Pinceladas
“Nunca he visto a un hombre atrapar el mundo entero en la palma de su mano de esa forma”. Así describe Peter Freestone, asistente personal del cantante británico (Tanzania, 1946 – Londres, 1991) todo lo que sucedió hace 33 años en el estadio de Wembley, de Londres. El concierto pasaría a la historia de la música y de la cultura popular: el mundo dejó de girar durante tres horas y toda una generación asociaría para siempre al cantante de Queen con esa chaqueta amarilla, ese mostacho y ese éxtasis musical casi religioso. Décadas después, la pandemia del Covid-19, es la protagonista de los ‘Sanfermines 2020’. Ha obligado a suspender totalmente estas fiestas ancestrales, algo que no ocurría desde la Guerra Civil Española de 1936 a 1939, tras el golpe de estado del general Francisco Franco, contra la II República democrática.
Santiago J. Santamaría Gurtubay
El Ayuntamiento de la capital de Navarra ha suspendido los Sanfermines de 2020, del 6 al 14 de julio. Algunos pamploneses ya han entonado el ‘Pobre de Mí’, ante la rueda de prensa en la que la alcaldesa en funciones de Navarra Suma, Ana Elizalde, ha anunciado que estas fiestas sin igual no se celebrarán en las fechas oficiales, aunque no descarten trasladarlas a septiembre, si las circunstancias lo permiten. Ana Elizalde, en sustitución del alcalde, Enrique Maya, convaleciente del Covid-19, ha dado a conocer una noticia que “por muy esperada que fuese, no deja de producir a todos un poso de tristeza”. Aunque aún faltan dos meses para el 6 de julio, ha señalado que “parece evidente, y creo que ese es el sentir de la opinión pública, que nuestras queridas fiestas están muy reñidas con el coronavirus”. En 2018, un estudio estimaba en 740 millones de euros los ingresos que los Sanfermines habían supuesto para Pamplona en los últimos 10 años y en 2014 otro estudio estimaba que sólo ese año los ingresos habían ascendido a 136 millones de euros. Hostelería, comercio, grandes y pequeñas tiendas, todo se verá afectado por esta suspensión, aunque el Consistorio pueda disponer de los 3 millones de euros de presupuesto previstos para este año. Ana Elizalde afirmó que por eso mismo ya están estudiando el marco económico que genera esta situación para poder reactivar la economía de la ciudad en cuanto el Estado de Alarma lo permita.
El Consistorio pamplonés ha tomado la decisión de suspender las fiestas de San Fermín, en consenso con todos los grupos municipales, teniendo en cuenta que la lucha contra el Covid-19 se ha convertido en una prioridad mundial y que no existe otra opción para unas fiestas tan multitudinarias e internacionales como los Sanfermines. De esta manera, los Sanfermines de Pamplona se unen a acontecimientos de tanta trascendencia mundial como los Juegos Olímpicos de Tokio, la Eurocopa y el Tour de Francia o a fiestas nacionales españolas como las Fallas o la Feria de Abril que han sido aplazados o suspendidos… Teniendo en cuenta que la suspensión de los Sanfemines es una noticia de alcance nacional e internacional ya que atraen a decenas de miles de turistas de toda España y de diferentes países, el Consistorio pamplonés ha preparado una campaña de comunicación con vídeos en castellano, euskera, francés e inglés. Con esta iniciativa quiere hacer un pequeño homenaje a las fiestas y trasladar que, cuando todo pase, cuando se pueda, los viviremos. Precisamente es el lema del vídeo: ‘En cuanto podamos…#LosViviremos #Sanfermines’.
Parte del presupuesto de San Fermín para gastos derivados de la crisis sanitaria en Pamplona y Navarra motivada por el coronavirus
En la rueda de prensa también se ha informado de que buena parte del presupuesto de este año destinado a San Fermín, más de 3 millones de euros, deberá ser destinado a gastos derivados de las actuaciones llevadas a cabo por el Ayuntamiento para intentar paliar las consecuencias de la crisis sanitaria ocasionada por el Covid-19. Por ejemplo, se han multiplicado las solicitudes de ayudas de emergencia social y las demandas del comedor municipal y ante la saturación del Centro de atención a personas sin hogar se han habilitado otros recursos de alojamiento en los albergues de Jesús y María y Casa Paderborn, en el antiguo convento de María Auxiliadora y en algunas pensiones. La suspensión de las fiestas ha sido abordada por el Ayuntamiento con colectivos directamente afectados como las asociaciones de hosteleros y de turismo, unos de los más afectados por este hecho, así como por organismos y entidades desde la Casa Misericordia, La Pamplonesa, el Arzobispado y otros, imprescindibles en la celebración de estas fiestas. El Ayuntamiento y los representantes de este sector trabajan ya en la búsqueda de fórmulas para generar actividad y tratar de compensar, al menos en parte, las pérdidas que ocasionará la suspensión de los Sanfermines. En este sentido, el Ayuntamiento también está en permanente contacto con las asociaciones de comerciantes y otros ámbitos para trabajar de forma conjunta para la reactivación económica de la ciudad, en cuanto la situación sanitaria lo permita.
“Estamos en un escenario imprevisible y ponerse a adivinar o a anticipar qué va a suceder dentro de cinco meses sería una irresponsabilidad”
Sobre la realización de los Sanfermines en otras fechas de 2020, la alcaldesa en funciones ha indicado que la situación actual no permite saberlo ya que “estamos en un escenario imprevisible y ponerse a adivinar o a anticipar qué va a suceder dentro de cinco meses sería un ejercicio de irresponsabilidad. A día de hoy, parece complicado que los Sanfermines puedan celebrarse este año, pero vamos a esperar a ver cómo evolucionan los acontecimientos”. Para dar forma a la suspensión, la alcaldesa en funciones ha firmado una resolución teniendo en cuenta un informe jurídico que señala que no hay ningún dictado de órgano municipal que convoque o desconvoque las fiestas, por lo que “la suspensión de las celebraciones correspondientes a los Sanfermines 2020 puede ser impulsada por el alcalde, hoy alcaldesa en funciones”. Por último, el alcalde de Pamplona, Enrique Maya, ha trasladado a través de la alcaldesa en funciones que se encuentra en casa en buen estado pero aislado y recuperándose poco a poco. Ha querido agradecer a todas las personas que, de una u otra manera, están luchando contra el coronavirus, y muy especialmente “al personal sanitario, a los trabajadores de limpieza, a los servicios sociales, a todos los cuerpos policiales y al Ejército, tan activos durante este época tan complicada y desconcertante que nos está tocando vivir”.
La campaña de comunicación para difundir la suspensión de los Sanfermines se basa en un vídeo de un minuto de duración, especialmente pensado para su difusión a través de las redes sociales. El trabajo ha sido realizado por La Llorona Comunicación. En él que se informa de que este año no va a haber Sanfermines en julio y se juega con los sentimientos que estas fiestas provocan tanto en las personas de Pamplona como en todas las que se acercan a disfrutar de las fiestas o las que las siguen a través de los medios de comunicación, tal y como recogen, por ejemplo, las audiencias televisivas sobre el Chupinazo o el Encierro. Por eso se recuerda, que no hay que perder la ilusión por ellas, porque llegarán y #LasViviremos. Este hashtag irá acompañado en las redes sociales con el de #Sanfermines. Las imágenes hacen un recorrido por muchos de los actos que conforman el programa de las fiestas: el Encierro, el Chupinazo, las salidas de Comparsas de Gigantes y Cabezudos, los bailes, la procesión, las corridas de toros o las salidas de las peñas. A ellos se unen encuentros que mantienen el ambiente festivo y alegre del vídeo alrededor de la gastronomía o imágenes de personas de fuera de Pamplona que se acercan a las fiestas.
El texto que acompaña a las imágenes es: “Este año no va a haber 6 de julio. Es verdad. No lo viviremos. O sí… No podemos decir que no vivimos lo que sentimos. Aunque este 6 de julio lo haremos en pequeño, en cuanto podamos… los viviremos. Los viviremos con cada poro de nuestra piel, con cada baile, con cada canto, con cada ronda, con cada carrera, con cada parón. Los viviremos con los pies, con la boca, con las manos, con los brazos abiertos, con las suelas desgastadas, con la cabeza y el corazón. Los viviremos con alegría, con expectación, con ansia y devoción. Los viviremos con cada persona que los sienta, que los comparta, ¡que se una al grito de nuestra garganta.! Los viviremos con todas nuestras ganas. Los viviremos con toda nuestra alma”.
Mercury se pasea como un animal que sabe que conquista inmediatamente el terreno que pisa, tiene que seducir a 70,000 personas
Lo más fascinante de aquel espectáculo es que se puede percibir cómo el cantante es perfectamente consciente de que está haciendo historia. Tanto, que ni siquiera le hizo falta una canción de verdad para despertar el fervor de 70,000 creyentes: le bastó con una improvisación de apenas 2 minutos. Este jueves, más de 30 años después, esa aparentemente intrascendente improvisación condensa todo lo que convirtió a Freddie Mercury en una leyenda. Era el escenario más grande construido hasta el momento, y se le quedaba pequeño. Mercury se pasea como un animal que sabe que conquista inmediatamente el terreno que pisa, y en ningún momento parece intimidado ante la responsabilidad de seducir a 70,000 personas. Resulta tan chulesco como entrañable. Sus posturas triunfales mientras improvisa, a medio camino entre la ópera y la verbena de pueblo, generaron una corriente eléctrica que consiguió que el público no sintiese que estaba repitiendo cantos tiroleses, sino que formaba parte de la historia de la música. “No puedo llegar tan alto, vamos a bajar otra vez”, reconoce el cantante en el vídeo. Pero enseguida vuelve a elevar su voz con una magnitud que no cabía en Wembley. A pesar de que el rango vocal de Mercury llegaba a la estratosfera como pocos cantantes masculinos han logrado, daba la sensación de que su vigor no nacía de la técnica, sino de las entrañas. El público respondió entusiasmado a sus gorgoritos, porque Freddie se lo estaba tomando tan en serio como si se tratase de la última canción de su vida.
El flautista de Hamelin era un aficionado al lado de Mercury. Aquella masa entregada había pagado 17 euros por la entrada, en la que sin duda es la mejor inversión de toda su vida. Y se dejaron llevar por la euforia de Queen. La indumentaria de Mercury le hace parecer un líder militar sacado de un sueño, y sostiene su característico micrófono con la actitud épica de quien ostenta un cetro. Le falta la corona, pero ya se encarga él de comportarse como si fuera el rey del mundo. El público estaba tan a sus pies que si al terminar el concierto Freddie llega a proponer invadir Polonia, esas 70,000 personas le habrían seguido sin pensarlo dos veces. Despedir el numerito con ese “que os jodan” y recibir una ovación como respuesta es algo que solo pueden permitirse las estrellas de verdad. Mercury se ha metido a Wembley entero en el bolsillo, y lo ha conseguido porque la arrogancia solo es carismática cuando nace de la positividad y no de la prepotencia.
Su estrambótica energía sobre el escenario despertó multitud de comentarios acerca de su sexualidad, pero a él no podía importarle menos
El cantante arranca su improvisación con un mini/cachi/maceta en la mano, que le haría parecer el borracho de turno de la fiesta si no fuera porque su presencia es majestuosa. Él es el primero en sorprenderse por lo receptivo que está el público, y parece querer poner a prueba la obediencia de sus fieles, pero no lo hace con superioridad (aunque la disfruta), sino invitando a todo el mundo a la fiesta. La estrambótica energía de Mercury sobre el escenario despertó multitud de comentarios acerca de su sexualidad, pero a él no podía importarle menos. Otros artistas habrían sentido pudor, pero Freddie se dejaba llevar por la teatralidad y grandilocuencia, siempre buscando sacar adelante el mayor espectáculo del mundo. Él sabía que el problema lo tenían los demás. Si un artista se pasa de prudente y pisa el freno, conseguirá pasar desapercibido, pero nunca hará historia.
Freddie Mercury no era guapo, pero exhibía el bigote como pocos. Sus pantalones ajustados, su apego por las camisetas de tirantes y lo empapado que terminaba en cada actuación resultaba asombrosamente atractivo, precisamente gracias a que no le preocupaba lo más mínimo. Poco antes de su muerte, Mercury lanzó The show must go on (El espectáculo debe continuar), y se convirtió en un credo. Para él no era una frase hecha, sino una forma de vida. El espectáculo siguió, pero no le dejó atrás. Pasó sus últimos días obsesionado con seguir componiendo y grabando, sentía la necesidad de alimentar su legado. Lo cierto es que cuando murió aquel 24 de noviembre de 1991, Freddie Mercury ya era mucho más que un cantante: formaba parte de la vida de millones de personas. Recuperar hoy aquel espontáneo y entrañable juego entre el rey y sus súbditos hace que, durante un minuto y 57 segundos, Freddie Mercury consiga parar el mundo de nuevo. Y eso es lo más cerca que se puede estar de la inmortalidad.
El 23 de noviembre de 1991, a tan solo 24 horas de su muerte, emitió un comunicado público para anunciar que había contraído el SIDA
En febrero de 1987, Prince editaba un single mayestático -que diseccionaba algunos de los males de los años 80 con sintética clarividencia- en cuya primera línea de texto se hacía referencia, sin nombrarlo, al SIDA. Solo dos meses más tarde, aquella “gran enfermedad con un nombre pequeño” que el genio de Minneapolis empleaba para descorchar el rotundo relato de Sign O’ The Times se colaba ya en el organismo de Freddie Mercury, pese a que él se empeñara en negarlo ante una prensa ávida de sensacionalismo barato. Al menos si hay que creer a Jim Hutton, quien fuera pareja del líder de Queen durante sus últimos seis años de vida, Freddie Mercury fue la primera celebridad del mundo del rock en engrosar la lista de víctimas ilustres de la enfermedad, pero nada le hizo desistir de su deseo de aparentar normalidad y seguir trabajando hasta el último aliento. Hasta el punto de que tuvo que ser el 23 de noviembre de 1991, a tan solo 24 horas de su muerte, cuando por fin emitió un comunicado público para anunciar que había contraído la fatal enfermedad.
El secretismo de Freddie Mercury se contradecía con el aspecto que mostraba en sus ya intermitentes apariciones públicas, pero se amoldaba al carácter de un músico que, en abierto contraste con su explosividad escénica, tenía aversión por las entrevistas y cualquier clase de exposición pública de su intimidad. Las pistas eran más que evidentes: la banda ya no había girado para promocionar The Miracle (Capitol, 1989) y la aparición del cuarteto para recoger el premio Brit por su contribución a la música británica, el 18 de febrero de 1990, mostraba al vocalista con un aspecto físico muy desmejorado, extremadamente delgado y pálido.
El single These are The Days Of Our Lives, grabado en mayo de 1991, adelanto de Innuendo, y su letra suponía todo un epitafio vital
Quizá sea ese deseo por el que el trabajo de la banda siguiera su curso con normalidad el que explique por qué Queen no tramaron, en ningún momento, un álbum-testamento a la manera del último Bowie. Aunque cualquiera que prestase algo de atención al single These are The Days Of Our Lives, grabado en mayo de 1991, adelanto de Innuendo (y a su sombrío videoclip, rodado en blanco y negro), podría darse cuenta de que su letra suponía todo un epitafio vital, aunque fuera a través de un texto que el batería Roger Taylor escribió originalmente pensando en su prole, y que no tardó en mutar en último adiós a su frontman. En cualquier caso, la última canción en la que intervino Mercury fue Mother Love, luego incluida en el póstumo Made In Heaven (Hollywood, 1995), tal y como reconoció un Brian May que no tuvo reparo alguno en reclutar años más tarde a Paul Rodgers (Free) o a Adam Lambert (concursante de American Idol) para reactivar la marca Queen en pleno siglo XXI. Sí, el show debía continuar, pero cabe preguntarse si a cualquier precio.
Desde el 24 de noviembre de 1991, la casa de Freddie Mercury en Kensington (Londres) se convirtió en lugar de peregrinaje para fans y devotos. Y la música de Queen, tan cuestionada en su momento por gran parte de la crítica (los adustos 90, con la aflicción grunge, el eufórico pero sobrio tradicionalismo brit pop o la amenazante tensión pre-milenio del trip hop, no mezclaban nada bien con sus fuegos de artificio), comenzó a ser vista con otros ojos y a relativizarse desde la distancia. No en vano, el transformismo escénico de Lady Gaga -su propio nombre artístico lo revela- o la ampulosidad de Muse son, para bien o para mal, hijos de los vigorosos y apabullantes modos escénicos de un artista cuyo personaje se impuso a todos y cada uno de los estilos con los que flirteó, ya fuera el rock progresivo, el hard rock, la música disco o el bel canto.
La noche que Lady Di se vistió de hombre para visitar un bar gay, aún casada con Carlos de Inglaterra, la princesa salió de marcha con Freddie
Incluso los personajes más célebres pueden soltarse la melena sin ser reconocidos. Lo prueba Diana de Gales, que a finales de la década de los ochenta pasó una noche en un bar gay disfrazada con ropa masculina sin que nadie sospechase de su identidad. La revelación viene de mano de la actriz cómica Cleo Rocos, que en su nuevo libro, The Power of Positive Drinking, describe una de las noches que pasó con Lady Di, Freddie Mercury y el showman británico Kenny Everett, uno de los favoritos de la princesa. Todo empezó con el grupo bebiendo champán mientras veían capítulos de la serie Las chicas de oro en la casa de Everett. La noche se fue caldeando cuando decidieron bajar el volumen de la televisión y doblar ellos mismosel programa improvisando diálogos subidos de tono. A la princesa de Gales, que por entonces tenía 27 años, le fue asignado el personaje de Dorothy. Lo estaba pasando tan bien que quiso continuar la noche junto a sus amigos en Vauxhall Tavern, un pub de ambiente en el sur de Londres.
Intentaron disuadirla, alegando que no era un lugar adecuado para ella, que estaba “repleto de hombres peludos” y que a veces estallaban peleas. Pero, según Rocos, la madre del heredero al trono británico tenía “el día travieso” y estuvo suplicando a Mercury hasta que este cedió. “Dejemos que la chica se divierta”, sentenció el cantante de Queen. Lady Di prometió quedarse solo para una copa y camufló su identidad con una chaqueta militar, unas gafas de sol y el pelo escondido bajo una gorra de cuero. La pandilla dio su aprobación tras decidir que pasaba perfectamente por “un modelo masculino vestido de manera excéntrica” y tomaron un taxi.
En el local nadie la reconoció, lo que encantó a la princesa. “Tenía el aspecto de un joven muy guapo”, escribe Rocos en su libro. Diana pidió una cerveza y un vino blanco y, cuando los terminó, el clan al completo la acompañó hasta su casa en el palacio de Kensington. Al día siguiente, devolvió la ropa con el mensaje “¡Tenemos que repetir!”. Se cree que la anécdota tuvo lugar en 1988, cuando Lady Di todavía estaba casada con el príncipe Carlos. La pareja se separó en 1992 y se divorció en 1996, un año antes de que Diana falleciera en un accidente de tráfico en París. Tanto Mercury como Everett fallecieron durante la década de los noventa por complicaciones del Sida que padecían.
El vocalista de Queen sigue siendo la cara más visible de la banda británica, Bohemian Rhapsody y otros temas se han convertido en himnos
Freddie Mercury es la cara más visible de Queen. Nacido en Zanzíbar, Tanzania en 1946, Farrokh Bulsara cambió de nombre, se unió a la banda y la nombró así a principios de la década de los setenta. Ahí comenzaron sus aciertos. Con docenas de reconocimientos, millones de álbumes vendidos en todo el mundo y estadios a reventar… Actualmente no hay lista de mejores grupos de todos los tiempos, cantantes, canciones, álbumes, guitarristas e incluso actuaciones en vivo en las que no aparezcan. A 27 años de su muerte, el nombrado ‘máximo dios del rock’ por una encuesta del diario británico The Sun, se ha convertido en una leyenda. Sus temas son aún recordados y coreados por admiradores alrededor del mundo, estos son algunos de los más representativos para recordarlo…
Bohemian Rhapsody. Escrita por el propio Mercury, salió a la venta el 31 de octubre de 1975 como el primer sencillo de su álbum A Night at the Opera. Fue su primer número uno en Reino Unido, donde se mantuvo 18 meses en las listas, y ha sido elegida en varias ocasiones como una de las mejores canciones de todos los tiempos. Su videoclip, cuya introducción a capela ha sido parodiada y homenajeada, es considerado el primero en utilizar efectos especiales. We Will Rock You. Esta canción, convertida en un himno en acontecimientos deportivos, fue escrita por el guitarrista Brian May y editada por primera vez en el sexto álbum del cuarteto, News of the World de 1977. El videoclip del tema, que ha sido reeditado en las numerosas compilaciones que han aparecido tras la muerte del cantante, fue grabado en el patio trasero de la casa del baterista Roger Taylor. We Are the Champions. Apareció en 1977 como parte del sencillo con doble lado A We Will Rock You/We Are the Champions, y al igual que la primera, es habitual escucharla en eventos deportivos. La balada compuesta por Freddie Mercury ha sido versionada en varias ocasiones por otros artistas, una de los que obtuvo más éxito fue la grabada en 2001 por el cantante británico Robbie Williams junto a los miembros de Queen Brian May y Roger Taylor.
I Want to Break Free. Lanzado en 1984, el vídeo de esta canción -escrita por el bajista John Deacon- es uno de los más recordados de la banda por mostrar a sus integrantes caracterizados de mujeres, como una parodia a una telenovela británica de la época llamada Coronation Street. Fue censurado por MTV en Estados Unidos (donde pudo ser visto a partir de 1991), por lo que Queen no llevó a ese país el The Works Tour. El guitarrista Brian May dijo en una entrevista que en el Reino Unido sí se entendió y se tomó como una broma, mientras que la audiencia estadounidense probablemente lo interpretó como una declaración del travestismo y la bisexualidad de Freddie Mercury, lo cual podría explicar el veto.
Don’t Stop Me Now. Es el segundo sencillo del álbum Jazz de 1978. Llegó al puesto número nueve de las listas, donde permaneció treinta y cinco semanas. En 2005 fue elegida como “la mejor canción para conducir de la historia” por los espectadores del programa de la BBC Top Gear. Ha sido utilizada en varios anuncios publicitarios. Under Pressure. Compuesta en colaboración con David Bowie en 1981, fue la segunda canción de Queen en llegar al número 1 en Reino Unido. Es producto de una lluvia de ideas que hicieron durante una sesión de improvisación en un estudio en Suiza, cuando Bowie iba a hacer los coros del tema Cool Cat del cuarteto británico. El tema original en el que iban a colaborar no les gustó, por lo que empezaron a improvisar sobre una base musical de otra canción. Radio Ga Ga. Fue escrita por el baterista Roger Taylor para su disco The Works de 1984. La canción, que trata el tema de la creación de la televisión y como desplazó a la radio, se convirtió rápidamente en una favorita para las presentaciones en vivo de la banda. El vídeo usó material de la película Metrópolis de Fritz Lang, y el público imitaba en los conciertos los aplausos que se veían en el videoclip. La cantante Lady Gaga ha reconocido que fue de este título de donde obtuvo su nombre artístico.
Another One Bites the Dust. Esta canción, que fue incluida en su álbum The Game de 1980 por recomendación de Michael Jackson, se convirtió en el mayor éxito de Queen con ventas internacionales de siete millones de copias y en el segundo número uno de la banda en Estados Unidos. La canción fue escrita para ser cantada con el rey del pop, pero no pasó por falta de tiempo. The Show Must Go On. Fue escrita por Brian May para Freddie Mercury en los últimos meses de su enfermedad. Aparece firmada por todo el grupo en el álbum Innuendo de 1991. Fue lanzada como sencillo seis semanas antes de la muerte del vocalista, habla sobre el inminente final, pero como dice el título “el espectáculo debe continuar”. Who Wants to Live Forever. Fue escrita por Brian May y publicada en 1986 como parte de su álbum A Kind of Magic. Al igual que la mayoría de las canciones de ese disco, aparece en la banda sonora original de la película Los inmortales. Love of My Life. Es la balada del disco A Night at the Opera escrita originalmente en piano por Freddie Mercury entre 1974 y 1975, año en que fue lanzada. El cantante compuso este tema pensando en la que era su novia en esa época, Mary Austin, y a quien se refirió más de una vez como el amor de su vida. Scorpions y Extreme son de los grupos que han grabado su propia versión de esta canción.
I Want It All. Fue el sencillo que obtuvo mayor éxito de su álbum The Miracle de 1989. Inspirada en la esposa de Brian May, Anita Dobson -que solía decir la frase que da título a la canción-, tiene mensajes que podrían considerarse de rebelión, aunque el propio May ha declarado que se refiere a la ambición y a luchar por tus metas.
El cantante de Queen se partió de risa cuando vio la secuencia de la película Wayne’s world donde se parodia su ‘Galileo, Galileo…’
De todos es sabido que en el mundo de la cultura hay unos cuantos becerros de oro que nadie se atreve a cuestionar. Deidades paganas que debes adorar si no quieres caer en el ostracismo. Algunos ejemplos serían La Metamorfosis de Franf Kafka, La naranja mecánica de Stanley Kubrick, o Bohemian rhapsody de Queen… Pero aquí no vamos a hablar de la grabación original, sino de la versión más delirante. En 1992, el cómico, actor y guionista Mike Myers tuvo claro que con una buena parodia podía recordarnos a todos sin excepción lo que nos gustaba la canción de Mercury, y logró rescatarla del pozo de olvido en el que se encontraba. Al escribir el guión, luchó para que la película Waynes world (¡Qué desparrame!, así se llamó en España y Latinoamérica) empezara con la mítica escena en la que cinco melenudos recorren las calles de la ciudad montados en un coche, descoyuntándose al ritmo de la ensalzada rapsodia bohemia.
“Quería reflejar el espíritu de esa época de la vida, justo antes de tener que hacer cosas de adultos, como pagar impuestos y todo eso”, ha explicado Mike Myers a la revista Rolling Stone. Y vaya si lo consiguió: la secuencia inicial de la película fue todo un éxito, y el propio Freddie Mercury se partió de risa cuando le enviaron la cinta, a pesar de estar gravemente enfermo (falleció poco antes del estreno del filme). Y es que todo es excesivo dentro de ese coche: los peinados rubios en plan Europe, las Ray Ban Wayfarer gigantes de Dana Carvey, el meticuloso reparto de los ‘Galileo’… todo está perfectamente dispuesto y sincronizado para que la pequeña ópera transcurra en armonía. Ni siquiera el estado lamentable del último miembro en subirse al coche supone la más mínima traba para que el asunto funcione como un reloj.
Lejos de necesitar el sobrecito para vomitar que le ofrece su compañero, Sean Sullivan termina uniéndose al coro y agitando la cabeza como si no hubiera un mañana. “Yo tenía 36 años por aquella época, así que rodar aquello durante cuatro horas, ¡fue brutal!”, reconoce Carvey en la misma revista. De hecho, Brian May, guitarrista de Queen, cuenta que ellos hubiesen hecho exactamente lo mismo cuando la parte heavy de la canción sonara en la radio, porque tenían un sentido del humor muy similar al de la película. El gran logro de Mike Myers fue que consiguió convertir un puñado de planos en una de las escenas más memorables para los amantes de la banda, un homenaje a su recién desaparecido líder, y una nueva oportunidad de rescatar un clásico sin precedentes. Vayan preparando el collarín, y disfruten sin mesura.
‘Bohemian Rhapsody’, film biográfico fue interpretado por el estadounidense de origen egipcio, Rami Malek
Bohemian Rhapsody es una película biográfica británica-estadounidense de 2018 sobre el cantante británico Freddie Mercury y el grupo de rock Queen. Fue dirigida por Bryan Singer, aunque Dexter Fletcher asumió el cargo de director las últimas semanas de rodaje tras el despido de Singer. El guion fue escrito por Anthony McCarten y fue producida por Graham King y Jim Beach, antiguo mánager de Queen. Está protagonizada por Rami Malek, Gwilym Lee, Ben Hardy y Joseph Mazzello. El film se estrenó el 24 de octubre de 2018 en Reino Unido. Fue galardonada con numerosos premios: cuatro Óscars, dos Globos de Oro y dos BAFTA.6El nombre de la película procede del título de la canción más exitosa de la banda, el tema homónimo Bohemian Rhapsody.
En 1970, Farrokh Bulsara, un estudiante británico de origen parsi que trabaja transportando equipajes en el aeropuerto de Heathrow, se dirige a un club nocturno para ver a una banda local llamada Smile. Después de la presentación, Farrokh conoce al guitarrista Brian May y al baterista Roger Taylor, y se ofrece a sí mismo para ser el nuevo vocalista de la banda después de la partida de su cantante y bajista Tim Staffell. Con la llegada del bajista John Deacon, la banda -ahora conocida como Queen- toca en lugares pequeños alrededor de Inglaterra hasta que deciden vender su camioneta para producir su álbum debut. Su estilo musical les permite un contrato con EMI Records. Al mismo tiempo, Farrokh cambia su nombre a Freddie Mercury y comienza una relación con Mary Austin. Durante la primera gira de la banda por Estados Unidos, Freddie comienza a tener dudas sobre su sexualidad. En 1975, Queen graba su álbum A Night at the Opera, pero deciden dejar al ejecutivo de EMI Ray Foster cuando este rechaza publicar la canción de seis minutos Bohemian Rhapsody como el primer sencillo del disco. Freddie hace que el DJ de Capital Radio, Kenny Everett, haga debutar la canción poniéndola al aire. A pesar de tener críticas mixtas, Bohemian Rhapsody se convierte en un éxito masivo. Poco después de regalarle a Mary un anillo de compromiso, terminan su relación cuando Freddie le revela que es bisexual. Comienza una relación sentimental y laboral con Paul Prenter, el segundo representante de la banda.
El éxito de la banda continúa en la década de los 80, pero las tensiones entre los miembros del grupo crecen por sobre el enfoque de su música. Después de una fiesta en la residencia de Freddie, este conoce a Jim Hutton, uno de los garzones en el evento. Cada uno continúa su camino, pero Jim le pide a Freddie que, si quiere buscarlo, lo haga una vez que se encuentre a sí mismo. El grupo ofrece una conferencia de prensa para promocionar su álbum de 1982 Hot Space, pero los periodistas bombardean a Freddie con preguntas sobre su vida privada y su sexualidad. Freddie comienza a distanciarse con sus compañeros de banda cuando este les anuncia que firmó un contrato de $4 millones con CBS Records para continuar una carrera en solitario. Se marcha a Múnich en 1984 para trabajar en su primer disco solista, Mr. Bad Guy, y también involucrarse en numerosas orgías homosexuales con Prenter. Una noche, Mary lo visita sin previo aviso y lo persuade de regresar a la banda, ya que se les ofreció un cupo para participar en el concierto benéfico Live Aid en el estadio Wembley de Londres. Después de descubrir que Prenter le ocultó la información sobre Live Aid, Freddie lo despide; en represalia, Prenter hace públicas las aventuras sexuales de Freddie. Con la noticia de la expansión del SIDA a nivel mundial, Freddie se realiza secretamente exámenes médicos y descubre que padece la mortal enfermedad.
Freddie regresa a Londres para reconciliarse con sus compañeros y el actual representante del grupo, Jim Beach. Tras volver con la banda, la participación de esta en Live Aid es añadida a último minuto. Freddie se reúne con Hutton y se reconcilia con su familia, con el principio zoroástrico de su padre, Buenos pensamientos, buenas palabras, buenas acciones. Poco antes del concierto, durante los ensayos, Freddie revela a sus compañeros que padece SIDA. La presentación de Queen en Live Aid, el 13 de julio de 1985, es todo un éxito, ayudando a incrementar la tasa de donaciones durante el evento. Después de la muerte de Freddie en 1991 a causa del SIDA, Beach y el resto de los miembros de Queen crean la fundación Mercury Phoenix Trust para ayudar a la lucha contra el SIDA.
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