las mujeres de la supuesta oposición no están mejor. Llily Téllez considera que con gritos e insultos debe conducirse una senadora de la República, y ha bajado tanto el nivel del debate que parece más morenista que panista con sus ridiculeces en tribuna.
Actualmente en México, uno de cada cuatro hogares depende del ingreso de una mujer. Sin embargo, carecen de las condiciones para una vida plena. México requiere capacidad, nobleza y sensibilidad de su próximo gobernante para salir adelante. Y sí, efectivamente, está preparado para que una mujer lo gobierne, pero ninguna de esas candidatas lo está para gobernarlo.