Signos
Si el partido político del presidente se parece al presidente, entonces el presidente es, en gran medida, lo contrario de lo que predica en su causa contra la corrupción y por la regeneración moral de la vida pública del país.
Y si lo que pasa en Quintana Roo con las nominaciones de candidatos de ese partido, pasa en todo México, entonces ese partido -cual conglomerado de exmilitantes de los que han sido sus opositores, más los aliados que comparten sus principios y sus conveniencias- no puede ser una alternativa real de mandato popular, y es acaso peor que sus contrarios, por cuanto ampara en la farsa de los ideales que predica y bajo la exitosa propaganda presidencial y a la sombra de la fanatizada imagen del liderazgo nacional contra la malversación del poder político, la promoción de candidaturas cuya vileza representativa probada es, cuando menos, tan igual a la de sus adversarios y, en no pocos casos, peor, por lo ya dicho: aquellos candidatos son conocidos ampliamente por la perfidia contumaz que tanta mala fama les ha dado a sus partidos y tanto los identifica, pero estos ahora son los ‘otros’, los ‘distintos’, así hayan sido correligionarios suyos y sean lo mismo que ellos, en tanto forman en el partido de la regeneración moral del país, que los ha derrotado.
Porque en una nación incivil y sin cultura democrática es fácil aprovechar la inercia maniquea de los grandes sectores mayoritarios, donde la idolatría posibilita que la deriva de los peores hacia las filas de los inmaculados, de manera mágica los purifica y los proyecta hacia las victorias electorales. Y en tal circunstancia, lo que bendice la suprema jerarquía del popular partido de la moral, por injurioso y probado que sea contra el interés público -como los candidatos nominados en Quintana Roo por el Movimiento de Regeneración Nacional-, lleva ventaja, por más que la simulación purificadora lo haga inferior a su contrincante.
¿Pero qué diferencia hace votar en el Municipio cancunense, por ejemplo, entre el candidato de los partidos de la corrupción tradicional (PAN y PRD), Jesús Pool Moo, o la candidata de la corrupción del partido de la regeneración moral, la actual alcaldesa Mara Lezama, que busca reelegirse?
Los partidos de la corrupción tradicional significan la continuidad de la vertiginosa degradación integral del Municipio turístico más importante de México y el enriquecimiento mayor de los liderazgos suyos que se apoderen del Ayuntamiento. Los de la alianza de la regeneración moral significan la continuidad de los perversos negocios privados que enriquecen a la actual alcaldesa y salpican beneficios a sus socios del Cabildo, y, por supuesto, la misma continuidad de la vertiginosa degradación integral del Municipio turístico más importante de México.
Y tal sería la fórmula de la descomposición en todos los Municipios de la entidad. La alternativa política para el cambio de rumbo hacia la sustentabilidad, la seguridad y el bienestar social es, por eso, más inexistente que nunca.
En Puerto Morelos, para no ir más lejos, hoy se hace propaganda y se lucra con la tragedia. La alcaldesa verde y socia política del partido de la regeneración moral, Laura Fernández -que cumple su segundo periodo y heredará un Programa de Desarrollo Urbano que es una bomba legal y terminal contra los ya muy menguados y casi inexistentes equilibrios bióticos y urbanos de la demarcación que administra, antes de intentar convertirse en diputada federal-, impulsa una sucesión de conveniencia propia en el Municipio que no podía ser más siniestra e inescrupulosa, usando, para el efecto, a la reciente y ambiciosa viuda (sin más justificación que la de serlo) de quien era su preferido al cargo y quien fuese asesinado a balazos en fechas recientes, en un contexto de inmundicia política y humana donde grupos gobernantes y adversarios homicidas comparten la misma naturaleza ruin y la misma voracidad en sus violentas disputas. ¿Cuál habría de ser, entonces -más allá del propio de los partidos de la corrupción tradicional contra los que compite-, el valor de la alianza del Verde y el Morena en tan rico y agraviado Municipio del litoral caribe, sino el de la continuidad de su vertiginosa degradación? ¿Y en los de Playa del Carmen y Tulum? ¿Hay, acaso, diferenciales éticos y de aptitud, entre la corrupción probada de los regeneradores morales de la alianza del Morena y la de sus adversarios aliados de la corrupción tradicional? ¿Hay menos violencia y decadencia en el Municipio playense ahora que lo gobierna la aspirante a reelegirse por la alianza de la depuración moral, Laura Beristáin, que cuando lo gobernaba, antes de ella, la hoy también aspirante a repetir en ese Ayuntamiento postulada por los partidos de la corrupción tradicional, Cristina Torres? Porque la evidencia y la experiencia hacen saber que, en ambos casos, al Municipio de Playa del Carmen le esperaría la misma inequívoca continuidad de su vertiginosa degradación. ¿Y en Tulum, se superaría el destino brutal de violencia homicida y de descomposición generalizada en que se consume dicho Municipio y sus devastadas inmediaciones de riqueza natural tan profanadas y explotadas por la corrupción inversora pese a ser oficialmente intocables y protegidas?; ¿se mejoraría la infernal suerte del Municipio sólo con la conversión militante de un exmunícipe, Marciano Dzul, procedente del partido insignia de la corrupción tradicional, el PRI -y factor, por tanto, de la destrucción de Tulum, como lo ha sido su hermana Romalda, también exalcaldesa y acusada de diversos delitos cometidos durante su gestión-, al que ahora postula, para el Ayuntamiento que ya presidió, el partido de la redención moral del país, el Morena?
¿Y en el Municipio de Chetumal, la capital del Estado, nunca tan abatido por la corrupción tradicional como por la que lo gobierna ahora, la del primer mandato del partido de la regeneración moral que llegó a esa posición envuelto en el triunfalismo de la candidatura presidencial lópezobradorista y de la mano irresponsable de un electorado ciego que ha creído que las virtudes que advierte en un liderazgo son sagradas y transmisibles a sus seguidores, por delincuentes que sean?; ¿habría algo mejor qué esperar si repite en el Ayuntamiento el partido de la regeneración moral, a través de Luis Gamero, excolaborador del actual alcalde -el desastre que es Otoniel Segovia-, otro converso a la militancia depurativa desde la corrupción tradicional del PAN, donde fue un líder distinguido?
¿Y en Bacalar?…
No… La piltrafa no da opciones en ninguna parte, en ningún Municipio, en ningún cargo representativo. La entidad parece tan condenada como el resto del país. Lo que postula el Morena es basura política reciclada y más ensuciada en el falso lavadero moral del partido de la regeneración nacional.
La peste de las alianzas morenistas postulada en Quintana Roo para repetir en los cargos de elección o aspirar por vez primera a ellos, huele igual o peor a la de las alianzas y partidos opositores de la corrupción tradicional. Y si Andrés Manuel no lo advierte, es cómplice. Con esa catadura de rufianes y mercenarios, su causa reformadora y vindicativa de las instituciones del Estado nacional es absolutamente inviable.
Nunca unos candidatos se habían parecido tanto a sus contrincantes. Y nunca los defensores más recalcitrantes de las causas de la moralidad y de la probidad política y representativa, habían sido tan representativos de la corrupción y de la malvivencia pública que su dirigente máximo y ellos mismos han afirmado repudiar y querer eliminar.
SM