El Minotauro
Nicolás Durán de la Sierra
La reforma recién aprobada en el Senado a la Ley de la Industria Eléctrica, la que fortalece a la estratégica Comisión Federal de Electricidad, abrió un nuevo escenario de lucha mediática, antes que política, entre un cada vez más enjuto grupo empresarial que añora los privilegios y trafiques del pasado, y la postura de un Gobierno con amplio respaldo popular que dice: ¡Basta!
Pese a las protestas de la Coparmex y demás grupos de similar jaez que amagan con un alza general de precios por la reforma y con una lluvia de amparos contra ésta; pese a ello, resultaría hasta injurioso que la CFE siguiera subsidiando a los Oxxo, Cemex, Bimbo y Comex entre otras empresas y hasta de remate -lo que parece increíble- a la banca privada, comenzando por Banamex.
Con independencia de que es falso que vaya a aumentar el precio del consumo doméstico o que se afectará a la economía nacional, pues el subsidio sólo se daba a empresarios afines a los pasados Gobiernos; aparte de esto, debe apuntarse que la electricidad del país, pues se trata de una paraestatal, ya no será casi regalada a empresas eléctricas privadas, como la española Iberdrola.
El caso Iberdrola ejemplifica cómo los expresidentes Felipe Calderón y Peña Nieto sojuzgaron a la CFE para beneficiar a grupos privados al obligar a ésta a rematar la energía y a ceder el uso de su red eléctrica. La nueva ley eléctrica acabó con este descarado trafique. Por cierto, Georgina Kessel, la exsecretaria de Energía de Calderón, era también consejera de la empresa española. Negocio redondo.
Claro, se puede dar la “guerra jurídica” augurada por la Coparmex, pero será una guerra fallida para los demandantes y no sólo por la fuerza del Estado Mexicano, regulador de la energía, sino también porque la nueva ley no cierra el paso a la inversión privada, sino da un marco equitativo para todos. Ya hay empresas del exterior que se interesan en este nuevo esquema, entre otras, una firma italiana.