Las elecciones del pasado 6 de junio dejaron lecciones poco esperanzadoras en torno a la evolución de la democracia mexicana como tal y de su influencia en el desarrollo general del país. Porque no emergieron liderazgos con altos perfiles representativos, con suficiencia política y expedientes públicos e institucionales respetables, y, de hecho, puede decirse que, en ese sentido y a pesar de que la cantidad de posiciones de elección en disputa ha sido la mayor de todos los tiempos con casi 22 mil en una jornada, han sido los comicios más ralos y con los candidatos más grises y mediocres, también, de todos los tiempos. Y, en tal virtud, la democracia electoral ha experimentado, entonces, un nuevo retroceso, que, en términos estructurales, explica en buena medida la progresiva debilidad de los valores educativos, ciudadanos, políticos, y culturales en general, donde la lucha partidista no es ni siquiera ideológica, sino meramente facciosa y visceral, y donde tampoco hacen falta candidatos prestigiosos y con ideas y programas propios de comprensión y adhesión sociales, sino ídolos -como el presidente de la República, del Partido Movimiento de Regeneración Nacional, cuya invicta popularidad determina el voto masivo de sus fervorosos adeptos en favor de los candidatos de su formación y de las asociadas, por perniciosos que sean-, o jefes y dueños de franquicias mercenarias, como Jorge Emilio González Martínez, del Partido Verde Ecologista de México –una mafia que en ninguna democracia decente y con un legislación electoral legítima tendría cabida, y cuyos negocios estarían fuera de la ley-, que impone a los candidatos que le convienen personalmente a él, y que ganarán al amparo, asimismo, de la figura presidencial, por obra y gracia de la propaganda relativa a la sociedad electoral con su agrupación, fraguada –la sociedad de capital variable- en indecibles negociaciones de interés cupular con ella, y a partir de las cuales el oficialismo morenista deberá pagar puntualmente las cuotas de la adhesión coyuntural que al Verde le demande. El proceso y sus resultados han terminado por refrendar, más que la fuerza del Morena y sus aliados, la del presidente Andrés Manuel López Obrador: Solo o en coalición, el partido que ostenta la imagen del mandatario federal obtendría 11 de las 15 gubernaturas en juego, así como 18 Congresos locales, cientos de Municipios y Alcaldías y, lo más importante, la mayoría en la Cámara de Diputados (una mayoría simple que, como la obtenida en el 2018, habría de evolucionar a una calificada mediante operaciones de conveniente ‘convencimiento’ entre los legisladores de oposición, en la víspera de ejercer los votos necesarios para las iniciativas de fondo y las reformas estructurales del Ejecutivo federal). Porque gracias a la sociedad con AMLO y su partido –que ni el primero ni la dirigencia del segundo han explicado en términos de utilidad propia y en el contexto de la contradicción que supone para la causa de la regeneración moral que dicen defender, ese nexo con el ecologismo criminal-, el Partido Verde aumentó su poder político, y con ello también la potencial dependencia, tanto de los opositores –en su afán de menguar el poder presidencial- como del mismo Morena, al liderazgo fáctico de los verdes y de su patriarca absoluto, el Niño Verde, de cara a las reformas estructurales que AMLO necesita –entre ellas la fiscal, la eléctrica y la de la eliminación de los organismos autónomos, empezando por el INE y siguiendo con otros duplicadores de funciones propias de las instituciones orgánicas del Estado- y al 2024. Ya el senador verde, Manuel Velasco, ha anunciado que replantearán los términos de su alianza con el Morena y hace saber, en tal sentido, que los suyos afilan los colmillos para obtener las mayores utilidades de la ‘ayuda’ parlamentaria que les pedirán en la hora más decisiva para la continuidad del programa de la ‘4T’, y por eso Andrés Manuel ya considera llegar a acuerdos con otros partidos, empezando por el PRI, sabedor de los recursos para la traición de los que suele echar mano la empresa verde, pero confundiendo a la opinión púbica respecto de sus razones para aliarse con ella.
Javier Ramírez
Las elecciones de este 6 de junio concluyeron con relativa paz, quedando muy atrás las acusaciones de fraude que se habían hecho comunes en pasados procesos electorales. Al parecer todos los protagonistas políticos están conformes con los resultados, entre ellos el llamado PRIAN que celebró pírricas victorias e ignoró que en todo lo demás fue un cero a la izquierda.
Los conteos ya han finalizado en varias entidades y aunque se registraron algunas quejas, son muy pocos los casos en los que la diferencia de votos sea tan corta como para justificar recuentos o impugnaciones por parte de los perdedores.
Al final, el mapa electoral cambió, pintando de guinda gran parte del país y la Cámara baja, demostrando que los seguidores del presidente de la República siguen votando por él y no por el candidato en turno que sea postulado por los partidos que represente, lo que ha terminado por encumbrar al Partido Verde, líder en contubernios aliancistas exitosos y que ya ha comenzado a mover sus piezas para venderse una vez más al mejor postor, como lo ha hecho desde su fundación hace más de 30 años.
El Morena arrasó en la elección federal
En estos comicios, los más numerosos y concurridos de candidatos en la historia del país, los mexicanos salieron a votar para elegir 500 cargos federales (diputados) y más de 20 mil de carácter local (gobernadores, legisladores locales, alcaldes y regidores).
Y con el 99.55 por ciento de las actas de la elección federal computadas por el Instituto Nacional Electoral (INE), los resultados arrojaron que el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) obtuvo el 33.99 por ciento de las votaciones, al conseguir 16 millones 136 mil 841 votos, triunfando por cuenta propia en 64 distritos, y en 119 en coalición con los partidos Verde Ecologista de México (PVEM) y del Trabajo (PT).
Con ese porcentaje se contabilizaron 47 millones 464 mil 733 votos, que implican una participación ciudadana del 52.67 por ciento. Del total de los votos, un millón 622 mil 795 fueron nulos, representando el 3.41 por ciento del total.
Luego del Morena, el partido más votado fue el Partido Acción Nacional (PAN), con 8 millones 680 mil 994, seguido del Revolucionario Institucional (PRI), con 8 millones 430 mil 913, y del Movimiento Ciudadano (MC) con 3 millones 308 mil 57, el Verde Ecologista de México (PVEM) con 2 millones 587 mil 125, el de la Revolución Democrática (PRD) con un millón 746 mil 907 votos, y el del Trabajo (PT) con un millón 543 mil 909 votos. Estos últimos dos apenas representaron el 3.6 y el 3.2 por ciento de los sufragios, lo que les permitirá mantener su registro de partidos políticos nacionales.
En cambio, los tres nuevos partidos -Encuentro Social (PES), Fuerza por México (FXM) y Redes Sociales Progresistas (RSP)- se quedarán sin registro al quedarse con 2.7, 2.4 y 1.7 por ciento de los votos, respectivamente.
Si no hay mayores cambios, la LXV Legislatura del Congreso de la Unión que iniciará el próximo 1 de septiembre quedará conformada de la siguiente manera: Morena, 197 curules; PAN, 111; PRI, 69; PVEM, 44; PT, 38; MC, 24; y PRD, 17.
Si se compara con los resultados de 2018, en los que, por ejemplo, el Morena obtuvo 256 curules, el PAN 77 y el PRI 48, fue el PVEM el que más creció en estos tres años, al pasar de 11 a 44 diputaciones.
Y en gubernaturas, lo mismo
En cuanto a las gubernaturas, de las 15 que estuvieron en juego, el Morena, solo y con sus aliados, se llevó 11, propinándole así la derrota más fuerte al frente opositor del PAN-PRI-PRD.
Los resultados son los siguientes:
Baja California: la candidata de Morena, PT y PVEM, Marina del Pilar Ávila Olmeda, consiguió el 48.19 por ciento de los votos, mientras que su rival más cercano, Jorge Hank Rhon, del PES, se quedó con 31.11 por ciento.
Baja California Sur: Víctor Manuel Castro Cosío (Morena-PT), 46.63 por ciento, contra el 40.02 de Francisco Pelayo Covarrubias, del PAN.
Campeche: Layda Sansores, de Morena-PT, venció con 33.16 por ciento a Eliseo Fernández Montufar, de MC, quien tuvo 31.64 por ciento de los votos.
Chihuahua: María Eugenia Campos Galván, de PAN-PRD, venció a Juan Carlos Loera de la Rosa, de Morena-PT-Panal, con 43.54 por ciento sobre 31.53.
Colima: Indira Vizcaíno Silva, de Morena, ganó con 32.92, a Mely Romero Celis, de PAN-PRI-PRD, quien se quedó con 27.52.
Guerrero: Evelyn Salgado Pineda, de Morena, derrotó a Mario Moreno Arcos, de PRI-PRD, con 46.34 y 37.46, respectivamente.
Michoacán: Alfredo Ramírez Bedolla, de PT-Morena, venció a Carlos Herrera Tello, de PAN-PRI-PRD, con un porcentaje de 41.59 y 39.03, respectivamente.
Nayarit: Miguel Ángel Navarro Quintero, de PT-PVEM-Morena-Panal, obtuvo 49.31 por ciento de los votos, seguido de Ignacio Flores Medina, de MC, con sólo 20.47 por ciento.
Nuevo León: El candidato de MC, Samuel García Sepúlveda, ganó con 36.68 por ciento, a Adrián de la Garza Santos, con 27.96.
Querétaro: El candidato del PAN y Querétaro Independiente, Mauricio Kuri González, duplicó los votos de su más cercana competidora, Celia Maya García, del Morena, al cerrar con 54.25 y 23.90, respectivamente.
San Luis Potosí: José Ricardo Gallardo Cardona, de PT-PVEM, derrotó a César Pedroza Gaitán, de PAN-PRI-PRD-PCP, con el 36.14 por cientos de los votos contra el 32.65.
Sinaloa: Rubén Rocha Moya, candidato de Morena-PAS, ganó con 56.61 por ciento de los votos, frente a Mario Zamora Gastélum de PAN-PRI-PRD, que se quedó con 32.62 por ciento.
Sonora: El exsecretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo Montaño, postulado por Morena-PT-PVEM-Panal Sonora, consiguió el 51.51 por ciento de votos, derrotando al candidato de PAN-PRI-PRD, Ernesto Gándara Camou, quien tuvo 35.68 por ciento.
Tlaxcala: Lorena Cuéllar, de Morena-PT-PVEM-Panal Tlaxcala-PES Tlaxcala, consiguió el 48.60 por ciento de los votos. Su más cercano competidor fue la candidata de PAN-PRI-PRD-PAC-PS, Anabell Ávalos Zempoalteca, que tuvo 37.13 por ciento.
Zacatecas: David Monreal Ávila, de Morena-PT-PVEM-Panal Zacatecas, venció con el 48.73 por ciento de sufragios a la candidata de PAN-PRI-PRD, Claudia Edith Anaya Mota, que tuvo 38.34 por ciento.
CDMX, dividida
Sin embargo, en la Ciudad de México, considerada bastión del presidente Andrés Manuel, las cosas fueron muy diferentes para el Morena y su aliado el PT.
Y si en 2018 estos últimos habían conseguido 11 de las 16 Alcaldías, esta vez sólo obtuvieron 7, dos menos que el PAN y sus compinches del PRI y el PRD, lo que provocó una peculiar división política y geográfica en la capital del país.
La jefa de Gobierno de la CDMX, la morenista Claudia Scheibaum, argumentó que la oposición ganó debido a que se dejaron de difundir los programas sociales de los Gobiernos capitalino y federal. Por su parte, Andrés Manuel coincidió en que se debió “atender más la ciudad y atender a los pobres”, además de que, aseveró, en la capital “sí ha tenido efecto la guerra sucia”.
Pero para las artimañas políticas el PVEM se pinta solo. Y como sucedió en los comicios de 2018, nuevamente emprendió una campaña a su favor justo el día de la elección, contratando a “influencers” de las redes sociales, a quienes pagó desde 10 mil hasta 300 mil pesos, dependiendo el número de seguidores que tuvieran.
Esto no fue pasado por alto por el Instituto Nacional Electoral, que comenzó una investigación de las 95 personas que difundieron contenidos a favor del Verde en plena veda electoral.
En tal sentido, el órgano electoral dijo que podrían emitirse sanciones para el PVEM, que estarían entre la amonestación, la multa de 100 mil días de salario mínimo, la reducción de hasta 50 por ciento de su financiamiento y, en caso de conductas graves y reiteradas, la cancelación de su registro.
En el caso de las personas físicas, podrían recibir una amonestación pública o una multa de hasta dos mil días de salario mínimo. Las personas morales, que podrían ser las agencias de estos “influencers” podrían ser acreedoras a multas de hasta 100 mil días de salario mínimo.
En tanto, la Fiscalía General de la República ya inició una investigación en contra de los presuntos implicados, por medio de la Fiscalía Especializada en Materia de Delitos Electorales (Fisel).
Algunos de los sujetos que se vendieron al PVEM son Raúl Araiza, Gabriel Soto, Celia Lora, Laura G, Bárbara de Regil, Sharis Cid e Isabel Madow, entre otros.